23 - Exhausted parents

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Un beso para unos padres agotados.

Como no han firmado para tener hijos propios —y no lo tienen planeado en un futuro cercano, porque si ya bastante complicado es mantener una relación poliamorosa a cuatro, explicarles a sus familias que van a adoptar y criar juntos a un niño/a ya desataría el acabose— Nie MingJue no se esperaba esto. Por lo bajo, se sigue riendo, aunque espera que sus dos destrozados novios, allá en el salón, no le oigan, o le caerá una buena bronca, con llantos por cansancio incluidos al... sesenta por ciento.

Nada más llegar a casa, Lan Huan y Jiang Cheng se dejaron caer como sendos pesos muertos en el sofá después de pasar una entretenida tarde con sus sobrinos... y los amigos de sus sobrinos. Poco más y medio colegio de Lan Huan hubiera estado en el mismo parque. Llevan allí desde entonces, el uno medio dormido y el otro intentando encontrarse a sí mismo. ¿O era al revés?

Desde la cocina, Nie MingJue se ha pasado un buen rato mirándolos, en lo que hierve el agua de los espaguetis. Está sonriendo y puede que también riéndose de ellos un poquito. Hay que entenderle, la situación es tan rocambolesca que no se le ocurren más respuestas posibles. En especial porque Jiang Cheng está lleno de barro seco de arriba a abajo, y puede asegurar sin miedo a equivocarse que la culpa de eso la tiene el pequeño A-Ling, tan encantador como siempre. Aun así, cocinará su plato favorito —y de los únicos que sabe hacer— solo para ellos. Con extra de picante para Jiang Cheng y extra suave y vegano para Lan Huan, porque todo el mundo sabe que los adora y que sus novios son su punto débil. Meng Yao ya les ha avisado que hoy no llega a cenar a casa; ha quedado con sus hermanos y la cosa va a alargarse, porque a XuanYu le apetece salir de fiesta. Esto también es parte del motivo de que Jiang Cheng esté medio muerto, pero porque el pavo real tiene dos dedos de frente (o uno, por lo menos) y no se lleva al niño sus reuniones fraternales con barra libre.

-Me duele todo... -Se lamenta Lan Huan al cabo de un rato (largo) ahí tirados, recuperándose-. Mañana tendré agujetas por esto.

La sonrisa de Nie MingJue se hace un poquito más amplia cuando le escucha, justo mientras sale de la cocina rumbo al salón. Cómo se alegra de que el médico le haya exigido tomarse más días de descanso y más a menudo, no solo cuando acabe colapsando en su despacho después de varios meses de sobrecarga física y mental. Ha sido la excusa perfecta para quedarse en casa tan tranquilo y cogerse varios días de teletrabajo al mes. Y ahora tiene las pilas cargadas para mimar a ese par de deshechos humanos en los que se han convertido sus adorables novios. La jugada le ha salido de maravilla.

-Y tú eres el que sale a correr de normal. Y el que trata con niños todo el día. -Bufa Jiang Cheng, que se ha tirado en el regazo de Lan Huan hace un rato, aunque sabe que necesita una ducha porque apesta a parque, a perro mojado y al batido de fresa que el pequeño JingYi le tiró encima sin querer a media tarde-. Yo voy a estar muerto.

-La parte buena -les tranquiliza Nie MingJue, que ya ha llegado frente al sofá-, es que mañana es sábado. Ahí tenéis una excusa fantástica para quedaros en la cama todo el día.

Y dejar que os mime todo el día. No lo dice, pero porque no necesita decirlo. Sus dos novios saben muy bien qué es lo que les espera y, la verdad, lo están deseando.

-Tengo que leer dos artículos para...

-Puedes leerlos el domingo, preciosidad. O el lunes. -El abogado corta a Jiang Cheng en seco. Aunque se gana un ceño fruncido, su novio no parece con ganas de pelear hoy. Demasiados niños gritones a los que ya ha tenido que enfrentarse-. Tu investigación no se irá a ninguna parte, te lo prometo. 

El estudiante de doctorado abre un único ojo azul, y luego vuelve a cerrarlo. Lan Huan, que ha empezado a acariciarle el pelo como quién no quiere la cosa, porque no tiene nada mejor que hacer ni energías para un mimo más complejo, se permite una sonrisa divertida, aunque agotada. Y Nie MingJue deja escapar para sus adentros un suspiro de alivio, porque por una vez el más terco de sus novios parece dispuesto a ceder sin pelear. Eso es una novedad.

-De momento -Nie MingJue vuelve a la carga, de pronto en cuclillas delante de ellos, al lado del sofá. Con eso solo consigue que Lan Huan le sonría y Jiang Cheng le mire-, quedan como veinte minutos antes de que tenga la cena lista. ¿Qué tal si os dais una ducha?

-¿Es una forma sutil de decirnos que apestamos?

-Lo has dicho tú, no yo, preciosidad.

-Imbécil. -Sin embargo, Jiang Cheng está sonriendo. Alarga una mano, perezoso, pero Nie MingJue sabe lo que quiere y le permite tomarlo, así que esos bonitos dedos pálidos se enganchan en el cuello de su camiseta-. Ven aquí.

En realidad, todo el trabajo de acercarse y besarlo lo hace el abogado por su cuenta y riesgo, pero deja que su novio tire de él y se lo crea. Y después, se eleva solo un poco. Lo justo y suficiente como para dejar otro beso suave, así de tierno y de dulce, en la boca de Lan Huan. 

Cinco minutos después, Nie MingJue está delante de la vitrocerámica, con los espaguetis cociéndose y la salsa en una sartén al lado, cocinándose. Cinco minutos después, sus dos novios siguen en el sofá. Continúan allí hasta que el maestro de música decide hablar, todavía con el tono pastoso y la lengua lenta, esos rasgos del que solo quiere dormir. 

-A-Cheng.

-¿Qué?

-¿Nos duchamos?

Jiang Cheng deja escapar algo que parece un murmullo ininteligible, algo que no tiene mucho sentido, como cuando se despierta temprano para llegar a la primera hora de clases los martes por la mañana. Lan Huan no le entiende muy bien. No sabe si eso es un , un no o un tal vez, porque él se especializa solo en traducir partituras... y el lenguaje de su hermano. Aun así, lo comprende un poco mejor cuando su querido novio, frustrado por no recibir la respuesta que pretendía, abre los ojos y le mira demandante.

-Bésame primero.

Eso está bastante más claro. Y eso puede hacerlo sin problemas. O eso piensa... hasta que lo intenta.

A Lan Huan se le escapa un gemido atragantado por las agujetas al doblarse, pero le da igual. Le da igual porque Jiang Cheng sonríe como si fuera un padre agotado —es decir, como ha sonreído toda la tarde— y solo por esa expresión, el cansancio y las agujetas merecen la pena.

77 kisses [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora