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De la conducta de cada uno, depende el destino de todos 

—Alegandro Magno


— S-señorita, l-la mesa está lista

— G-gracias... Ahora déjame pasar.

— Lo siento

Cierro la puerta, camino con ella delante, hasta llegar al comedor en el que ya se muestran todos, veo un asiento al lado de Lubóng, lo que hace que dejen de hablar, y me miren, mucho... demasiado. Como si hubiera hecho algo que o debería haber hecho.

— ¿Pasa algo?

— Si tu cu...

— No pasa nada

— Si pasa, ese asiento está ocupado, levántate.

Dice Kosem intentando retener su ira. Me pongo en pie pues no sabía que vendría nadie más

— Lo siento...

— No tienes que sentir nada, este es tu sitio

Callum, me coge de la muñeca y me sienta de nuevo

— Que bonito

La madre extiende su mano tomando mi mano para ver la henna

— Gracias

Me siento ahora sí, sin prestarle atención a la conversación. Ya que lo último que quiero es que Kosem salte sobre mí y me extermine. Es más, me concentro más en pensar en lo que dijo Callum.

¿Qué posibilidades hay de que sea papa? Él me abandonó, hace mucho, no conoce a las víctimas que yo sepa, pero ellos si parecían conocerlos... Y Alice. Ella solo desapareció. Y ahora parece que el hermano de... Un momento. Ella iba a perder su virginidad, en un trío. Pero no quiso dar más información. Solo dijo que estaba confundida porque nunca había experimentado algo así. Pero luego se enfadó mucho conmigo cuando se enteró de lo que paso con Maya, como... si la quisiera, como si le atrajera su mismo sexo.

— Riley

— ¿Eh?

— La comida se te va a enfriar, ¿acaso no te gusta?

— No... sí, sí que me gusta

Digo, mirando mi plato vacío.

— Digo visualmente se ve bien.

La pelirroja me pone coles de bruselas de una como si supiera que es lo que quería.

— Gracias

— ¿Qué tal ha ido vuestro día?

— Demasiado bien

Los chicos comienzan a reír como si recordaran algo.

— ¿Que habéis hecho?

Pregunto con desconfianza, ya que los más serios estaban riendo a carcajadas. Y casualmente Otto no estaba

— Entrenamos

— ¿Todo el día?

— También jineteamos... bueno la mayoría, el resto se comió el suelo.

— Otto también...

— Él es el resto

Deje el tenedor de inmediato viendo a Callum con una cara tétrica

— ¿Monto un caballo con la niña?

— No, lo cuido, la sirvienta pelirroja

No digo más y mato a todos los que estuvieron en la actividad con la mirada para seguir comiendo.

LacronetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora