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|Pasado|

Hoy, veintitrés de diciembre, me encuentro intentando pegar ojo ya de mañana. Ya que hace dos días que Lubóng no se aparecía por la habitación. Y cuando lo hacía, ni siquiera me miraba. ¿Acaso no íbamos a hablar de lo que paso?

Estos días, era un desastre, no dejaba de lagrimar, por lo que tenía los ojos hinchados, el pelo enmarañado.

La puerta se abrió y de inmediato dejé de respirar, Sabía que eral Callum, puesto que si no hubiera sido por la poca luz que salía del pasillo no hubiera sabido que estaría aquí. Cojo una bocanada de aire suave porque debo confrontarlo, ya que si no no lo volvería a ver en lo que quedaba de día y eso no es lo que quería.

Cuando creí estar lista, se había metido en el baño. Para salir de nuevo

Me destape la manta lentamente, para luego sentarme apoyando mi espalda en el respaldo de la cama. Trague al ver a Callum con el pelo azabache despeinado.

— D-debemos hablar

Su indiferencia hizo que la vista se me inundara. Me deslicé intentando tocarlo pero retrocedió dejándome de rodillas. En ese preciso momento comencé a gimotear y llorar.

— Callum...

Conseguí, tomar su mentón para que me mirara, pero no duro ni cinco segundos tensándose.

— Duerme

— Vamos a hablar... esto es importante...

Me soltó, pero me cogió nuevamente cuando vio que estaba a nada de estrellarme contra el suelo. Mis brazos, perdieron la fuerza que alguna vez pudieron tener, mientras que mis piernas parecían estar remplazadas por bloques de cemento. Mi cabeza chocó contra su tibia, y allí me quede no como suplica, sino por cansancio.

— Riley levántate.

—N-no te entiendo, ¿por qué me haces esto?... ¿Por qué haces que llore?

Mis manos aterrizaron en el suelo cuando Lubóng se apartó saliendo de la habitación. Yo, sin embargo, seguía sobre la fría madera, llorando. Cuando me sorbo la nariz y me pongo en pie no me lo pienso dos veces antes de calzarme y salir tras él. Lo veo girar un par de veces, parece perdido en sus propios pensamientos, eso quiero creer. La cosa es que cuando llega a su destino. Abre la puerta y antes de que la cierre la abro de un empujó chocándome con su ancha espalda. Dicho acto logra que lo poco que había conseguido mejorar mi cabello, se fuera a tomar por saco.

Froto mi frente, ya que la sensibilidad que me traigo encima hace que los ojos se me agüen. Me gustaría atribuirle toda la culpa al pelinegro. Pero no podía.

— ¿Debo recordarle que esto es un asunto importante?

Pregunto sarcásticamente el Tuerto y manco, dirigiéndose a Callum.

— Cooper por favor...

— ¿Ese tema no será el "asesino" que deambula por este maldito lugar, verdad?

— Es exactamente de eso de lo que hablaremos.

Respondió Morgan, por su respuesta Pase por el lado de Callum sentándome en la silla que había frente a la pelinegra de tejanos negros, top blanco y chaqueta de quero.

— ¿Por que no puedo quedarme?

— ¿Por qué estás en pijama?

Dijo alguien con sarcasmo

— Porque eres un incordio

— Porque tengo tiempo ni paciencia para escucharte.

Comenzaron a soltar uno tras otro, Dante negó, como si dijeran estupideces.

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