Cap 11:

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(Notas de autora).

-Diálogos-.

-Pensamientos-.

*-Cartas-*.

POV NAVIER:

Estaba en el segundo banquete, estaba relajada en esta ocasión. Como lo recordaba la vizcondesa Verdi pasó a ser la dama de compañía de Rashta, y la última mencionada usaba una seda azul que el duque Lilteang intentó regalarme en un intento encubierto de soborno.

-No entiendo el sistema del concubinato- dijo la princesa Soju del Reino del Sur chasqueando su lengua -no existe un sistema tan extraño en el Reino del Sur. En términos educados, ella es una concubina, pero ¿no es todavía una esclava? ¿Cómo la ley la aprueba como concubina? Ella mantiene la cabeza en alto sin darse cuenta de lo vergonzosa que es-.

-Es como tú dices. ¿No es extraño que pueda pasar por delante de la emperatriz con la espalda recta?-.

Escuché a la princesa y a Laura hablar un poco más del tema, hasta que me cansé de escuchar sobre esa mujer -¿hablamos de otra cosa?-.

-Oh, escuché una historia interesante sobre el príncipe Heinley esta mañana-.

-¿Una historia interesante?- Ay no, de solo pensar en la situación que seguía se me hacía un nudo en el estómago, al mismo tiempo que me ardía, quería vomitar de la molestia que me empezaba a recorrer.

-Fue cuando estábamos comiendo juntos en el palacio del sur. Escuché que intercambió cartas de forma anónima con alguien del Imperio Oriental- fingí estar sorprendida, pero en realidad estaba ansiosa -dijo que quería encontrarse con la persona y que debería reunirse con él en el palacio del sur. El chisme está por todas partes- mis damas de compañía me miraron al mismo tiempo -¿hm? ¿Qué?- .

No respondí nada -su majestad, ese pájaro parece ser un híbrido entre una lechuza y un águila. ¿Cree que su dueño podría ser el príncipe Heinley?- Heinley no era el dueño, él era el pájaro. La condesa asintió.

-Estoy de acuerdo. Su alteza. Creo que este rumor podría ser sobre usted- las otras damas de compañía me miraron con ojos brillantes.

-... Yo también lo creo- confesé. Las damas se taparon la boca e intercambiaron miradas de emoción -no me presentaré- dije firmemente, presentarme podría ser un cambio muy grande.

-Su majestad, ¿no sería una buena idea ser amiga de alguien tan apuesto como el Príncipe Heinley?- No quiero ser su amiga, sino su esposa.

-Al príncipe Heinley le encantaría aún más si descubriera que su compañero de cartas es la Emperatriz-.

-¿No te invitó a bailar?- Negué con la cabeza.

-Quiero seguir siendo una amiga cuyo nombre o cara no conoce-.

-Pero..-.

-El príncipe Heinley tiene muchos escándalos con mujeres. Tiene la reputación de ser un mujeriego, y si su correspondencia privada resulta ser la emperatriz, todo el mundo la mirará de forma extraña- la condesa Eliza miró fríamente en dirección a Rashta, quien estaba riendo a carcajadas con el gran Duque Lilteang, y a su lado estaba la vizcondesa Verdi -tendremos muchos enemigos en el futuro y pueden pensar en difundir rumores maliciosos. Es mejor ser cauteloso-.

-Oh- asintió Laura -pero estoy un poco triste-.

Está situación me disgustaba aunque lo ocultara bien, la vizcondesa Verdi no tardaría en traicionarme y decirle a Rashta que yo era la amiga por cartas de Heinley, también Rashta no demoraría en hacer que su dama de compañía y luego ella fingieran serlo, Heinley se divertiría, primero tratándolas dulcemente y luego humillándolas, después de todo, él solo quería hacer que me presentara ante él y me "quedara" con Reina, era muy astuto y travieso.

POV HEINLEY:

Le sonreí a la farsante que tenía en frente, había pensado en presionar un poco a reina y hacer que viniera a buscarme, así mis planes podrían ir más rápido, pero por lo que veo, ella no desea mostrarse. La emperatriz no era nada parecido a lo que escuché, no era una mujer de hielo, ni tampoco cruel.

Durante mis primeras visitas de vigilancia, pensé que los rumores eran ciertos, hasta el día que se encontró por primera vez con esa mujer llamada Rashta, la vi ver fijamente la mano temblorosa de su dama de compañía, y recibió un castigo al evitar que ella hablase, también escuché la advertencia que le dio a esa dama de compañía, desde ese punto todo cambió, empecé a llevarle notas, me trataba de una forma muy dulce y cuidadosa, se aseguraba de que tuviera viajes seguros e incluso me daba agua y cobijo si era necesario. La vi llorar, escuché las rudas palabras del emperador hacia ella, y silenciosamente empecé a consolarla.

Ella era una mujer tan diferente a lo que describían, era una mujer hermosa, y con lo que había visto, muy responsable con su trabajo como emperatriz, me preocupé tanto cuando la vi colapsar algunas veces... Y debo admitirlo su sonrisa era la más hermosa que había visto e incluso llorando se veía preciosa. Me estaba empezando a dar algo de lástima y pena tener que secuestrarla y usarla como un peón en mi plan.

O bueno. supongo eso era antes, desde la primera vez que dormí en sus brazos lo había decidido, ella sería mía, incluso si me ganaba su odio, no podría evitar convertirse en mi esposa. El aroma a frutillas de su cabello era relajante y adictivo, su voz era hermosa, algunas veces indiferente y hasta sin sentimientos, pero en otras ocasiones era más dulce que cualquier pastel, su ojos... Eran dos bellas esmeraldas. Salí de mi ensoñación.

-Mi señora, ¿eres con quien he intercambiado cartas?- Pregunté.

-Si- respondió nerviosa, ahora que lo pensaba esta mujer siempre está junto a la amante del emperador, y recuerdo que hoy escuché hablar de que una de las damas de compañía de la emperatriz decidió dejar ese puesto y pasar a ser la dama de compañía de la amante. Era posible que haya sido mandada por la amante o que haya decidido engañarme por su cuenta. Levanté mis cejas y después de un rato sonreí falsamente.

-¿Estás segura?-.

-¿Qué?-.

-Quiero preguntarte para estar seguro. La persona que busco es muy valiosa para mí- sonreí sin darme cuenta al recordar el extraño sentido de humor de Reina. La mujer abrió los ojos sorprendida -me sentiría muy feliz si usted fuera mi conocida por carta, pero si no... Me sentiría tan decepcionado que no sé lo que haría- amenacé, vería hasta donde llegaba esta mujer con su mentira, me levanté y me acerqué a ella sonriendo -¿estás segura de que eres tú, mi señora?-.

Editado: 30/12/2022.

Atte: Sana~i.



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