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CAPÍTULO 52

NARRADOR OMNICIENTE

En la central de Londres, Jared no está de humor para nada ni para nadie, el enojo le come por dentro y no se sabe cuánto más va a poder soportarlo, golpea su escritorio con la ira cavando por sus venas recordando a ese niño de dos años que no le ha hecho nada a nadie y ahora está muerto, supuestamente.

Marina se encuentra en su oficina teniendo en la cabeza los miles de asuntos que no la dejan en paz, se cubre la marca con cualquier prenda manga larga, su hijo se está encargando de desaparecer eso y aunque se le haga difícil no va a parar. La mujer de ojos marrones tiene pesadillas capaces de no dejarla dormir, su martirio en la mansión rusa fue demasiado cruel y aunque no llora, por dentro la sensación le mata.

Una llamada ingresa a su móvil y ella responde de manera automática mientras recuesta su codo en el escritorio y deja caer su rostro en una de sus manos. Las palabras que salen del otro lado la dejan en fría por segundos provocando que se levante enseguida escuchando con cuidado cada cosa que le dicen.

Jabes por otro lado, termina con los documentos que tiene sobre el escritorio y se recuesta de mala gana sobre su asiento, mira al techo sin ningún punto en específico mientras las ganas de querer matar se apoderan de su cuerpo y simplemente da un profundo respiro hasta que la puerta de su oficina se abre ingresando sus dos amigos por ella.

- Ay vamos amigo, hoy tenemos que salir a cambiar ese humor de mierda.

- Sí, deja la mierda de trabajo, luego jodemos a los rusos — alienta Dustin haciendo que Jabes los mire y frunza el ceño en su dirección — ¿a quién te tiraste hoy? Eres un grandísimo hijo de perra, mira que adulterar las cámaras también cansa — los dos sueltan a reír mientras Jabes los escucha con desinterés.

- Señor — ingresa su secretaria — el presidente lo solicita en su oficina con urgencia — Jabes suelta un suspiro de molestia mientras se levanta porque sabe bien para qué lo solicita Valdus.

- Dile al presidente que tengo asuntos más importantes que hacer — mira a sus amigos — como salir un rato de esta aburrida oficina — los tres se miran de manera divertida mientras su secretaria se retira dejándolos solos.

En la fortaleza irlandesa, Evie avanzada por el grande lugar mientras a las afueras, Kerstyn Gallagher, baja de la camioneta ingresando en perfecta sintonía con sus altos tacones, los clovers le dan paso a la señorita de cabello grisáceo que no tarda en ingresar.

Daryll juega con sus carritos en la sala de estar mientras Aria lo cuida día y noche, pues no es como si fuera fácil cuidar al heredero de la mafia irlandesa, más aún cuando su padre te dice estrictamente "sin ningún rasguño". El pelirrojo niño decide salir y su niñera le sigue el paso, avanzan por los pasillos mientras el hijo de Evie mira el grande lugar como si nunca se cansara de verlo, más aún cuando su mami es la que pinta esos hermosos cuadros que adornan las paredes.

El niño decide correr hasta que se choca con la señorita de cabello grisáceo que baja la mirada al niño al tiempo que Aria le pide disculpas, el nene le sonríe dulcemente y la joven le devuelve la sonrisa poniéndose de cuclillas detallando al niño que es idéntico a su padre a excepción de los ojos, le quiere acariciar la mejilla hasta...

- ¡Tócalo y te mato! — la Mills Russell menor de Jared y mayor de Sasha hace acto de presencia acercándose a su hijo mientras Kerstyn se pone de pie sin creer lo que tiene a sus ojos, frente a ella está una Russell que creían muerta — no me mires mucho, que ganas de sacarte los ojos no me faltan — mira a la niñera — llévate a mi hijo de aquí — Aria se retira con Daryll en dirección a la cocina dejando a las dos mujeres solas.

- Evie — habla ella luego de largos minutos — ¿así que ese niño es hijo de Connor? — la joven de ojos marrones no sabe si decirle o no que el pelirrojo niño es hijo del Boss — se supone que moriste en Verona, al parecer ni el infierno te quiere.