Cap 15:

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Perdón por actualizar tan tarde hoy, es que  como vieron estuve arreglando pequeños detalles que se me pasaron en caps anteriores, uwu.

(Notas de autora).

-Diálogos-.

-Pensamientos-.

*-Cartas-*.

POV NAVIER:

-Cálmese, su majestad. Príncipe Heinley, usted es nuestro invitado- les levanté la voz -por favor, tomen asiento- obedientemente ambos se sentaron. Al poco rato me limpié los labios con una servilleta y empecé a despedir a los invitados, para sacarlos del ambiente tan tenso que se había formado.

Tal y como recordaba Rashta había comenzado a copiar incluso mi tono de voz.

-Señorita Rashta-.

-Si, su majestad-.

-Pensaba preguntarle esto después de las celebraciones de Año Nuevo, pero ahora necesito saberlo-.

-¿Qué?-.

-¿Por qué mentiste a todos y dijiste que te envié regalos?-.

-¿Mentir?- Preguntó confundida Rashta -Rashta no mintió, su majestad. Es cierto que la emperatriz envió muchos regalos a Rashta...-.

-No sé de dónde viene este malentendido, pero no hice tal cosa-.

-¿Qué? ¿Estás enojada porque Rashta dijo que ella escribió las cartas...?-.

-En parte-.

-Pero la vizcondesa Verdi dijo que la emperatriz nunca se presentaría. De hecho, la emperatriz se sentiría avergonzada por esto. Así que no quise decir nada. Solo intentaba jugar-.

-¿Jugar?-.

-Y también la ayudé a usted, su majestad-.

-¿Me ayudaste?-.

-No querías que nadie más supiera que eras la amiga de cartas. ¿Por qué siempre asustas tanto a Rashta?-.

La puerta se abrió, Rashta al ver al emperador empezó a llorar -¿Rashta? ¿Por qué lloras?- Sovieshu me miró con desprecio, si, esa mirada seguía doliendo -¿qué pasó, emperatriz? ¿Qué le ocurre a Rashta?-.

-Le hice una pregunta-,

-¿Qué le preguntaste?-.

-Le pregunté por qué mintió cuando nunca le envié regalos- Sovieshu se tensó.

-¿Le preguntaste sobre eso?-.

-Ella ha estado diciéndole a la gente, así que por supuesto que lo hice-.

-Si Rashta se equivoca, ¿no deberíamos dejarlo pasar?-.

-No puedo permitir que mi nombre sea usado de esa manera-.

-No tienes que enfrentarte a Rashta. Es mi culpa. Le envié los regalos en tu nombre- y ahí estaba, Heinley puso aún más rígida su expresión, la furia se veía clara, para mí, en sus ojos.

-¿Es eso cierto, su majestad?-.

-Hubo un malentendido por mi culpa-.

-No, Rashta está muy feliz. Lo hiciste por Rashta- apreté mi puño, me seguía debiendo una disculpa.

-Si, esto es tu culpa-Sovieshu se giró sorprendido, al parecer pensó que todo se había resuelto, lo miré fríamente -tienes que asumir la culpa, su majestad. Admitiste la responsabilidad- abrió los ojos como platos -no importa las circunstancias, no debes utilizar el nombre de otro. ¿No es así, su majestad?-.

-¿De verdad tenemos que lidiar con eso aquí?- Preguntó desconcertado.

-Si. Ahora que has asumido la culpa, ¿no deberías hacerte responsable?-.

Sovieshu palideció, miró a Rashta y Heinley, sabía lo humillado que se sentía, pero si no me detuve en el pasado, menos lo haría ahora.

-¿Qué es lo que quieres? ¿Quieres que llore como Rashta?- Era una propuesta tentadora, pero no quería lidiar con sus lágrimas en este momento, después de todo estaría agotada de ello en un par de meses, cuando incluso me pidiera ser mi concubino.

-Quiero que te disculpes- dije con sencillez.

-¿Disculparme?-.

-Por favor, discúlpese por usar mi nombre-.

-Lo siento, ¿está bien?-.

-Y como la señorita Rashta ha estado difundiendo información falsa, espero que se responsabilice y lo corrija-.

-¿Por qué eres tan de mente estrecha? Nunca fuiste así, ¿verdad?-.

-¿Mente estrecha? ¿Es acaso un pecado querer limpiar mi nombre?- Pensé enojada -debería decírtelo. Y no me hables descortésmente Sovieshu-.

POV HEINLEY:

Dios, su voz me tenía mareado, en el buen sentido de la palabra.

Ahora estaba seguro, la quería para mí -¿cómo sonará mi nombre salir de sus labios con ese frío tono?- Mi interior se estremeció. Esa voz, su perfil y su comportamiento frío como glaciar, toda ella me tenía prácticamente sometido en estos momentos. Tragué en seco, si no intervenía o esto acababa pronto, me arrodillaría y besaría sus manos -¿se sentirá bien recibir órdenes de su parte, obedecerlas y después rebelarme?-.

Sentía tanta ansiedad y tenía tantas preguntas ¿por qué me ignoró cuando me di a conocer? ¿Por qué fingía no conocerme? ¿Por qué no intentaba buscarme? ¿La comodidad de las cartas y bromas que compartimos, fue unilateral?

Pero también estaba furioso, aun si ella no lo deseara quería protegerla, llevármela lejos de todo esto que le causaba tanto dolor.

-¿Estás celosa de Rashta, por casualidad?- Vi la mandíbula de reina endurecerse, me encantaba, adoraba y anhelaba esta emperatriz de hielo, pero lo que la llevó a serlo, me causaba odio. Un impulso aún más violento que el de antes me recorrió, quería golpear hasta no poder más a este hombre que decía ser su esposo. ¿Cómo podía ver a otro lugar teniendo a una mujer tan encantadora e inteligente a su lado?

-Su majestad el emperador. Debe ser más perceptivo- hablé finalmente, controlando mis impulsos, McKenna se pondría furioso, pero no me importaba.

-Esto no le concierne, príncipe Heinley-.

-Lo que tenga que ver con reina me concierne- me relajé un poco -soy un testigo. ¿Cómo puedo mantener mi nariz fuera de esto?- Sonreí, mientras me paraba al lado de la emperatriz, estaba seguro que nos veíamos bien juntos -su majestad, no se preocupe. Seré yo quien difunda los rumores sobre la verdad. Su reputación no se verá empañada por este error- le aseguré.

Todo pudo haber empeorado si McKenna no hubiera aparecido y me hubiera arrastrado fuera del lugar -te escuché decir algo sobre la reputación. ¿Estás cambiando de rumbo?-.

-Si mi reputación me impide llevármela, entonces la cambiaré para poder sacarla de aquí-.

-Haz lo que sueles hacer, príncipe. No pelees de frente, pelea desde atrás. ¿Por qué estás tratando de hacer algo que no puedes hacer bien? ¿Y por qué tiene que ser con el emperador del Oriente? A este ritmo, nuestro espionaje será discutible- eso ya no me importaba mucho por el momento, solo me importaba ver si ella estaba bien. Ignoré los regaños de McKenna y me acerqué a una silla de mi habitación -¿qué vas a hacer con la silla? ¿Vas a pegarme? -.

-Siéntate- le ordené, cuando él lo hizo, le toqué la cabeza e introduje maná a la fuerza, McKenna en medio de un grito se convirtió en un pájaro azul, sus ojos se abrieron cuando le di algo de mi escritorio -entrega esto a Elgy- él me miró desconfiado -no me meteré en problemas, así que ve y entrégalo. Lucharé por detrás, tal y como dijiste- lo tranquilicé -con algo de suerte, no solo ganaré esta batalla, sino que también me llevaré a la emperatriz de hielo- no amaba a esa emperatriz, pero si me gustaba y la consideraba una amiga, no quería que ella sufriera.

Editado: 30/12/2022.

Atte: Sana~i.

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