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|Se quien eres y no te dejaré escapar|


ANÓNIMO

Me siento en el asiento libre, metiendo una aceituna en la boca. Lo que pedía la niña ya lo había hecho, y el resultado fue que mis ojos sangraran. Veo que Seth se levanta.  Mientras, Ronan se estira de los pelos, intentando contactar a Riley. Una niña con las suficientes agallas cómo para desafiar a sus dos hombres. "Con su amor", Por otro lado, la silenciosa Romy come, tiembla y no de frío... se contiene, sé que eso me hará ganar dinero, cosa que me hace sonreír.  Y todo porque hace una semana que la pecosa no se deja ver ni el pelo.

— Bueno, yo me ríe a mi humilde casa.

— No te iras

Dicta Jenkins, tan serio que mi sonrisa podrida tiembla.

— Tú sabes muchas cosas... Demasiadas

Lo rodeo con tranquilidad hasta llegar enfrente de él

— Y siempre las he callado... sabes como recompensar a una mujer necesitada.

Me toma de la cintura para darme un fogoso beso, lo que no espero es que aun estando en el comedor me gire contra la mesa, haciendo que respire con fuerza. Pasa sus grandes manos por mi cabello y mi espalda.

—Vallamos a tu habitación.

— Es una pena, con lo que me gustan tus marcas.

Besa mis lunares, cicatrices y demás era su fetiche número uno, por eso cuando te tomaba te daba placer justo en algunas de esas zonas. Y suerte para mí, yo tenía muchas de cintura para bajo.

Esta vez no hubo caricias, solo estiro de mi pelo, y arremetió contra mí, sobre la mesa en la que habían estado comiendo. La piel se erizaba ante sus malas palabras, sus acaricias contra mis senos. Cuando llegamos al límite no me da tregua, sino que me sienta sobre la mesa, y dejo caer mi cabeza en su hombro.

— Lo que decía.

— Realmente es una pena.

Jadea, era un hombre despechado. Y me temo que muchos ayudaron en eso.

— Los dos sabemos que hay otras formas...

— No las hay, es el gusto de tenerte debajo de mí, durante horas, y tan fría como el clima.

— No me matarás, no querrás que sepan nada, ¿o sí?

— Ya sea lo que sea que intentes hacer; ahora da igual.

Dice más que convencido, hace un recorrido abriéndome nuevamente, metiéndose entre mis piernas, muevo la cadera, cuando comienza su tortura. Y una vez sus labios se asientan sobre mí, el gemir se vuelve normal, No duro más de dos minutos cuando me deja hecha polvo. 

Intento recuperar mi aliento antes de coger, la primera bandeja cercana a mí y darle en la cabeza, no iba a convertirme en otra de sus víctimas.

— ¿Por qué no me sorprende que hagas esto?

RILEY

El teléfono no dejaba de sonar, sabía que era Ronan, pero no quería contestar, me llegaban textos, audios de voz, e infinidad de cosas, por eso apague el teléfono. Hoy debía ver qué es lo que heredaba, de hecho, debía haber ido antes, pero no quise. Es por eso que iba tan formal. Cuando llegue el segundo abogado de la familia me dio el pésame y comenzó a narrar, as posesiones que había adquirido.

— ... En resumen, no hay mucho que decir Riley, has heredado todas las viviendas, coches, parcelas y dinero de tus padres, pero algo que si es importante destacar es que te dejaron esto.

— Gracias

— De nuevo lo siento mucho.

Asiento y salgo de allí para coger un taxi y volver a la casa de verano. Un retiro es justo lo que necesitaba. Al llegar dejé los tacones por el suelo y me senté para abrir el gran libro verde, y eran fotografías de cuando, yo era pequeña. De mis cumpleaños, los cuales no siempre celebrábamos. También había fotos de Lorey. Llegue a una imagen en la que había algo que ya había visto en otro lado, Un reloj. 

— Te he preparado algo de comer.

Aparece Maya, con una bandeja, quería estampársela en la cabeza por lo que hizo, pero solo puede decir:

— No salgas de casa, tengo que irme.

—Pero acabas de volver.

— Si, y me volveré a ir.

— Al menos come algo.

— Maya vete a tu puta habitación, y deja de joderme, no tengo tiempo para ti

Me doy la vuelta, pero me jira y yo me suelto, no quería ni que me tocara todo lo que hice no sirvió para nada, pues no soltaba prenda

— Mi amo...

 — Aunque te recuerdo que tal vez lo tendría, si me dijeras quién es Seth, ya que no has cumplido con tu palabra.

— Estás siendo muy dura conmigo... estaba nublada...

— No me esperes, estaré con Romy, no me sirves, ni me satisfaces. Estás loca y no te quiero ver más.

La miro, sería. Ella retrocede, asintiendo, para subir las escaleras. Voy hacia la base, y aparco unos kilómetros antes, para caminar, es entonces cuando veo un coche de mi interés, Se me hace raro ver que solo está dicho coche. Pero avanzo, hacia la cabaña del jeque. El lugar se encuentra recogido,es espaciosa pero fría, intento encender la luz, pero no cede, así que enciendo la linterna del teléfono, comienzo revisando, su vestidor, cada hueco de almacenaje. Miro en su baño, cuando oigo un ruido extraño. 

El corazón me late a mil, cuando cuento hasta tres para darme la vuelta y... no había nada.  Suspiro y sigo buscando, pero no hay nada, miro sobre su escritorio, sobre la cómoda y por último dejo el teléfono para levantar el colchón. Sabía que había sido él. La noche en la que encontré ese piano, la partitura estaba escrita a mano, con su letra. No había caído.

— ¿Buscas esto?

Pego un brinco dándome la vuelta, para ver al jeque

Mierda

— Has sido tú.

— No sé de que hablas

Doy un paso atrás por la naturalidad con la que habla.

— Has sido tú todo el tiempo.

— No dejaba de gritar por su hijita de mierda. Lo aceptó sin más. Debieras verlo. Retorciéndose por la electricidad que corría en su cuerpo, como sudaba cada vez que mi lobo, lo amenazaba con devorarlo.

—¡Maldito!

— Yo de ti, tendría cuidado con como le hablo a mi captor Riley.

Se acerca a mí y le doy una patada, para salir corriendo, no llego ni a la puerta cuando me coge del pelo, haciendo que me doble, quedando a nada de su cara.

— ¿Por qué crees que tú saldrás invicta de tu castigo?... El mismo lobo con el que jugabas de pequeña lamerá tus huesos, y devorará tu carne

— No podrás mierda andante. 

Le doy un codazo en la barbilla para que me suelte y lo hace, cojo la silla y se la tiro encima.

Él coge una de las patas y me da en la espalda, lo que hace que me doble nuevamente, giro para verlo a la cara, cuando me coge de los pies, hago mil y un intentos de soltarme, pero lo único que consigo es darme contra la mesa. Me duele la frente por dicha acción. Él hace que me sangre la cara cuando me toma del pelo, y me golpea contra la mesa, una y otra vez.

Le propino una patada en el abdomen seguido de eso le clavo un bolígrafo que hay sobre la mesa, solo consigo que gruña antes de que se tire sobre mí inmovilizándome.

— No sabes cuantos años he esperado para este momento niñata de mierda.

No sé qué hace cerca de mi hombro, pero consigue que me desmalle.

LacronetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora