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|Si tú no estas nada vale la pena|

Romy

Dos días antes

Aparco, aún conmocionada, no podía ser, ella no podía estar muerta. Sentía que se me clavaban miles de dagas en el corazón. 

Dejo caer la primera lágrima en el portal de mi casa, puesto que ahora era la desterrada, había ido a la mansión, pero nadie me permitió el paso, cuando logré colarme, lo primero que vi fue una cabellera roja. La amiga de Riley. Grito en el instante en el que me vio alertando a Asher.  Tuve que irme al instante. Lo que se me hizo normal fue ver como jugaba con su hermano y él bebe. En fin, tiro las llaves en el cesto y camino hacia mi habitación, cojo un bolígrafo y una hoja.

Ella podía odiarme cuanto quisiese, pero no me dejaría sola, no me daría la espalda y lo había demostrado. Y ahora no estaba. Comienzo a escribir en la hoja.

Mis actos no han sido certeros, y después de lo que are sé que pensaréis que estoy mal. Pero es culpa mía, yo la he alejado de mí, cuando prometí no hacerlo. Sé que diréis que es una obsesión, que mi naturaleza influyo, pero no es cierto. La veré pronto. No puedo, soportar nada más, ni tan siquiera el asco que tiene mamá hacia orientación ni el odio de ni hermano. Solo lo siento.

Miro el revólver encima de mis sábanas blancas, la tomo, y con las lágrimas nublando mi vista, cargo el aparato y me apunto, la sien, cierro los ojos, y aspiro.

— Uno... Dos...

—Antes de suicidarte, curarme, ¿quieres?

Abro los ojos de inmediato, viendo a Riley, con moretones, varias heridas y empapada. No tarda mucho en desplomarse. Pestañeo varias veces intentando verificar que no estoy loca, era real, estaba desmayada en mi casa. Pego un salto, y la cojo subiéndola a la cama, comienzo a quitarle el vestido blanco ensangrentado, mientras llamo a alguien que sepa cómo curarla.

— Mueve el culo y vena mi casa

Riley dijo que no saliera de casa

—Riley está aquí, tienes cinco minutos para venir, y tráete lo que se necesite para extraer balas.

Cuelgo sin decir nada más, esperando a que venga, y aun estando lejos de mi casa llega pronto, entra y al ver a Riley veo preocupación, en su rostro. Pone su mano en la frente y mira el vestido.

— Riley, Riley

— Tengo... tengo sueño

Le toma el pulso, mientras Riley intenta hablar, pero se trababa y respiraba demasiado lento.

— Tiene hipotermia, enciende la calefacción, tráeme agua caliente, paños, y una cuchara de madera o algo que pueda morder.

No tardo en moverme, cuando vuelvo, se empieza a notar el calor, mientras ella intenta hacer que Riley no se duerma.

—   Bien Riley, tengo que quitarte las balas que tienes, ¿sí?, muerde esto fuerte

Ella no parece enterarse, pero lo hace cuando comienza a hurgar en sus heridas con pinzas buscando, dichas balas, Riley no deja de gritar y moverse, por lo cual la agarro. Cuando veo dos balas salir de ella, saco el aire de mi cuerpo, aliviada, pero al parecer no ha acabado. Limpia sus heridas nuevamente y la cose. Mientras yo voy curando las heridas de sus palmas, y cara.

— ¿Qué le ha pasado?

— La habían secuestrado.

— Aléjate de ella, puta zorra, no me la vas a robar.

LacronetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora