|Desfogue|
Me meto en la ducha, aún muy nerviosa por el ataque de celos de ayer, ni siquiera pude dormir, pero se lo atribuyo a los recuerdos de papa. Y a las velas de cumpleaños que debería encender para Lorey. Hoy uno de enero es su cumpleaños y no está. Salgo de la ducha con mis lamentos, me unto crema y me visto con ropa cómoda. Es decir, unos pantalones negros cortos, una sudadera azul y debajo de esta un top deportivo. Salgo de mi habitación realmente hambrienta.
Una mesa llena de frutas, quesos, cereales, jugos se encuentran sobre la mesa, saludo sin el mínimo ánimo. Y obre un plato, cae algo de comida, servida por Jenkins.
— No pareces descansada.
— Lo estoy
Contesto para comer la mezcla de frutas. La termino enseguida, no porque me guste, sino por el olor que percibo... chocolate.
— Deja de hacer eso, pareces un maldito perro.
Ladra Kosem, miro hacia su dirección y allí está un pastel cargado de chocolate.
— Pásame el pastel... por favor
Antes de que haya acabado ya estoy casi encima de Ronan, intentando cogerlo. Pero me lo quita.
— Deja que coja del pastel Kosem, a ver si se atraganta y ahorra trabajo.
— Eso dámelo.
Comienza una disputa por un simple trozo de pastel hasta que lo consigo. Corto un trozo y me lo meto a la boca, sintiéndome como una niña pequeña... ojalá lo fuera. Ojalá mamá me regañara a mí y a papá por tomar pastel a escondidas.
— Solo a ti te entra un pastel de puro chocolate en la mañana.
Niega el señor Brown, a sabiendas de que no puede con el chocolate corto un trozo y se lo meto en la boca a traición, chupo mis dedos, y sonrío ligeramente cuando pone mala cara.
—A que está bueno
— Es empalagoso.
— Pero está bueno
— Una cosa no puede ser empalagosa y buena a la vez.
— Claro que sí.
— No
— Que si
—No, Riley, no puede ser.
— Qué si puede, por ejemplo. La vecina de la sexta...
— Se divorció porque su marido la atendía demasiado. Es decir, que era empalagoso.
—No voy a discutir con alguien que no es capaz de asimilar, que tengo razón. ¿Quieres más?
— Aparta eso de mí, niña empalagosa.
— No soy una niña, y tengo otro ejemplo. El día en el que fui a coger caramelos con ese vestido rosa.
— Si, después de que me despidiera de tu madre, te lo quitaste y dijiste "Beowulf, acaba con esta cosa asquerosamente rosa, me dan ganas de vomitar y aún no me he dado el atracón de mi vida"
— No me acuerdo de ese hecho realmente irrelevante.
Niego para seguir comiendo pastel, por un momento las cosas se sentían como antes.
— Bien, ya es hora de que nos vallamos.
Mi vista se levanta de inmediato, viendo a todos o a la mayoría de los hombres poniéndose en pie, mientras mastico rápido para poder preguntar.
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Lacronette
Novela JuvenilVerdades que duelen, secretos que matan. Una familia inusual, una institución convencional, dos muertos, más secretos, mentiras y escándalos. Bienvenidos a Lacronette.