Cuanto más grande es la herida, más previo es el dolor.
—Isabel Allende
|Incordios con nombre y apellido|
Me duele todo joder, ni siquiera me atrevo a mover un músculo, pues el dolor de mi intimidad es demasiada.
No sé qué hora es, pero debe ser la hora de desayunar, pues me han picado varias veces para ir a Desayunar. Me pongo en pie y comienzo a andar hacia la ducha, abro la ducha y mientras esta se calienta me desvisto. Al entrar sigue estando fría, pero es como agua bendita para mi cuerpo.
Cuando salgo, miro por la ventana para decidir qué ponerme. Escojo un pantalón corto color negro que me dé la movilidad y comodidad que requiere mi parte íntima, sigo con un top, y una sudadera ancha, me obligo a maquillarme, porque tengo marcas en varias partes. Antes de salir de la habitación ando y corro como si eso fuera a hacer que me viera más normal.
Cojo mi teléfono intentando contactar a Romy al recordar las preguntas de Harper, en eso ya he bajado las escaleras y estoy llegando la mesa. Cuelgo, y le doy una palmada a Jenkins
— Buenos días
Cuando levanto la vista de que ese tal Ryder también estaba sobre la mesa, pero lo ignoro categóricamente.
— ¿Cómo amaneciste Cooper?
— No muy bien
Admito, sin mirar a los responsables, aunque deben saberlo a la perfección. Arrastro la silla para así sentarme, pero cuando llega el momento, el dolor hace que tragué la saliva que no tengo. En consecuencia, Lúdop, ríe bajo como si estuviera orgulloso. Lo miré y este siguió con su teléfono, lo que no despertó sospechas o eso creo.
— ¿Y dormiste?
Me pregunta el jeque, con obviedad al no entender el rumbo de su pregunta.
— Obviamente, de otra forma no me hubiera despertado tan tarde.
— Lo digo porque se escucharon ruidos extraños.
— Yo también los escuche, me entro curiosidad por ver que se trataba, pero termine cerrando la puerta con pestillo.
En parte no mentía, se queda en silencio mientras yo lleno un vaso de agua, que necesitaba sinceramente.
— Me alegra saber que no soy la única que oyó esos ruidos.
Muerdo una tostada con mermelada de fresa que está de vicio para hacer yo una pregunta.
— ¿Cómo es posible que sea tu hijo, en el barrio nunca lo vi, ni siquiera en tu casa?
— Es complicado de explicar, La versión corta sería que su madre se murió y decidí traerlo aquí, pues tenía algunos negocios.
— Ah.
No pregunto más por el hambre que tengo, no sé cuanta fruta, tostadas y jugo como y bebo, pero es el suficiente como para que Ryder me mire con odio.
— Parece que hiciste alguna actividad pesada, y cansada
— Si se puede considerar actividad el derrotarte y engañarte verbalmente, entonces sí.
Deja su baso poniéndome en pie para desaparecer, pero no lo dejo ir sin soltar algo que lo amargue más de lo que está.
— No te piques hombre, solo digo que debes pensar con el cerebro y no con otras cositas.
ESTÁS LEYENDO
Lacronette
أدب المراهقينVerdades que duelen, secretos que matan. Una familia inusual, una institución convencional, dos muertos, más secretos, mentiras y escándalos. Bienvenidos a Lacronette.