12

2.1K 151 11
                                    

Un amigo de todos es amigo de nadie 

— Aristóteles

|Amuletos|

Es domingo, y sigo adormilada, quiero seguir durmiendo, pero Dawmann, no deja de zarandearme para que mueva el culo. Cosa que claramente no voy a hacer, hasta que sea mediodía. Sé que papa dijo que me llamaría cada semana, pero dudo que lo haga con las declaraciones que hice.

— Te voy a morder si no te despiertas.

— Te doy el permiso, pero espero que no te vuelvas caníbal.

Murmuro, con paciencia. Sé que no lo hará y por eso mi atrevimiento.

—Tengo una sorpresa

— Y yo una propuesta... te daré un beso, si te quedas quieta de una vez, como y donde tú quieras.

— ¿Dónde yo quiera?

— Sí, te lo prometo

— ¿Sabes el peligro que tiene decirme eso a mí?

Palpo su cara hasta llegar a su cuello, lo tomo y la bajo hasta que se queda en la cama. Sigo suficientemente adormilada como para no saber en qué me meto.

— Ya lo descubriré cuando me despierte del todo.

[...]

El sol se filtra con más fuerza. Miro hacia el techo para ver la cara de Romy sobre mí.

— ¿Ya puedo enseñarte mi sorpresa?

— Me preparo y vamos a por la sorpresa.

Aplaude sobre la cama, y me doy cuenta de que se tomó un pantalón corto y una sudadera blanca mía, los calcetines y las gafas he de suponer que son suyas. Me estiro como puedo y ando hacia el baño, meo y me lavo la cara, para nuevamente salir y coger un pantalón gris, al igual que la sudadera, recojo mi pelo en un moño torpe y me calzo.

— Ya está, vámonos.

Me dirijo hacia la puerta, y tomo el pomo. Antes de poderlo girar, Romy me detiene.

— ¿Qué pasa?

— Me debes algo.

— ¿Qué?, ¿el qué?

— Me debes un beso.

— Aah, eso.

Me acercó a su mejilla, pero me hace la cobra, la miro extrañada, y ella me muestra una sonrisa lobuna.

— Dijiste, que yo elegiría la forma y el lugar.

Abro los ojos como platos, ¡¿soy estúpida?!

— Quiero un beso... aquí, y bien dado no un pico. Y lo has prometido

Sí, te lo prometo. Se acerca y yo retrocedo intentando, mentalizarme el no hablar cuando, sigo adormilada. Me doy cuenta de que estoy contra la pared cuando resuena por culpa de mi espalda, me había acorralado, su cara se acercaba hasta dejar un pequeño beso en la comisura del labio.

— Ya conseguiré que me des ese beso, y tal vez, otra cosa.

Murmura en mi oído. Toma mi mano, y salimos de mi habitación, cierra y me conduce por los largos pasillos de Lacronette. Hasta llegar a una puerta marrón, con pomos y toques dorados.

— Te enseñaré mi parte favorita de este lugar, ¿Lista?

— Si

— Cierra los ojos

LacronetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora