Un beso en la oscuridad.
-Somos idiotas.
-Nunca lo he dudado, cariño.
-A-Cheng, A-Yao...
Lan Huan suspira como si quisiese llevarles la contraria, pero lo hace justo en el instante antes de darle, sin querer, una patada a la puerta principal de su piso compartido con el meñique y ver las estrellas por detrás de los párpados. Así que, aunque no sea con palabras, porque tiene que morderse la lengua para no lloriquear, acaba dándole la razón a sus dos novios para sus adentros: son idiotas. Y esos dos unos capullos, que sabe que las risillas atragantadas que acaba de oír son suyas. De ambos, que conoce lo suficientemente bien a Meng Yao como para no sorprenderse cuando camufla su propia diversión detrás de la de Jiang Cheng.
Tampoco es que pueda culparles. La situación es ridícula y él lo admitirá el primero.
Eso sí, ahora odia su puerta como nunca ha odiado nada.
Con todo el cuidado del mundo, sin encender ni una sola luz, Lan Huan intenta cerrar la puerta principal sin hacer ruido. Sabe que sus dos novios siguen a su espalda, más o menos quietos, intentando quitarse los abrigos y los zapatos sin montar un concierto de tacones contra el parqué, situación bastante complicada. ¿Su único objetivo? No despertar a Nie MingJue. El pobre abogado ha tenido una semana bastante dura —motivo principal de que no quisiese salir y prefiriese quedarse durmiendo, y los tres lo entienden— y necesita descansar. Y más aún, ellos pretenden dejarle que descanse, pero la cosa se complica llevando una bolsa de plástico en las manos con las sobras de la cena, que los del restaurante muy amablemente les metieron en un tupper de plástico. Jiang Cheng no sabe qué hacer con ella, porque a cada movimiento resuena por toda la casa como una tormenta.
Y por eso deberían haber pedido menos comida en vez del menú de siempre para cuando salen los cuatro. Pero claro, MingJue les pidió (exigió) que le trajesen las sobras. Y ahora entre eso y moverse en la oscuridad por un piso en el que todavía no son todo lo familiares que deberían —se mudaron los cuatro juntos hace dos meses, ¿vale? Nadie puede culparles, se han dedicado más a follar que a hacer exploraciones— están metidos en una buena.
-¿Alguien ve algo? -Se atreve a preguntar Lan Huan. El bufido de Jiang Cheng por detrás de él es ya bastante respuesta.
-¿Claro que no?
-Esperad -dice Meng Yao con un suspiro que casi, casi suena hastiado-, que pongo la linterna del móvil.
-¿Y si despertamos a A-Jue?
-El mastodonte tiene el sueño más pesado que mi hermano, y ya es decir. -Masculla Jiang Cheng-. No se va a despertar por una lucecita de nada.
-Por una vez, tengo que darle la razón, Er-ge.
-Pero podemos apañárnoslas.
Jiang Cheng y Meng Yao intercambian una mirada en la oscuridad. Salvo que no, porque no ven una mierda, así que en realidad Jiang Cheng está mirando a la cocina y Meng Yao al recibidor, justo las direcciones opuestas hacia donde se supone que están.
En cualquier caso, Lan Huan se las apaña para "convencer" a sus dos novios jugando a la baza del susto que se llevaron hace dos semanas porque Nie MingJue no descansó lo suficiente entre el trabajo y la mudanza, y a ninguno de los tres les apetece repetir la experiencia. Cuela (más o menos) y buscan la manera de orientarse a oscuras. Jiang Cheng no sabe muy bien cómo lo ha hecho, pero consigue dejar las sobras en la nevera sin matar a nadie por el camino y sin matarse ni comerse ningún mueble, así que se merece una palmadita en la espalda por ello. La momentánea luz de la puerta de la nevera ilumina de pasada el salón, aunque tan solo la entreabre y luego la cierra a toda velocidad. Aun así, es suficiente para que recuerde, más o menos, las posiciones de sus novios, al lado del sofá.
Llegar a hasta ellos haciendo solo uso de la memoria no es tan complicado como podría parecer. Lo complicado viene después, cuando se encuentran en la oscuridad del apartamento. Durante la cena... durante la cena han intercambiado un par de miradas de estas que dejan con ganas de más. Comentarios también, deseos susurrados entre las idas y venidas del camarero. Esa es la otra parte que ha hecho complicada el movimiento en la oscuridad, que están cachondos. Aunque hayan cenado, siguen muriéndose de hambre, pero ahora ya no están seguros de qué puerta es la de su cuarto —porque, de nuevo, no quieren molestar a Nie MingJue, aunque el muy cabrón tiene la cama más grande, la mejor para tríos y cuartetos— ni de quién es quién.
Aunque eso último nunca les ha importado gran cosa. Y, al mismo tiempo, que sean ellos es lo único que importa.
Lan Huan esboza una sonrisa en la oscuridad. Hay alguien a su espalda —unos brazos fibrosos y fuertes que le rodean la cintura, aunque no tan fuertes como los suyos— y también alguien al frente. Puede distinguirlos, pero en realidad le da igual, porque antes o después piensa besarlos a ambos. No planea dejar recodo de sus cuerpos sin besar ni sin lamer, sin degustar, porque se han pasado toda la condenada cena volviéndole loco con sus miraditas y sus implicaciones. Así que, mientras siente la mejilla de Jiang Cheng de pronto presionada contra su espalda, se lanza en la búsqueda de los labios de Meng Yao. Acuna su cara entre ambas manos, empleando el tacto para verle, y le encuentra. Se inclina en su dirección mientras nota cómo la boca de Jiang Cheng empieza a recorrer el espacio entre sus omóplatos y cómo una de esas bonitas manos se cuela apresurada por debajo de su camisa. Al frente, Meng Yao se pone de puntillas para alcanzarle. Le besa. Se besan, y los dedos de su segundo novio se enganchan a su cinturón, amenazando con desabrocharlo.
O prometiéndolo. Lan Huan prefiere tomárselo como una promesa.
La parte de hacer ruido ha empezado a importarles poco, porque Meng Yao deja escapar un gemido suave cuando se separan. Como puede, Lan Huan se gira entre los brazos de Jiang Cheng para alcanzarle a él esta vez. El estudiante de Física deja un rastro de besos por su hombro cuando lo hace, una costumbre particular que a sus novios les encanta. Después se lanza a sus labios, impaciente, porque Jiang Cheng siempre es así, reticente al principio e impetuoso ben cuanto siente la más mínima chispa de calor entre el pecho y el estómago. Intenso y centelleante como una tormenta y frío como una nevada, pero cálido en el fondo, y Lan Huan lo adora. Tanto como adora sus besos. Así que se pierde en esos labios que podría desgastar a lametazos, hasta que la tragedia (o el esperpento) ocurre.
Meng Yao y Jiang Cheng tratan de besarse, de alcanzarse en cuanto pueden. Lan Huan está encantado en su centro de acción, acariciándolos y tocándolos, pero trata de hacerse a un lado un segundo para facilitarles la vida. Trata de recular justo cuando ellos intentan avanzar. Es un movimiento que debería haber salido bien, pero en la oscuridad no ven absolutamente nada y van todos en direcciones secantes. Sus pies se enredan, se tropiezan los tres juntos y es un milagro que nadie se parta la cabeza contra el reposabrazos del sofá.
Pero, por supuesto, a eso le sigue el comprensible estruendo de gritos sorprendidos, maldiciones, quejas y golpes que debe de haberse oído hasta en el piso de abajo. Son unos genios, nadie se explica por qué todavía no les ha llamado la NASA para investigar el espacio exterior. Y de pronto, las luces del salón se encienden. Nie MingJue está en el marco de la puerta de su cuarto, con el pelo hecho un auténtico nido de pájaros, porque se acaba de levantar, sin camiseta y mirándolos con ese gesto adormilado que —incluso en alguien tan alto, tan grande y tan imponente— sus tres novios encuentran adorable.
La estampa que revela, de todas formas, es un pelín ridícula. Solo un pelín. Sobre todo para Lan Huan, que ya tiene toda una tienda de campaña en los pantalones, y se sonroja por ello.
-¿Todo bien por ahí, chicos?
Y esto es, justamente, no cumplir un objetivo. Pero consiguen colarse en la cama de MingJue, así que ahí han ganado.
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77 kisses [Mo Dao Zu Shi Fanfic]
FanfictionUna pequeña lista de besos que compartir a cuatro. Porque la vida para Jiang Cheng es más entretenida teniendo a tres novios a sus pies. -Capítulos cortos -Los capítulos no siguen un orden cronológico -AU moderno -Actualización los jueves -Versión a...