La pregunta no es quién me lo va a permitir, sino quién va a detenerme.
—Ayn Rand
|Si la violentas a ella a mí también|
Por la mañana recibí una carta del señor Brown, el cual me invitaba a quedarme unos días a su casa, por motivos que me tenía que decir "personalmente". Fuera cual fuera el motivo ya había aceptado a todo. No quería ir clases, y este sería mi salvoconducto.
En la carta demando que cogiera algo de ropa de recambio, y así lo hice. Bajé las escaleras que daban a la parte boscosa, pero allí me encontré a los dos personajes, con los que había tenido intimidad hacía apenas un día.
Recordarlo hizo que me sonrojara, ¿cómo se me ocurrió pedir eso?
— ¿Qué hacéis aquí?
— Deberías de estar en clase
— Y vosotros también.
Contraataco, Lúbong redirige mi mentón hacia su rostro, estaba tan serio y frío como siempre.
— ¿No estarás escapado de tus clases, pequeña?
— ¿Qué harías si fuera de ese modo?
— Te azotaría.
La seriedad se vuelve picardía, pero antes de contraatacar y crear una escena no apta para menores, le planto la carta, tomándola del cierre de cera roja.
— Creo que no podrás azotar a nadie hoy.
— ¿Piensas ir hasta la base andando con el tiempo que hace?
Lúdop exageraba, no hacía tan mal tiempo, solo un poco de viento.
— Obviamente
— Ven, te llevaré.
Habré la puerta y paso encogiéndome de hombros, pero el detenerme bruscamente no le da margen a los dos hombres para que se detengan sin golpearse uno con la espalda del otro.
— ¿Por qué te detienes?
— Me parece que vuestros también andaréis
Digo, viendo a los dos coches aparcados, con las ruedas pinchadas, por los propios cristales del coche pintarrajeado y rayado. No sé quién de los dos es, pero me esconde detrás de él. Pero lo detecto cuando Ronan, vuelve, y lo hace con una fotografía que únicamente su némesis ve al completo, porque yo solamente pude ver unos ojos verdes, ¿será esa chica de nuevo?, Claro que lo era. Pero deje de pensar en eso, cuando un gran ruido sonó, mire hacia uno de los coches, el cual se había calcinado por la explosión repentina.
Callum tira de mí cuando comienza a caminar, pero yo solo miro lo que fue del coche
— Vamos, Riley, muévete
— Espera, pero el coche...
— ¡Ahora!
Callo, cuando Ronan me interrumpe, sea lo que sea es lo suficientemente peligroso como para que me grite. Comienzo a andar, corriendo de vez en cuando por los pasos tan largos que dan. Nos adentramos en el bosque, y me percato de que estamos cerca del lago.
— ¿Fue la misma persona que mato a Gerda?
— No
— ¿Entonces quien fue?
Los dos callan, por lo cual me suelto con brusquedad
— No empiezas con berridos Riley, muévete
Niego, cruzándome de brazos.
ESTÁS LEYENDO
Lacronette
Fiksi RemajaVerdades que duelen, secretos que matan. Una familia inusual, una institución convencional, dos muertos, más secretos, mentiras y escándalos. Bienvenidos a Lacronette.