Si lograste engañar a una persona no quiere decir que sea tonta, quiere decir que confiaba en ti más de lo que te merecías
—Charles Bukowski
|Ojo por ojo; muerto por muerto|
— Debemos salir, llegaremos tarde.
— ¿Y eso por qué?
Pregunto sobre la cama mirando a los dos hombres vestirse.
— Trabajo.
Responde Ronan, una piedra se clava en mí, ya que sé que es mentira, sé dónde van y no me hace gracia. Sus trajes negros se ajustaban a ellos a la perfección. Trago saliva cuando los veo guardarse un arma en la baja espalda, acompañado de eso, se ponen un tipo de goma en los brazos.
— ¿Por qué?...
— No preguntes ojitos
— ¿Y las gomas?, ¿Por qué lleváis gomas?
Me echo para atrás cuando el pelinegro se aproxima, pero me toma del pie y me arrastra hasta tenerme a centímetros de él.
— Para esto
Noto como desliza la goma por mi pie hasta llegar al muslo y después colocar el arma. Sinceramente, su cercanía había logrado que me importase poco la respuesta a mi pregunta.
— ¿Y no puede quedarse, aunque sea uno?
Susurro con voz melosa.
— No ojitos. Aunque nos tendrás todo lo que queda de día.
Callum está a punto de darme un beso, pero lo empujo cruzándome de brazos.
— Así que me quieres dar las sobras de vuestro tiempo...
Ronan se acerca a mí, me da un beso en la mejilla justo cuando yo iba a por su boca. Justo como hacía el pelinegro los días después de la subasta. El mencionado me abraza y camina hacia la puerta... Me abraza.
— Si os vais me perdéis para siempre. Hablo muy en serio
Dije seria, quise que diesen la vuelta y lo hicieron, pero solo para darme una sonrisa, para después marcharse... Me maquillo tapando las heridas provocadas el día anterior. Después con mucho cuidado me cuelo en una habitación buscando algo que encuentro en un cofre bajo llave.
Que manía tienen con los cofres.
Después de obtener las cosas que quiero salgo, y me visto con ellas, me iba algo pequeño el vestido, pero eso lo hacía ver mejor en mí. Con paciencia hago un par de trenzas en mi cabello para recrear un peinado.
La rabia que me corre por dentro es tanta que cojo todo lo que me encuentro en la habitación rompiéndolo. Voy tan nublada que al ver la casa que me regalaron se rompe, se me quita toda la rabia. Cambiándose a asombro por lo que había en su interior. El regalo no era la maqueta, era lo que había en su interior.
Salgo de allí en coche buscando la floristería más cercana que encuentro. Pido que me hagan un ramo de rosas blancas y jazmines.
Vuelvo a subir al coche, conduciendo con cuidado de no encontrarme a ningún oficial, puesto que soy menor. Lo único de provecho que aprendí con mi tío fue conducir.
Llego al cementerio, y suspiro antes de exponerme al radiante sol. Camino con una sonrisa hacia ese enjambre de personas. Otto es el primero en verme, y palidece.

ESTÁS LEYENDO
Lacronette
Genç KurguVerdades que duelen, secretos que matan. Una familia inusual, una institución convencional, dos muertos, más secretos, mentiras y escándalos. Bienvenidos a Lacronette.