El soldado en plena paz aun se ejercita — Seneca
|Cazada|
Dejo de llorar cuando unos tacones resuenan por la habitación, levanto la vista para ver a una sonriente Kosem.
— Sabes; a mi casa llego una carta. Y resulta que no era para mí.
Dijo con falsa pena, levanto la carta mencionada y allí vi un sello que me resultaba familiar.
— Es de tu queridísima madre para ti.
Abro los ojos, atenta a lo que dice. El notario no dejo ninguna carta como para que la tenga una mujer que ni siquiera conoce a mi madre.
— La escribió el mismo día que falleció; deberías haber visto la cara que seguramente puso...
— Buen intento Kosem. Se ve que tus perdidas hacen que te amargues más, e intentes amargar más a los demás. Pero no funciona así que cállate y vete.
— Señora Cooper... Si, señora; no, señorita Cooper. Sé que debes haberte estado preguntando el por qué mi madre; una loca maniática, te escribe una carta. Parecía odiarte. Aunque no fuese así
Trago porque es lo que mama escribiría, me levanto de la cama temblando y le arrebato la carta para leerla.
— Fui clara la vez que te dije que te alejaras de los dos. En cambio, sigues tocando los ovarios. Créeme, Riley, si no sales de aquí acabaré con las únicas personas que te toleran. Dos pelirrojas. Una bebe. Y un drogadicto suicida.
— ¡Te odio!
— Puedes odiarme cuanto quieras; pero recuerda que también caíste en el juego... Yo perdí a mi familia y tú también lo harás... No me hagas repetírtelo otra vez porque aparecerá otro muerto y créeme, no será agradable a la vista.
Me empuja y sale por la puerta, no espero más y sigo leyendo.
Necesitaba que fueras alguien con recursos; alguien que pudiese ser lo que quisiera sin preocuparse de no poder lograrlo. Alguien que cuide de mi familia, de su padre y de su hermana. Porque tu padre se derrumbará ante la ausencia de alguna de nosotras tres. Y tu hermana es muy pequeña para soportar tal peso y responsabilidad. Sé que viste lo que paso aquella noche con tu padrino. Pero nunca fue lo que tú creías; todo tiene una explicación que me negué a darte... Y me disculpo. Recuerda que o eres fría y calculadora o el mundo te comerá viva. Yo negrecí bien mi papel y el resultado seguramente sea muy gráfico. El amo del lobo...
La carta está incompleta, con una caligrafía excelente, y círculos arrugados, por agua y sangre. Mama lloraba cuando lo escribió, yo la había defraudado.
Necesito respirar... Necesito irme de aquí me sofoca, el miedo a no poder arreglar esto, Necesito encontrar a Alice, porque Kosem sabe dónde está, ¿sino por qué hablaría de dos pelirrojas?. Cojo las llaves que has sobre la encimera y salgo con cuidado de no ser escuchada por todos los que se encuentran en el despacho. Aunque por los gritos de Kosem dudo que nadie escuche nada
— ¡Más os vale estar allí!... ¡Y tú púdrete con tu estúpida...!
Cierro la puerta y busco el coche para meterme en él. Casi estaba oscureciendo, por lo tanto, las carreteras eran desérticas, así que podría conducir un poco más rápido de lo debido. Todo con tal de llegar rápido a la casa de Romy.
Cuando consigo llegar ya son las tres de la madrugada, pero aun así veo una luz encendida en su habitación. Y como si supiera que vendría, salió por la puerta principal. Me coge de la muñeca y me arrastra hasta su habitación para luego darme un abrazo, muestra de afecto que dura poco pues la aparto de un empujón.

ESTÁS LEYENDO
Lacronette
Teen FictionVerdades que duelen, secretos que matan. Una familia inusual, una institución convencional, dos muertos, más secretos, mentiras y escándalos. Bienvenidos a Lacronette.