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Desde la infancia, no he sido como los demás; ni he visto lo que los demás. 

—Edgar Allan Poe

|El gato, resulto ser un lobo|

—... ¿Percy Jackson? ¿E.T, el extraterrestre? ¿Solo en casa?, ¿Piratas del caribe? ¡Ah... me rindo!

Cierro mi taquilla indignada, por la culpa de Dawmann que me acaba de confirmar que nuca ha visto una película, ¡ni de las más clásicas!, nadie se puede considerar persona si no ha visto alguna de las mencionadas anteriormente. Acomodo como puedo la pila de libros para así caminar hacia dirección que es donde me reclaman, obviamente dejo a mi acompañante atrás

— Espera, no te vayas, la próxima que digas me la sabré,f de verdad... y si no, pues no me hablarás nuca jamás como castigo.

— Te estás metiendo en terreno pantanoso —La aviso, arqueando una ceja, pienso la siguiente película, tratando de que sea una muy muy fácil.

— Avatar

—¡Ves, esa película sí que la conozco... es en la que sale, el mago que se llama Gargamel!

— ¡Gargamel es el antagonista de los pitufos... no me lo puedo creer Romy, olvídame!

— No espera...

Cierro una puerta en su cara y sigo mi camino, porque a decir verdad ya iba tarde. Sabía que debía estar allí por el debate. Entro sin tocar la puerta, ya que apenas puedo mover las manos, por los libros de la biblioteca. Ni siquiera estaba segura de quien se encontraba en la sala, por el hecho de que los libros tapaban un noventa por ciento de mi vista.

— Si llega con impuntualidad, lo último que debería hacer es perder sus modales señorita.

Hago un esfuerzo por dejar los libros en una butaca, me echo para atrás, y el peso de los libros me arrastra hasta la butaca de la cual me levantó de inmediato, dando un respingón cuando noto que me senté sobre alguien.

Los libros se quedan en el suelo, y me arrodillo a cogerlos, con rapidez, pero nuevamente choco con una cabeza con una mata pelinegra, froto mi frente, ya que realmente me hice daño.

— Disculpadme

Levanto la vista abruptamente volviendo a chocarme con ¿Lubóng?, ahora que lo pienso, ¿cómo diablos se llama? Eso es lo de menos, tomo el último libro del suelo y me pongo en pie, viendo a Lúdop.

¿No se suponía que ellos no podían estar en una habitación sin que acabara uno malherido?

De nuevo no me importa, los dos, me marcaron, y por sus culpas parece que tengo una enfermedad contagiosa. Aclaro mi garganta, miro hacia la mesa.

—Bien, les he citado, ya que, por problemas técnicos, el grupo del joven Lúdop se retirará, del pequeño torneo de debate realizado estas últimas semanas.

— ¿Entonces se cancela?

— No

Miro por encima de mi hombro, viendo al pelinegro, acercándose más al frente de la mesa, justo donde estoy yo. Vuelvo la vista hacia la señora de cabello blanco.

— ¿El último debate se llevará a cabo o no, señora?

— Baje su tono.

— Sí que se llevara a cabo, pero con un temario diferente, el cual tienen libre albedrío para escoger, eso sí, recomiendo que sea algo fácil, pues se llevara a cabo pasado mañana, y habrá un tercer jurado.

LacronetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora