MARINA
El cuerpo me pesa, me duele y me aflige, el olor horrible llega a mis fosas nasales mientras trato de moverme sintiendo como los jadeos de dolor salen de forma involuntaria, mi piel hace contacto con el frío y el sonido de una cadena me hace abrir los ojos al instante.
El miedo me lo trago al ver que estoy dentro de una celda, mi respiración sube y baja de manera agitada y trato de controlarme para no tener esos malditos ataques de ansiedad como hace muchos años atrás, las paredes están con rastros carmesí y puedo escuchar los lamentos del resto de prisioneros que deben tener aquí.
Mi cuerpo tiembla internamente y me levanto sintiendo la cadena sujeta a mi tobillo, tengo frío y solo ando en ropa interior, lo único que recuerdo era estar dentro de la ambulancia, recuerdo bien que mi hijo me dejó dentro entonces... ¿qué mierda hago aquí?
Solo pienso en Jared y Sasha, si yo estoy aquí, quiero que simplemente ellos estén bien, si me van a matar, no quiero que a ellos los toquen, que hagan conmigo lo que mierda quieran, pero no a mis hijos, no a ellos.
- ¡A ver imbéciles! ¡hora de que traguen! — escucho en un perfecto ruso.
Los pasos de los perros falderos de Vladimir hacen eco en el lugar y llegan a mi celda dejando un puto pan con agua, elevo la vista encontrándome con la de su mejor y leal perro fiel haciendo que suelta una sonrisa de lado que también devuelvo.
>> Vaya, vaya, la maldita perra traidora está de vuelta — le dedico mi mejor sonrisa a pesar de estar hecha una mierda.
- Andrei — hablo con diversión — a los años, hijo de puta, veo que aún tienes mi recuerdito — miro esa horrible cicatriz en su cara que me hace sonreír de lado y a él abrir mi celda con notable enojo.
Me doy cuenta que tengo las heridas tratadas, pero mi cuerpo sigue adolorido y el que me levante de manera cruel por el cabello hace que la cadena suene y apriete los dientes aguantándome el dolor.
Mis uñas se clavan en su muñeca y un codazo le hace soltarme para luego girarme la cara de un golpe que me deja tirada en el suelo y empiezo a reír conforme me levanto hasta mirarlo.
- Sigues igual de buena, tengo que admitir, esa carita de inocente que finges tener cuando eres una perra de raza, cualquiera se lo cree.
- Incluso tú — me burlo — gracias por matar por mí, eres un excelente perro — las patadas en mi abdomen me atraviesan a un punto de dolor que me deja sin aire, mi abdomen se contrae por inercia y me cubro el rostro hasta que deja sus golpes dejándome apenas moverme y respirar con dificultad.
- Verte morir me va a divertir como no tienes idea, ahora no eres más que una puta esclava, y tu hija es la que sigue — mi vista cargada de enojo se posa en él — así como matamos a todos los Kozlov, así como eliminamos hasta el último Lombardi, de la misma manera como te pasó a ti, es tu jodido destino y tu hija es la última en la lista — suelto una risa por lo bajo ganándome otra patada que me hace jadear de dolor.
- ¿Qué? ¿No pudieron con Enzo Lombardi? — me burlo sintiendo golpe tras golpe que impacta de forma que siento que en cualquier momento rompe algo dentro de mí.
- El único y quizá el último — empiezo a reírme sabiendo que los Lombardi no son fáciles de vencer, hacen tan bien sus jugadas que Massimo ocultó su identidad haciéndose pasar por socio de Enzo, ambos hermanos juntos son una bomba que si apenas y la rozas, explota.
Los rusos no mataron a todos los Lombardi, Enzo tiene un maldito hijo que ahora es el capo de capos y si todo el mundo se llega a enterar que los Lombardi siguen vivos, algo muy interesante va a pasar.
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Fénix Italiana © (2) / [+21] ✔
Roman d'amourHa pasado más de un año, nuevos amores, nuevos amigos, nueva vida, la agente Mills Russell, una de las mejores agentes en SEILD, dada por muerta el día de su rescate, pero el pasado siempre acecha y el de ella viene junto a un operativo que le hará...