CAPÍTULO 49

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SASHA

Termino por cerrar la laptop y suelto un suspiro mientras pienso en que en serio Egan cómo puede ocuparse de todo esto en un día, el idiota no ha dormido como debe ser y eso ya le pasó factura por ser un maldito terco, ahora entiendo las veces que lo veía dormir tan profundamente como si nunca hubiera cerrado los ojos.

- Jef...

- ¡Ay! ¿¡y ahora qué!? — me quejo al ver a Alessandro ingresar y al instante me callo — perdón, es que acabo de terminar algo y ya vienes decirme que hay algo más, seguro.

- Amm, no — lo miro esperando a que siga — el jefe ya despertó, estuvo buscán... — el hombre de ojos azules se hace paso entre la puerta y yo me levanto enseguida acercándome hasta Alessandro y Egan tira de mi muñeca acercándome a su cuerpo.

- Retírate — ordena hacia el antonegra que se va luego de darme una sonrisa divertida — ¿cómo te fue con el hijo de puta? — me envuelve por la cintura y yo reposo ambos brazos alrededor de su cuello.

- Bueno se enojó un poquito por su hija — hago una mueca — firmó, su perro faldero me apuntó con su arma y Valentina casi le vuela los sesos — frunce el ceño.

- ¿Valentina? — pregunta con rareza — ¿no ingresaste con Ernesto? — nos separamos.

- Oye no te enojes, ingresé con Valentina, Ernesto y Blake me escoltaron y estuvimos a poquito de terminar todos en una fea bronca, pero solo poquito, lo juro.

- Si con poquito te refieres a que casi mueres, no te mando a negociar — sonrío como niña traviesa — definitivamente no te vuelvo a mandar eso — miro la hora fijándome que ha dormido seis horas, bueno al menos eso es perfecto, necesitaba ese descanso.

- Ahora, ¿me puedes explicar cómo es que soy la lobo de la mafia italiana y no lo sabía? — se acerca a su escritorio como si no hubiera escuchado mi pregunta — ey, hazme caso, que no se me olvida lo que Kemal dijo, resulta que estoy a la par con Ernesto y yo ni enterada — me mira con esas relucientes esferas y sonríe de lado — es por eso que no te gustó que te traicionara — la seriedad toma el momento, tuve que averiguarlo por mi cuenta porque él nunca me lo hubiera dicho — la lealtad ¿cierto? desde el momento en que se me plasmó esto — elevo la mano izquierda — Ernesto es tu hombre de confianza, el guardián, y yo... — suelto un suspiro —  lo siento — sale de mis labios — no te fui leal, pero tampoco es que sea una adivina como para saber lo que significaba.

- Ya te dije que te perdoné tu mierda.

- Sí, pero no es lo mismo ahora que sé esto — camino hacia él — es por eso que aquella vez no quisiste que me tatuara lo mismo — recuerdo su "no" y su "elige otra cosa" — hasta que al final terminaste accediendo — elevo la mirada al tenerlo cerca mientras él se recuesta en su escritorio — tú confiaste en mí — susurro — ¿aún lo haces? — sus ojos y los míos no dejan de mirarse.

- Sí, mi sono sempre fidato di te — sonrío por inercia y lo atraigo de la nuca para darle un largo beso que él recibe, me voltea hasta hacerme caer sentada sobre su escritorio y me abre las piernas de golpe ocasionando que suelte un jadeo por su rudeza.

~Sí, siempre he confiado en ti~

- Te acabas de levantar.

- Sí, por eso descansé, quería follarte apenas llegaras — sus manos aprietan mis muslos...

- Espera — lo detengo mientras entre cierro los ojos mirando hacia la puerta.

- ¿Qué?

- Estoy esperando la interrupción de Ernesto — susurro y él rueda los ojos para después seguir comiéndome la boca a besos, sus manos suben lentamente hasta colarse bajo el vestido, su mano que no tiene el yeso hace contacto con mi piel y le ayudo a quitarme el vestido.

Fénix Italiana © (2) / [+21]  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora