SASHA
Termino por cerrar la laptop y suelto un suspiro mientras pienso en que en serio Egan cómo puede ocuparse de todo esto en un día, el idiota no ha dormido como debe ser y eso ya le pasó factura por ser un maldito terco, ahora entiendo las veces que lo veía dormir tan profundamente como si nunca hubiera cerrado los ojos.
- Jef...
- ¡Ay! ¿¡y ahora qué!? — me quejo al ver a Alessandro ingresar y al instante me callo — perdón, es que acabo de terminar algo y ya vienes decirme que hay algo más, seguro.
- Amm, no — lo miro esperando a que siga — el jefe ya despertó, estuvo buscán... — el hombre de ojos azules se hace paso entre la puerta y yo me levanto enseguida acercándome hasta Alessandro y Egan tira de mi muñeca acercándome a su cuerpo.
- Retírate — ordena hacia el antonegra que se va luego de darme una sonrisa divertida — ¿cómo te fue con el hijo de puta? — me envuelve por la cintura y yo reposo ambos brazos alrededor de su cuello.
- Bueno se enojó un poquito por su hija — hago una mueca — firmó, su perro faldero me apuntó con su arma y Valentina casi le vuela los sesos — frunce el ceño.
- ¿Valentina? — pregunta con rareza — ¿no ingresaste con Ernesto? — nos separamos.
- Oye no te enojes, ingresé con Valentina, Ernesto y Blake me escoltaron y estuvimos a poquito de terminar todos en una fea bronca, pero solo poquito, lo juro.
- Si con poquito te refieres a que casi mueres, no te mando a negociar — sonrío como niña traviesa — definitivamente no te vuelvo a mandar eso — miro la hora fijándome que ha dormido seis horas, bueno al menos eso es perfecto, necesitaba ese descanso.
- Ahora, ¿me puedes explicar cómo es que soy la lobo de la mafia italiana y no lo sabía? — se acerca a su escritorio como si no hubiera escuchado mi pregunta — ey, hazme caso, que no se me olvida lo que Kemal dijo, resulta que estoy a la par con Ernesto y yo ni enterada — me mira con esas relucientes esferas y sonríe de lado — es por eso que no te gustó que te traicionara — la seriedad toma el momento, tuve que averiguarlo por mi cuenta porque él nunca me lo hubiera dicho — la lealtad ¿cierto? desde el momento en que se me plasmó esto — elevo la mano izquierda — Ernesto es tu hombre de confianza, el guardián, y yo... — suelto un suspiro — lo siento — sale de mis labios — no te fui leal, pero tampoco es que sea una adivina como para saber lo que significaba.
- Ya te dije que te perdoné tu mierda.
- Sí, pero no es lo mismo ahora que sé esto — camino hacia él — es por eso que aquella vez no quisiste que me tatuara lo mismo — recuerdo su "no" y su "elige otra cosa" — hasta que al final terminaste accediendo — elevo la mirada al tenerlo cerca mientras él se recuesta en su escritorio — tú confiaste en mí — susurro — ¿aún lo haces? — sus ojos y los míos no dejan de mirarse.
- Sí, mi sono sempre fidato di te — sonrío por inercia y lo atraigo de la nuca para darle un largo beso que él recibe, me voltea hasta hacerme caer sentada sobre su escritorio y me abre las piernas de golpe ocasionando que suelte un jadeo por su rudeza.
~Sí, siempre he confiado en ti~
- Te acabas de levantar.
- Sí, por eso descansé, quería follarte apenas llegaras — sus manos aprietan mis muslos...
- Espera — lo detengo mientras entre cierro los ojos mirando hacia la puerta.
- ¿Qué?
- Estoy esperando la interrupción de Ernesto — susurro y él rueda los ojos para después seguir comiéndome la boca a besos, sus manos suben lentamente hasta colarse bajo el vestido, su mano que no tiene el yeso hace contacto con mi piel y le ayudo a quitarme el vestido.
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Fénix Italiana © (2) / [+21] ✔
RomanceHa pasado más de un año, nuevos amores, nuevos amigos, nueva vida, la agente Mills Russell, una de las mejores agentes en SEILD, dada por muerta el día de su rescate, pero el pasado siempre acecha y el de ella viene junto a un operativo que le hará...