Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Solo a través de nuestro amor y amistad podemos crear la ilusión por un momento que no estamos solos
― Orson Welles
|Dueles|
— ¡¿Se puede saber qué coño estás haciendo?!
Pregunta el señor Brown, impactado, es entonces cuando me sacudo.
— ¡suélame!... ¡Dile que me suelte, por favor!...
Callo por la carcajada del jeque, miro a Jenkins con súplica, y es allí cuando me doy cuenta de que su reacción es totalmente actuada. Pero aun así algo debía sentir al verme en un estado tan deplorable, simplemente me niego a que no sienta nada.
— ¡Eres como mi padre por dios!... ayúdame
Grito entre jadeos, él se acerca a mí, y se arrodilla, no niego que me acaricie, necesitaba subir a la planta superior y él sería quien me llevara, aunque sintiera que el mundo se me había ido encima. Él básicamente me vio nacer, estuvo en los bailes escolares y conciertos de violín a los que ni mamá ni papá había venido. Y ahora hacía esto.
— Créeme que quise hacerlo por las buenas...
— Por favor, yo no he hecho nada, nunca. ¡Que soy tu hija!
— Estoy seguro de que te habrá contado la historia, o al menos parte de ella. Disfruta la tranquilidad de la que gozas porque pienso arrebatarte de mil maneras distintas.
Se da al vuela para salir, pero mi grito hace que se detenga.
— ¿¡Por qué?!
— Súbela arriba
Alcanzo a oír antes de desmallarme.
[...]
Quería subir una planta más y lo había logrado, pero no podía estar contenta por eso, no podía mantener esperanzas, todo el mundo me traicionaba de una manera o de otra, como si hubiera hecho algo más que sobrevivir.
No estaba encadenada en esta nueva habitación, de aspecto decente, pero el dolor que tenía no me dejaba moverme de esa cama de sábanas blancas, tampoco podía apreciar, el color blanco de la habitación, ni la comida que estaba de decoración simplemente. No me permito derramar ni una sola maldita lágrima más, porque eso significaría sacar a la antigua Riley; a la Riley que conocían todos, a la niña que lloraba en cada rincón, por falta de amor. Pero ella no podía salir, Le dieron con tantos palos que la redujeron a nada, no existe, lo que todos conocíamos se fue.
Emerjo de mis pensamientos cuando entra una señora, bajita de tez olivácea, y un moño muy bien peinado, y estirado.
— El señor dijo que la aseara quiere que baje.
Me pongo en pie lentamente, para seguirla a un baño con un lavamanos y una bañera, nada más nada menos. Podría intentar, dormirla, y salir corriendo, pero no funcionaría; claro que no. Había cámaras por todas partes. Y seguramente habían reforzado la seguridad, pues a cada tres metros había una persona, y cada cinco una cámara. Intentar huir sería el fin de mi existencia. La señora metía agua en la bañera junto al jabón para crear espuma. Sería para quitar toda la peste a humedad, y rata, que impregnaba mi piel.
Después de un tiempo, ordeno que me quitara la ropa y así lo hice. Y mis músculos se tensaron un momento antes de relajarse por el agua templada, no me movía, pero ella hacía todo. Cuando termino salgo de allí. Me entregó una toalla y en vez de colocármela se la enrede en el cuello, haciendo presión y con los dientes le quite dos horquillas, ella comenzó a gritar logrando que hombres entraran. Me cogieron y llevaron a la habitación, pero ya tenía lo que quería.
Pasaron unos minutos antes de que vinieran con ropa interior y un vestido liso, junto a unos zapatos.
Me coloco el vestido blanco de escote "V" y largo, las bailarinas del mismo color y la ropa interior. Cojo un mechón de mi pelo, y comienzo a enrollar lo que robe camuflándolo en mí. Sabía que subiría una planta más, la planta principal. Y debía irme hoy o morir, porque el tono que utilizo Jenkins me decía que lo pasaría mucho peor de lo que lo había pasado.
Cuando la puerta se abrió, supe que debía salir, y allí noté que era de noche, ciertamente ni siquiera sabía si era de día o de noche, ni que día y hora era. Lo que hacía que este infierno fuera aún peor.
Camino mirando, todo y a todos, contando los pasos que doy, ideando algo. Sé que no subiría si no fuera por algo muy imperante. Cuando llego a una mesa llena de comida, el estómago se me revuelve del hambre, pero también del asco por tantos olores distintos, y no era porque no tuvieran buena pinta, sino porque lo que había estado comiendo era insípido y casi inoloro.
— Siéntate y come, lo necesitarás.
Nunca había escuchado la voz de mi exvecino tan fría.
— No me habéis subido aquí para comer, puedo apostar por ello.
— También puedo repetir el mismo procedimiento que se le implicó a la madame, y luego tirarte en una pecera de tirarte de tiburones.
Un chispazo recorrió todo mi cuerpo tensándome.
— De tu hijo...
— No es mi hijo
— Me puedo esperar todo, de ti, todo menos permitir una violación, Gén...
— Génova me importaba tú, ya no.
— Eso dolió...
— No tanto como que te digan que no es tu padre.
Ataco queriendo romperle un vaso de cristal a Seth.
— Te recuerdo que tu padre te abandono
— Iba a volver en abril.
— Qué pena, entonces, mis falsas condolencias por una muerte que disfrute provocar. Siéntate de una puta vez. O engancharé tu culo en la silla de por vida.
A mala gana me siento viendo todo lo que hay a mi alrededor, muchas puertas y ventanas, que dejan a la vista mucho verde. Estaríamos en un bosque, pero dudo que fuese el que estaba en Lacronette. Porque si alguien me buscara, o al menos los intentaran atrapar a ellos, es el primer lugar en el que buscarían. Ya que ese era el terreno que dominan a la perfección.
— ¿Por cuál de todos mis pecados me vas a matar?
Pregunto con burla mirando a Brown.
— Por los que cometieron tu padre, y te contaré todo...
[...]
La rabia que recorre mi sangre, mis ojos se inundan de las lágrimas que me prohibí derramar, y el corazón me retumba tan fuerte del dolor. ¡Lo que me contaba no era cierto!, ¡no podía serlo!, porque de otra manera, me apartaría del medio yo misma. No era posible. Solo cumplía la promesa de matarme de todas las formas posibles.
Arraso con todo lo que hay en la mesa sin importar que luego me pueda llevar un "castigo"
— Bien, llévala a su habitación, personalmente, yo debo irme.
Jenkins se levanta, y yo me preparo, cuando veo que se acerca hacia la puerta yo voy tras él y lo empujo aguantándome de la puerta en la cual engancho un trozo de queso que se está solidificando con disimulo. Él ni se inmuta, es más, se da la vuelta, pero lo vuelvo a empujar tirándome encima de él. Ruedo dándome contra la puerta y allí engancho otro trozo de queso, con disimulo, cuando se pone en pie, estoy a horcajadas, antes de que se incline para hacerme caer engancho último trozo de queso.
— Tan juguetona como siempre
Cierra la puerta y una mueca de dolor surge cuando tiran de mi pelo. Me pongo en pie, y mientras me arrastra Seth, cojo una silla y se la tiro encima, lo hago con tanta fuerza que se cae al suelo soltándome.
Esta vez sí que me voy.
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¿Creéis que lo ha logrado?, ¿Que creéis que le ha dicho su padrino?, si lo queréis saber seguir leyendo. ¡Adiós!
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Lacronette
Teen FictionVerdades que duelen, secretos que matan. Una familia inusual, una institución convencional, dos muertos, más secretos, mentiras y escándalos. Bienvenidos a Lacronette.