13 - On the ear

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Un beso en la oreja.

-¿Crees que A-Yao y A-Cheng siguen estudiando?

Las manos de Nie MingJue acarician la marcada cintura de su primer novio, mientras que su boca sigue empeñada en recorrerle los abdominales de arriba a abajo y no dejar ni un rincón por catar. Aunque se entretiene demasiado en los pezones, así que Lan Huan cree que no va a terminar nunca de besarle. No es que le importe, le encanta que lo haga. Adora pasarse horas interminables mimando a sus novios o siendo mimado por alguno de ellos, sin que el coito tenga que convertirse en una explosión de intensidad y frenesí sin límites.  Así, con Nie MingJue cubriendo su cuerpo y dedicándose a comérselo a besos, está más que encantado.

En la habitación contigua, la de Meng Yao, escuchan un gemido agudo cuyo emisor ambos conocen y adoran. Luego un zumbido, una vibración, que ya llevaba un rato sonando, pero que acaba de hacerse más intensa. Lan Huan sonríe. Su querido A-Yao tiene una buena colección de juguetes que le encanta usar tanto en sí mismo como en sus tres novios.

-¡Yao-gege! ¡Yao-gege, voy a...!

-Desde luego, si siguen en ello están inventando reglas nemotécnicas nuevas. -Contesta Nie MingJue, levantando la cabeza solo un segundo-. ¿Quieres unirte, A-Huan?

-Quizá luego. -Lan Huan ronronea ante un nuevo ataque de besos del abogado, encantado. Lo manifiesta en cada movimiento, en cada sonidito que deja escapar, en cada roce y en cada sonrisa, porque sabe que a su novio le encanta saber lo bien que se lo está pasando. Por eso Nie MingJue a veces encuentra un desafío en el sexo con Jiang Cheng, y por eso le gusta tanto hacerle hablar y rogar-. Quiero terminar aquí primero.

-Vamos a estar un rato. Tenía pensado tomármelo con calma.

-No me oirás quejarme, A-Jue.

-Fantástico.

Nie MingJue le sonríe e intercambian un beso tan lento y perezoso como todo el resto de tocamientos que compartirán esta noche. Ambos relajados, están más concentrados en saborearse y en disfrutarse que en buscar un orgasmo rápido. No como la pareja de la otra habitación. Ambos novios tienen la sensación de que Meng Yao está pasando un rato muy divertido viendo cómo Jiang Cheng se corre en seco, sobre todo a la tercera vez que le escuchan chillar el nombre del otro estudiante con un timbre que roza la desesperación. 

Lan Huan ríe ligeramente contra los labios del abogado mientras se separan. Le encanta el brillo divertido en los ojos de Nie MingJue, aunque no es exactamente eso lo que le hace suspirar. Es más bien culpa de otra parte de su novio, la que lleva hundida hasta el fondo de su ser un buen rato ya. El calmado vaivén del falo dentro de él es como un masaje, un cuento lento que le lleva más a menudo en la dirección del suspiro que en la del gemido. A veces, el abogado tiene una paciencia demencial. Otras es casi tan impaciente como su novio más joven, su adorable y adorado A-Cheng, y ahí el orgasmo se alcanza en cuestión de minutos, duro e intenso, de esos que pueden dejar a la otra parte sin respiración. Pero no hoy. Hoy ni siquiera está del todo duro, solo disfruta del calor ajeno. Y Lan Huan también. Sentado en su regazo, si se mueve de vez en cuando dentro del abrazo en el que se entrelazan sus cuerpos es solo porque de otra manera se le dormirían las piernas, y tampoco necesitan eso. Bastante tuvieron con la vez en la que se cayó de la cama poco después del sexo y se llevó la sorpresa del siglo al descubrir que se le había dormido todo, desde los dedos de los pies al culo. Meng Yao casi entró en pánico, casi, y estuvieron a punto de salir corriendo a urgencias. Por suerte, se quedó en poco más que un recuerdo gracioso de su primer trío. Y una anécdota que tuvo a Jiang Cheng riéndose durante más de diez minutos cuando se la contaron.

Aunque muy humillante, Lan Huan decidió que valía la pena. Cualquier cosa vale la pena por la risa de sus novios.

Justo cuando en la habitación ajena Jiang Cheng se queda sin voz en mitad de un orgasmo, Lan Huan comienza a suspirar de placer puro. Nie MingJue ha decidido que es un momento tan bueno como otro cualquiera para empezar a besar su cuello por debajo de la barbilla, y no piensa detenerle. Una de las manos ajenas continúa clavada en su cintura mientras que la otra acaricia sus ingles como una de esas promesas que le hacen estremecerse. El profesor de música bota solo una vez sobre el tronco del falo ajeno y luego siente como vuelve a enterrarse como un pilar en lo más profundo de sus entrañas, cada vez más y más tenso. Ese suspiro a medio camino en sus labios se convierte en un gemido cuando Nie MingJue le muerde la mandíbula. Es también justo cuando la mano del abogado alcanza su miembro, erecto desde hace ya un ratillo, algunos minutos. Cada vez que Jiang Cheng gime, chilla o ruega, se pone un poco más duro. Y esto, por cierto, está volviendo a ocurrir. Lan Huan se pregunta a qué potencia habrá puesto Meng Yao el bendito vibrador, porque lo oyen con toda la claridad del mundo, como si estuviera allí mismo en vez de enterrado en el culo de su novio.  Y cada vez que Nie MingJue le acaricia pasa lo mismo. Cuando la risilla o los gemidos bajos de Meng Yao traspasan las paredes de papel de su apartamento, también.

Vale. Puede que no se lo tomen con tanta calma. 

O, por lo menos, eso piensa Lan Huan, que se empieza a notar con prisas y con ganas. Su novio ya... su novio puede que no tanto. Nie MingJue es ese tipo de sádico que disfruta recreándose con todas y cada una de las reacciones de sus parejas, así que la verdad es que se lo está pasando en grande viendo cómo Lan Huan comienza a mover las caderas sobre su regazo y a gemir en vez de a suspirar. Se bebe a besos y a lametazos el momento mismo en el que esos ojos de miel se oscurecen con la necesidad de aumentar el ritmo y le permite elevarse y descender por toda la longitud de su falo erecto. Sin embargo, lo hace siempre con una mano en su cintura. Esa mano es un aviso, una advertencia. O un freno simbólico que le cuenta sin palabras que en el mismo momento en el que acelere más de la cuenta volverá a quedarse quietecito, empalado en su erección. Por saber interpretarlo, Lan Huan lleva el ritmo lento que les condena a los dos a volverse locos en los brazos ajenos. Y, mientras tanto, ahoga el sonido de su respiración en el hombro musculoso de Nie MingJue, abrazándose a su espalda como si quisiera clavarle las uñas.

Al otro lado de la pared hay un momento de silencio, antes de que comience a explotar el chasquido húmedo de los besos intercambiados. Hasta eso escuchan, porque el precio de haber encontrado un apartamento al gusto de los cuatro es que las paredes son de papel. Lan Huan sonreiría, pero los labios del abogado se lo impiden. Esa boca —la misma boca que, lo sabe, puede hacer tanto maravillas como estragos cuando la deja suelta por su cuerpo— comienza a recorrer la curva de su cuello a base de lametones, hasta que los dientes se enganchan en el lóbulo de su oreja. Nie MingJue sabe que es una de sus zonas sensibles, así que lo besa y lo mordisquea como si pudiera correrse con solo ese toque. No es así, no tiene ninguna zona erógena ahí, pero lo disfruta bastante. Sobre todo cuando se combina con (y esto sí que está a puntito de llevárselo en un viaje de ida y vuelta al orgasmo) las lentas caricias que reparte por toda la longitud de su erección.

-¿Sabes, A-Huan? -Comenta Nie MingJue tan tranquilo, en un murmullo grave susurrado sobre su oído-. Creo que debería chupártela.

-No pienso detenerte... -Jadea-. ¿Antes o después de correrte?

-Antes. Y antes de que te corras tú también.

-En ese caso... mejor si te das prisa...

-¿Te correrás sin mi permiso, chico malo? -Se mofa el abogado, segundos antes de tumbarle en la cama y salir de su interior, todo en un movimiento fluido y cruel que deja a Lan Huan gimoteando-. Eso sería una pena.

-A-Jue...

Pero A-Jue se limita a sonreírle. Y a volver a morderle la oreja, aunque solo durante un segundo antes de empezar un viaje de bajada. Lan Huan no sabe si es que Meng Yao y Nie MingJue se han compinchado o qué, pero pronto va a estar gritando tanto como su otro novio, no le cabe duda.

Y lo hace.

77 kisses [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora