Un beso con los brazos a su alrededor, manteniéndoles cerca.
Los jueves después de cenar es noche de palomitas y película. Ninguno de los cuatro sabe muy bien de dónde ha salido esa tradición suya o cuándo lo ha hecho, pero sobre todo en sus semanas de mayor estrés, han acabado por esperarla con ansias.
Esta es una de esas semanas. Entre juicios y litigios, Nie MingJue lleva unos días terribles. Lan Huan estuvo un día de excursión con los alumnos de segundo de primaria, el martes, y controlar entre tan solo dos profesores a cincuenta críos de seis y siete años siempre es todo un reto. A Meng Yao apenas le quedan un par de semanas hasta la presentación de su tesis y Jiang Cheng lleva tres de cuatro días saliendo de la universidad cuando la cierran, y solo porque los conserjes le echan. Con ese panorama, lo sorprendente es que, de cuatro, solo se hayan quedado dormidos dos.
Aunque, y siendo sinceros, los dos que quedan en pie... como si no lo estuvieran. Nie MingJue mira la televisión sin enterarse de lo que está pasando. Se supone que —por elección de Jiang Cheng— están viendo una película de terror, pero él no entiende lo que ocurre en pantalla. Solo sabe que hay un ser que persigue muy despacito a una pobre chica, pero hasta ahí. Tampoco ve por qué da tanto miedo. Que se coja un avión y punto. Al ritmo que va la cosa, le da tiempo incluso con huelga de controladores aéreos.
A Nie MingJue las películas de terror le suelen asustar, cosa que solo saben sus novios y su hermano, pero cede y las ve porque las caritas de Meng Yao y Jiang Cheng disfrutando del género son adorables. Esta vez, sin embargo, está tan cansado que ni siquiera procesa lo que debería darle miedo y lo que no. Su cabeza solo llega hasta un punto muy básico: en pantalla pasan cosas, vale, y Jiang Cheng, que eligió la película, acaba de quedarse dormido acurrucado bajo su brazo hace unos cinco minutos. En otras circunstancias le despertaría, pero tiene las ojeras tan marcadas que le deja dormir. Lo único que hace es dejar de rodear un instante a Lan Huan con el otro brazo —y bien que se queja su primer novio por ello— para alcanzar la manta más cercana y tapar al estudiante de Física con ella. Después, vuelve a pasar su brazo izquierdo por los hombros de Lan Huan para atraerle hacia él. El maestro se deja hacer y Meng Yao, que lleva como unos veinte minutos dormido en su pecho, desde que dejó de coger palomitas del bol, ni siquiera se inmuta. Solo duerme.
-Algo me dice -comienza Nie MingJue en voz baja, porque no quiere importunar a sus novios durmientes-, que vamos a tener que llevarlos en brazos a la cama.
Lan Huan, que también parece algo adormilado, pero se mantiene todavía en la frontera del mundo de los vivos, alza la vista hacia él. La película ha perdido toda su atención.
-¿Quién lo diría, A-Jue? -se burla, pero con ese tono bondadoso suyo que es incapaz de herir a nadie-. Si va a resultar que tienes un lado tierno.
-Solo con vosotros, pero no se lo digas a nadie -bromea entre risas, acercándole más hacia él con el brazo que tiene a su alrededor. Lan Huan alza la barbilla y la consecuencia natural, la que por supuesto, ocurre, es que sus labios se encuentren en un suspiro a medio camino entre sus rostros-. Además, después de la semanita que llevan, me dan pena.
-La que llevamos todos.
-Cierto. Pero al menos tú y yo volvemos a casa en un horario fijo la mayor parte de veces. Sus horas extras no están bien pagadas.
-Ni siquiera están pagadas, en realidad.
Como si quisiera darle la razón a Lan Huan —aunque están hablando tan bajito y él está tan dormido que es imposible que se haya enterado— Meng Yao murmura algo en sueños y se acurruca todavía más cerca en el pecho del maestro. A estas alturas, tanto Nie MingJue como Lan Huan han llegado a convertirse en almohadas vivientes para sus novios, y lo constatan con una mirada cómplice y una risa susurrada.
-Lo difícil -dice Lan Huan-, va a ser movernos sin despertarles.
-A-Cheng tiene el sueño pesado, sobre todo cuando está tan cansado.
-Eso es verdad -concede-. Podría caer un misil y no se despertaría.
-No. Pero A-Yao... -Nie MingJue frunce el ceño en su dirección. Meng Yao también se merece descanso, por eso no quieren despertarle, pero levantarse promete ser todo un reto-. Quizá podría cogerlo yo.
-¿Y A-Cheng?
-Me levanto, lo dejo tumbado y te quito a A-Yao de encima. -Lan Huan sonríe al oírle, porque, en efecto, ese es su A-Jue, siempre tan eficaz-. Y luego tú te levantas y te llevas a A-Cheng a la cama.
-¿Entonces tú duermes con A-Yao?
-¿Es una propuesta indecente?
Lan Huan se ríe en bajito, porque no quiere despertar a nadie. Aunque no le parecería mal, no puede contener un bostezo cuando se le acaban las risas. La palma de su mano apenas atina a cubrirle toda la boca.
-Aunque siempre es tentador, estoy agotado. Y tú también, A-Jue. -A Nie MingJue le pesan los párpados, no puede refutarlo. Eso sí, su sonrisa se extiende al oír su petición-. Pero me apetece que me abraces.
-¿Los dejamos en el cuarto de A-Yao y nos vamos al mío?
Lan Huan sonríe. Eso es un sí. Y lo sellan con otro beso.
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77 kisses [Mo Dao Zu Shi Fanfic]
Fiksi PenggemarUna pequeña lista de besos que compartir a cuatro. Porque la vida para Jiang Cheng es más entretenida teniendo a tres novios a sus pies. -Capítulos cortos -Los capítulos no siguen un orden cronológico -AU moderno -Actualización los jueves -Versión a...