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La memoria es complicada; es pariente de la verdad , pero no su hermana gemela. 

—Barbara Kinsolver,

|Sombras|

Camino en dirección al comedor tan coja como el día siguiente a mi primera vez, corrección. Voy mucho más coja, por correr de esa manera. Por eso lo único que se me ocurrió es "tirarme" por unas escaleras e ir a enfermería para que me dieran unas muletas y una bolsa de hielo. Para mi vientre pues, este me dolía por los coloquios, causados por la mierda de regla.

Otra cosa eran los moretones y chupetones, que se volvieron multicolor, la base no taparía por completo esas machas. Acabo por resignarme abriendo la puerta del comedor. Voy a por mí comida que la cojo haciendo malabares para llegar a sentarme en la mesa en la que se encontraban las dos némesis.

— ¿Qué es lo que escondes debajo de la camiseta?

Pregunta el rubio con una sonrisa radiante

— Aparte de un par de melones.

Pongo los ojos en blanco cuando oigo a Romy que a pesar de que su comentario es imprudente, me alegra saber que está bien.

— Aparte de esos ricos melones, claro

Recalca el ojiazul.

— Qué asco por favor, y Cólicos

Admito sin vergüenza alguna, pues estaba por estallar una guerra de indirectas.

— Con la regla, y coja. ¿Qué paso con eso?

La heterocromática señala las muletas, logrando llamar la atención de los dos hombres.

— Me he caído de las escaleras, y antes de que preguntes por los morados, fue una reacción en cadena, ¿me pasas una botella de agua?

— Claro

Esta se levanta y yo miro por encima de mi hombro antes de que los dos comienzan a reír, a lo bajo. Me giro y me acercó un poco a ellos.

— ¿De verdad que te caíste de unas escaleras?

Se burla Lúdop

— Pues claro que no, ¡me tuve que "tirar" de unas!, solo para que me dieran las muletas. Por culpa de un par de bestias.

Los acuso con la mirada cuando veo una botella sobre la mesa.

— Gracias, ¿por cierto dónde estabas?

Meto un bocado de pasta con atún, esperando la respuesta de la chica.

— Sabes, algún día me gustaría ir a Carolina del norte.

— A mí me gustaría ir a Tailandia... ¡Oye no me cambies él...!

Callo cuando al girarme hacia ella veo al fondo a un joven con un conjunto gris, el pelo castaño despeinado y una franela de cuadros verdes.

— ¡Otto!

Bramo, él, sin embargo, hace como que no me oye dando un paso más hacia la puerta.

— ¡Otto!

Bramo nuevamente, me pongo en pie y cojo las muletas comenzando a andar, deteniéndome cuando da un paso más tocando la puerta, esa misma acción provoca una amenaza.

— Otto Morel Vicent Bélier ¡Da un paso más y te parto las piernas!

Se tensa cuando oye sus apellidos. Sueno tan macabra que sé jira rápidamente, viéndome. Palmeo una parte de la mesa para que se venga a sentar y así lo hace. En ese momento me percato de sus ojeras y sus ojos dilatados.

LacronetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora