CAPÍTULO 66

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SASHA

El sonido de mi ritmo cardíaco me despierta de a pocos, me muevo al sentirme algo incómoda en la cama, abro los ojos con lentitud encontrándome con el blanco techo que recuerdo, giro un poco la cabeza encontrando a mamá durmiendo en el sofá y a Valdus en el otro extremo, también durmiendo. Miro con desconcierto a mi alrededor, traigo la intravenosa y algunas vendas en las zonas más doloras que siento. Trato de levantarme y Valdus despierta mirando en mi dirección mientras me da esa sonrisa fraternal conforme se acerca.

- Llamaré al médico — se retira y mamá se levanta a tiempo récord corriendo en mi dirección.

- ¿Te duele algo? ¿sabes quién soy? ¿cómo te sientes?

- Mami — susurro y las lágrimas me vencen al mismo tiempo que me llevo las manos al abdomen sintiendo que me falta algo, ocasionando que mi mente proyecte todo lo sucedido en el operativo.

Los golpes, la sangre, el dolor horrible, mis llantos... todo me llega cómo una ráfaga de viento y el cuerpo se me tensa cristalizándome los ojos al punto de nublar mi vista y negar con la cabeza.

- ¿Lo perdí? ¿lo perdí, mamá? — el médico ingresa seguido de Valdus — ¡dime! ¿¡lo perdí!?

- Señorita Mills...

- ¡No! ¡no! ¡díganme que aún lo tengo conmigo! ¡por favor! — me levanto sintiendo el dolor de la intravenosa ante los fuertes movimiento que hago.

- Sash, cielo...

- ¡No! ¡no otra vez! — me arranco la vía aguantándome el dolor que no se compara con lo que siento ahora — ¡no una! ¡dos! ¡dos veces! ¡y tú me mentiste! — me voy contra mi madre siendo detenida por los médicos que ingresan — ¡tú y Jared me mintieron! ¡me mintieron! ¡eso no se hace! ¡cómo me pudieron ocultar algo así! — me libero de los médicos y a uno le corto con la aguja para después salir corriendo en bata y con los pies descalzos.

- ¡Vayan por ella! — escucho a Valdus y sigo corriendo mandando abajo a todos en mi camino, ni siquiera me importa si están los pacientes, ¡no me importa nada! — ¡Sasha! — ignoro todo, corro, corro con las lágrimas en los ojos, me duele hasta correr, pero eso no me importa, me trago el dolor que cada vez se intensifica al momento que uso las salidas de emergencia y corro escaleras arriba, me caigo y flaqueo a mitad de camino, las piernas me tiemblan para volver a ponerme de pie y sin embargo lo hago sosteniéndome del pasamano para poder seguir avanzando.

Llego a la azotea y tomo un fierro cualquiera que pongo en las manijas para que no ingresen, camino con más tranquilidad sintiendo los hipidos que me contraen la garganta cada tanto y caigo, caigo al suelo empezando a gritar al punto de lastimar mi garganta, mis nudillos impactan al cemento sintiendo el dolor que encuentro relajante, me insulto de todo, porque siempre pierdo, siempre, como si algo se hubiera ensañado conmigo.

Escucho cómo empujan la puerta queriéndola hacer añicos, el viento me choca al rostro, el cielo es oscuro, ni siquiera sé qué día estamos, me siento perdida y tan pequeña, ni siquiera sé cómo es que me puedo aguantar el dolor pélvico que estoy empezando a sentir con más intensidad, parece que el legrado y el no guardar reposo me ha traído consecuencias, pues al levantarme, una mancha de sangre es lo que hay en el suelo. Camino como una maldita zombi escuchando que la puerta se abre y yo al fin llego al borde de la azotea, el aire me levanta el cabello y seca mis lágrimas, pero al mismo tiempo me relaja y alivia sintiendo el cuerpo como una pluma ligera.

- Sash, Sash, cielo, no me asustes de esa manera — la voz de mamá también me calma, cierro los ojos por largos segundos y los vuelvo a abrir mientras volteo a ver a la mancha de personas que me miran con miedo.

Fénix Italiana © (2) / [+21]  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora