44 - Tender

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Un beso cariñoso.

Las manos de Nie MingJue presionan sus hombros aprovechando uno de esos momentos de tranquilidad que se producen después de un polvo. Los masajea con cuidado, deshaciendo los nudos que ha ocasionado el estrés como si más que abogado fuese fisioterapeuta. No lo es y seguro que comete mil errores de novato sin formación, pero lleva años de experiencia en masajearle a él y a sus otros dos novios, así que Jiang Cheng no tarda en empezar a ronronear, complacido.

Los masajes son una buena señal, porque ninguno se ha puesto todavía la ropa. Puede que no lo hagan. Y es más, ninguno ha llegado a levantarse siquiera de la cama. El líquido frío, viscoso y de aroma a cerezas con el que Nie MingJue masajea sus hombros y su espalda debe ser el lubricante que antes utilizó para masajear muy concienzudamente otra parte de su cuerpo. Su entrada, que dilató hasta poder meterle cuatro dedos sin dificultad y hacer que se corriese solo con eso. 

Ahora Nie MingJue está de nuevo a su espalda, mientras él se le entrega, tan dispuesto e indefenso tendido bocabajo contra el colchón y las almohadas. Puede sentir con asombrosa claridad —como si, a pesar del innegable cansancio que le asola y que le tiene allí con los ojos apenas entreabiertos, su mente estuviese más despierta incluso que durante sus clases de preparación del doctorado— todos aquellos puntos en los que sus pieles entran en contacto. Sus manos, presionando las palmas en sus hombros. Sus dedos que lo agarran de la marcada curva de sus hombros y suben y bajan hacia su trapecio. Sus muslos que rozan cada uno a un lado de sus caderas como una presencia cálida a ambos costados. Su aliento por encima, una respiración lenta y contenida. 

Jiang Cheng se permite sonreír. Ha sido una semana dura, pero por momentos como este, vale la pena. Después, gime, porque los dedos de Nie MingJue avanzan hacia su trapecio, endurecido por la tensión de las horas y horas de estudio, y su cuello en general es una zona muy sensible.

Siente a su novio inclinarse sobre él apenas un instante antes de que su voz suene en su oído y su aliento acaricie aterciopelado los pendientes que decoran el cartílago de su oreja. Las manos siguen en el mismo sitio, apretando su piel decorada con la tinta, no necesita mirar pala saberlo. Juguetea con él a su antojo, y le dejará hacerlo al menos hasta el siguiente orgasmo. Su pecho, sus marcados abdominales y sus amplios pectorales, ahora le cubren y le rozan, como una especie de promesa de lo que podría ocurrir. Una amenaza de las que a Jiang Cheng le encantan.

-Preciosidad -murmura Nie MingJue en su oído, tan, tan cerca que sus labios le acarician la curva de la oreja y todo su ser se estremece-, si vuelves a gemir así, no me hago responsable de mis actos.

Jiang Cheng responde gimiendo.

-No tienes que hacerte responsable -musita-. No me quejaría de una segunda ronda.

-¿Y de una tercera? -inquiere el abogado que, tan rápido como llega a ser en los tribunales, se aparta de él y le da la vuelta, las manos de pronto entre sus muslos. Está erecto. Otra vez. Y Jiang Cheng, que jadea azorado, en proceso de estarlo-. ¿O una cuarta?

-Mientras puedas seguir en pie... lo quiero todo.

-Míralo, otro tan avaricioso como A-Yao.

-Puede -Jiang Cheng esboza una sonrisa cuando su novio, que no ha perdido ni un segundo de esa conversación y se ha dado prisa a la hora de volver a colarse entre sus piernas, le acaricia el rostro con el dorso de los dedos-. Pero te encantamos por eso.

-Y por tantas otras cosas -Nie MingJue se inclina y le besa. Es tierno, es dulce y está lleno de cariño. Es posible que ellos dos no se confiesen habitualmente, quizá no son tan verbales como Meng Yao y Lan Huan, pero ese beso lo dice todo. Todo lo que le quiere, todo el amor que guarda por él-. Si tuviera que hacer la lista de razones por las que me encantáis, no acabaría nunca.

Susurra esas palabras contra sus labios, tan íntimas que pesan cuando pasan de una boca a otra en un renovado beso. En cualquier otro momento, la intensidad en ellas le habría hecho enrojecer, avergonzarse, revolverse... quizá incluso negarlas. Sin embargo, esta vez Jiang Cheng está tan embriagado por la ternura de su novio, por el placer incipiente y por el que ya ha sentido que desecha todo sentimiento de bochorno y, cuando se separan y toma la cara de su novio entre sus manos, lo que se permite es disfrutar. Disfrutar del momento. De él. De ellos.

-Entonces demuéstramelo.

-A tus órdenes, preciosidad.

Sonreír es un acto inconsciente para Jiang Cheng, y rara vez su sonrisa es tan honesta y tan falta de cualquier tipo de cinismo como ahora. Nie MingJue atesora esa imagen que sabe que llevará para siempre en su memoria, porque será breve. Aunque no le importa que desaparezca... no si es para volver a convertirse en un derroche de placer.

Así que le besa, una y otra vez, hasta que les duelen los labios, demostrándole sin palabras todo lo que le gusta de él. 

77 kisses [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora