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"Los hombres sabios son educados por la razón, los de poco entendimiento por la experiencia, los ignorantes por la religión y las bestias por la naturaleza."

—Pablo Naveira

|Evasivas|

— ¡Oye, deja de ignorarme!, ¡Encerarme una semana, no estuvo bien, lo admito, pero ya estoy fuera!

Le grito, a Romy, ha pasado cinco días desde que vi al señor Jenkins. No he visto a Ninguno de los que me habían acompañado. Romy no me dirigía la palabra, y me evitaba. Podía entender que estuviese enfadada.

La alcanzo en el pasillo, sujetando su codo. Me pongo enfrente de ella jadeando, porque llevo mucho tiempo detrás de ella.

— Déjame, pasar llego tarde, a mis clases.

— Lo siento.

— Esto no es porque te enceraste en tu habitación.

Aclara, eso hace que me alivie, por una parte, pero por la otra. El problema se agranda aún más, al no saber dónde está mi error.

— ¿Entonces porque me evitas?

— Porque puedo, quiero y debo.

— ¿Por qué debes?

— Riley...

— Allí está el que faltaba.

El rubio se acera, y noto que la tensión crece.

— Me voy

Se escabulle entre medio de mí y Ronan. Y la dejo seguir su camino.

— ¿Qué ha pasado?

— Creo que se ha enfadado, por algo que no sé.

— ¿Por evitarla una semana entera?

— Eso pensaba, pero no. Me voy a clase.

— Historia, a mí también me toca.

— ¿Qué, ha pasado que has estado cinco días desaparecido?

— Creo saber por qué, está así, y verás que se le pasara.

— Uno no me cambies el tema, y dos, ¿por qué crees tal cosa?

— Digamos que he interactuado con ella

Me detengo enfrente de la puerta en la que imparten Historia. Lo miro con una ceja arqueada, por lo dicho y trato de confirmar a ver si he entendido bien

— ¿Tú y ella...?

— ¡No, qué asco, por dios!

— ¡Oye!, no hacía falta que respondieras de esta manera eh!

— Lo siento, y no, no he interactuado de esa manera con ella, y no lo haré. Solo... digamos que entre monstruos nos vemos las caras.

— Monstruos. —Repito para mí misma

—Una frase realmente filosófica, pero incierta,

— ¿Incierta? Te parece incierta.

— Y plástica. Prueba con otra frase que no haya oído nunca

— Veo que tiene devoción, por llegar al límite de tiempo.

Nos giramos viendo a la profesora, aun mirándola, palpo el aire buscando la manilla de la puerta, que no tardo en encontrar, con la otra mano, tomo la muñeca de Ronan, y entramos.

— Lo sentimos, mucho, señorita.

— Yo no lo siento.

— Sí, lo haces.

LacronetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora