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Un beso en el que no es capaz de abrir los ojos después.

Algunos orgasmos le dejan sin respiración. Otros, como el que los cabrones de sus dos novios acaban de provocarle, directamente le dejan sin sentido.

Sentir al mismo tiempo a Lan Huan saliendo de su cuerpo y a Nie MingJue retirándose después de cabalgarle, cuando todavía se encuentra demasiado sensible por el reciente clímax, está a punto de hacerle sollozar. De hecho, aunque Jiang Cheng no sea consciente, aunque crea que ha logrado contenerse, lo hace. A su espalda, los fibrosos y fuertes brazos de Lan Huan que le sostienen se aprietan un poco más. Su visión está borrosa por las lágrimas de placer, por todos los estímulos recibidos y por el semen que siente escapándose desde su entrada y el que le mancha el vientre. Las grandes manos —que por descarte deben de ser las de Nie MingJue, pero tampoco está muy seguro— que abarcan de pronto su rostro, sus mejillas, le acunan a través de las sensaciones, del placer que acaba de explotar y del cosquilleo insatisfecho en sus ingles que suele pedir más de lo que puede soportar.

-Buen chico... -murmura el abogado que, desnudo frente a él, traza círculos con los pulgares en sus mejillas mientras Lan Huan le recorre la nuca a besos. Siente las yemas de los dedos entumecidas y de pronto necesita abrazarse a algo-. Lo has hecho muy bien, A-Cheng.

-Ming-ge... Ming-ge... -gimotea, inconsciente de que su lengua desinhibida es, al menos por ahora, capaz de destapar todos sus pensamientos-. Huan-ge...

Lan Huan aprieta el abrazo en el que le atrapa por la espalda y Nie MingJue a su vez les rodea a los dos en uno. Sus brazos, atados hasta hace apenas unos minutos, cuando el abogado decidió tener piedad con él, todavía le cosquillean medio dormidos, así que apenas es capaz de ordenarles que le devuelvan el abrazo a Nie MingJue. Sin fuerzas, caen a ambos lados de su cuerpo, aunque se acurruca entre los dos, arropado en ese calor y en esos toques que tanto requiere ahora mismo y que sus dos novios están encantados de otorgarle. Saben que Jiang Cheng lleva muchas cosas dentro, que se guarda mucho todo lo que siente y solo es capaz de exteriorizar la ira, y que gracias a esta clase de sexo una gran cantidad de emociones inesperadas logran emerger a la superficie contra su voluntad. Saben que sus post-orgasmos son difíciles y que hay que manejarle con cuidado para no caer en un momento de disforia o de sub drop, y no les importa. Tan dispuestos como están a hacerle ver las estrellas de placer mientras se pierden a sí mismos lo están también a cuidarle y a darle todo aquello que necesite después de correrse. Todos los besos, todos los abrazos y todas las caricias que requiera. Todas las palabras de apoyo y amor. Son suyas, y solo tiene que pedirlas. Y pronunciar sus nombres es una petición tan válida como cualquier otra.

Hay manos en su cabello, brazos alrededor de su cuerpo y manos de nuevo en su cuerpo, en su piel desnuda, acariciándole con cuidado. Hay labios en su rostro y besos desperdigados por sus hombros, y la textura suave bajo su cuerpo de las sábanas de franela que los amparan en invierno. Hay un masaje en sus glúteos, que todavía arden por la primera parte de su escena y los azotes que recibió bastante gustoso, y no puede evitar estremecerse y dar un respingo.

-Perdón, amor.

Jiang Cheng niega con la cabeza, porque Lan Huan tampoco ha hecho nada malo. El susurro en su oído y los besos que le recorren le causan un escalofrío, y de pronto alguien captura su boca con la propia. Nie MingJue, porque no tiene que torcer el cuerpo en ninguna posición extraña para recibir ese beso.

Nie MingJue le besa. A su novio abogado suele gustarle dejarle sin aliento. Esta vez también lo hace, pero no por meterle la lengua hasta casi la garganta y jugar con su boca hasta hacerle ver las estrellas con tan solo un beso. Esta vez se le escapa el aire por lo cuidadoso, lo tierno. Sabe dulce —culpa del lubricante, no hay duda— y parece acunarlo. Jiang Cheng cierra los ojos poco antes de recibirlo y se pierde en él, respondiendo a cada toque y cada movimiento con cierto ralentí, porque su cerebro va muy despacio. Lan Huan lo estrecha y también le besa, llena de caricias su hombro, sus brazos y las manos de Nie MingJue, que todavía le sostienen. Cuando se separan con un suspiro, Jiang Cheng se siente desorientado. Es incapaz de abrir los ojos durante algunos segundos, aunque puede que ni siquiera lo intente. En realidad, todo lo que hace es dejarse caer hacia el cuerpo de Lan Huan, hacia su escaso calor y hacia el hueco de su cuello en el que su cabeza encaja perfectamente. Y, como un beso liviano cae sobre su coronilla, da la impresión de que al maestro de música le parece bien.

Se quedan así, en esa cómoda posición, enroscados los unos en los otros, durante algunos minutos, hasta que Jiang Cheng por fin parpadea, desorientado. Sus novios besan distintas partes de su cuerpo y el semen se discurre por entre sus piernas, por su propio miembro y por sus caderas. Está hecho un absoluto desastre. Van a tener que cambiar las sábanas después de esto. Deberían haber puesto una toalla. Es el primer pensamiento que se pasa por su cabecita estresada, y lo detesta, así que gruñe, molesto. Eso llama la atención de sus dos novios.

-¿Todo bien, A-Cheng?

Lan Huan suena preocupado. Aunque lo sabe y quiere decirle que no es nada, su cabeza va muy lenta, sin filtros y revela lo primero que se le pasa, aunque ni sea lo correcto ni responda a la pregunta.

-Me habéis dejado hecho un asco -masculla, dándole a Nie MingJue un empujón en el hombro tan suave que el abogado ni siquiera se mueve, solo se ríe-. Quiero una ducha... No, un baño mejor.

-Puedo prepararlo ahora mismo, preciosidad -dice Nie MingJue, besando su frente un instante antes de empezar a levantarse. A su espalda, Lan Huan asiente, sonríe y le besa en la sien.

-¿Te has divertido, A-Cheng?

-Casi tanto como tú siguiendo las órdenes de MingJue.

-¿Tan obvio soy?

-Te pones duro en cuanto te digo que te quites la camiseta, A-Huan -se mofa Nie MingJue desde el marco de la puerta. Desde su posición en la cama le ven el culo (le ven entero, porque lo de ponerse ropa interior no es para él) y Jiang Cheng puede jurar que el miembro de Lan Huan está volviendo a tensarse entre sus glúteos. Como el suyo, por otra parte-. Y cuando te mando arrodillarte, ya casi te has corrido. 

-¡Da-ge!

-Tiene razón.

Lan Huan le mira como si acabase de cometer la peor traición del mundo pero estando como está —todavía un tanto confuso por culpa del orgasmo— queda claro que no va a darse cuenta de una mirada ofendida más o una menos. Así que Lan Huan se toma la justicia por su mano. Por supuesto, es un ataque de besos. Y, por supuesto, acaba llevándolo en volandas hasta la bañera, le da igual que patalee o no. Meng Yao, que acaba de llegar de la universidad, decide no hacer preguntas y unirse al baño sin más. Ya le darán el contexto más tarde.

77 kisses [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora