Verdades que duelen, secretos que matan. Una familia inusual, una institución convencional, dos muertos, más secretos, mentiras y escándalos. Bienvenidos a Lacronette.
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La masa busca al líder, no porque lo estime sino por interés; y el líder acepta a la masa por vanidad o por necesidad.
—Napoleón I
|El Lago|
Corro por las escaleras como alama que trajo el diablo. Ya me he duchado, y vestido con unas botas de montaña marrones, unos leggins azul celeste, que se adhería como una segunda piel y una chaqueta de color negro poco gruesa.
Eso se debía a que en el bolso negro traía una más caliente, y los guantes. El moño mal hecho deja de rebotar cuando abro la puerta que da al exterior. Pero no hay nadie. No puedo quejarme porque llegaba algo más tarde de lo acordado.
— Sabía que vendrías
Pego un salto cuando Ronan me susurra en la oreja. Me doy la vuelta encogiéndome de hombros.
— Solo a darte tu bolsa eh.
— Solamente por eso.
Asiento. Y enreda su brazo en mi anatomía
— ¿Y el resto de la "quedada"?
— Ya han comenzado la caminata, nada más quedabas tú.
— Siento haber tardado
Lo sigo como la primera vez, ya que no conozco al lugar al que nos dirigimos, eso si digo que sería tranquilo, y únicamente había tres cosas que me tranquilizaran. Una de ellas era escuchar música, y segunda, tomar fotos.
— ¿Y cuántos seremos?
— Cuatro, son algo espacialitos, ¿sabes?
No contesto cuando me parece ver algo entre los árboles, miro hacia todas partes, pero no encuentro nada, obligándome a seguir
— Ya.
No puedo concentrarme en cuál es la ruta y que haremos, porque la sensación de que nos siguen, y vigilan es muy fuerte. Tomo la mano de Ronan y se detiene viéndome, desconcertado. Pero luego sonríe, tomando mi mano también.
— Ronan, nos están siguiendo.
Unos arbustos cercanos comienzan a zarandearse más fuerte hasta que salen dos chicos de allí, pego un grito, apretando más fuerte su mano, incluso llego a clavarle uñas.
— Dije que eran especiales.
— Deberías haber visto tu cara, chica. Ronan nos están siguiendo
— Cállate, tampón usado.
Bramo, cuando me doy cuenta de lo que digo me callo a diferencia de los otros dos chicos que ríen el de la broma, incluso tose.
— Mira, ese apodo nuca lo había pensado.
—Te presento a Alan— Me señala al que acababa de ridiculizar
