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"Tener éxito no es aleatorio; es una variable dependiente del esfuerzo." 

— Sófocles

|El debate|

— ¿Qué es lo que trata de insinuar?...

— Si tiene algo que decir, no se esconda detrás de burdas expresiones, jeque.

— No insinúo nada que no sea un hecho...

— Mide tus palabras, porque de un cate, te devuelvo al bosque

— ¡No me falte el respeto!, es usted quien debe medir sus palabras... ¿Realmente no es inusual que empiecen a aparecer muertos, a nombre de ella?

Me duele la cabeza de hecho, siento que se va a reventar con las voces del Jeque, Ronan, y Lubóng, el corazón comienza a palpitar más fuerte cuando recuerdo al lobo, quiero abrir los ojos, pero no me atrevo por culpa de la curiosidad. La discusión que están teniendo es, ¿interesante?, sé que están hablando sobre lo mismo que en la cabaña, y que es de mucha importancia, pues el arrogante del jeque no se encontraría aquí.

Me decanto por no informar que he espabilado, pues otra pregunta hace que la cabeza me duela aún más ¿Quién es ella?

— ¡No la mencione! — Braman los dos a la vez, y por primera vez desde que "conozco" a Lubóng se le oye alterado.

—¡Basta, este no es ni el lugar, ni el momento para discutir este tema, por lo tanto, guarden silencio o váyanse, mi ahijada debe guardar reposo!

— Ese es otro asunto, padre. Beowulf...

—¡Ahora no!

— Beowulf... ¿Dónde está Beowulf?

Murmuro, esperaba que mi voz saliera a todo pulmón, pero se escuchaba desgastada, y seca... necesito agua. Intento abrir los ojos, pero me costaba mucho, segundos después de intentarlo, pude abrirlos. Quise moverme, pero Brown me acarició el cabello para tranquilizarme.

— Lamento mucho no haberte preparado para la noticia de que Beowulf está vivo.

Es algo automático, veo al lobo tumbado, con los ojos cerrados. ¿Estará esperando el momento para comerme?

Parece que Beowulf escucha mis pensamientos, ya que, abre los ojos, dejo caer mi brazo fuera de la cama, con temor antes de darle dos toques a la cama en la que estoy. Apenas se oye el ruido del frío metal y mi mano, pero eso no es lo que importa. Lo que importa es que Beowulf ha visto, mi mano moverse. Y lo demuestra poniéndose en pie para acercarse, Pero el rubio se pone entremedio, haciendo que el lobo aullé.

— Apártate antes de que te clave mi puñal

— No.

Pestañeo, recordando las noches en las que mama y papa tenían una noche romántica en san Valentín. Aún Lorey no había nacido por lo cual me dejaban al cargo del señor Brown, esas noches eran las mejores, ya que me permitía jugar con Beowulf. Recuerdo las veces que le demandaba algo y él lo hacía. Cuando me quedaba dormida en el patio y el con su hocico, me movía para que entrara al interior. También me acordaba de cuando se escapaba de su pequeña caseta, para ir a mi cama asignada. Durmiendo a mi lado.

— Beowulf, salta

Susurro, la sala se queda en silencio, como si hubiera murmurado alguna idiotez.

— No te hará...

El animal, pega un salto logrando quedar en mi regazo. Trago saliva tensándome, por un momento, por su proximidad. Pero sonrío, acerco mi mano nuevamente para que la olisquee. Se toma su tiempo antes de volver a aullar. Se aferra a las sábanas, clavándome un poco las garras y mostrándome sus afilados dientes, sollozo, apartando la cara, y cerrando los ojos.

LacronetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora