Cap 59:

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Olvide mencionar las edades que manejaré en la historia.

Sovieshu tiene 25, Navier tendrá 23, puesto que su edad ronda entre los 23 y los 24. Heinley y Rashta rondan la misma edad por lo que ambos tendrán 20 años.

Pero recordemos que Navi y Heinley tienen una situación... Especial, por lo que la edad mental de Navi es de 30 años y la de Heinley 27.

(Notas de autora).

-Diálogos-.

-Pensamientos-.

*-Cartas-*.

POV HEINLEY:

Abracé a reina con fuerza mientras mi mirada, que se había acostumbrado a la oscuridad, vagaba por el desastre de ropa tirada en el suelo, volví a golpearme mentalmente, ¿cómo no va a quedar embarazada pronto si no soy capaz de controlar mis impulsos? Mentalmente ya no era un muchacho de 20 años, por lo que me molestaba actuar como uno en ciertas ocasiones, pero no podía evitar actuar así, Navier me volvía loco, mi cuerpo reaccionaba solo ante su voz, su aroma y su toque.

Besé su cabeza, me levanté de la cama y la abrigué bien, sabía que esto no serviría por mucho tiempo, ella sentiría mi ausencia e iría a buscarme, me puse la bata y salí del cuarto compartido evitando pisar la ropa.

Aunque estaba enojado por caer de nuevo en un error, caminé en silencio hasta llegar a mi destino, toque la puerta con firmeza y no tardaron en abrirla.

POV OMNISCIENTE:

Rose miró sorprendida al rey, era muy diferente a cuando estaba la reina, el hombre se veía majestuoso como siempre, pero al cruzar miradas con él, tembló. El miedo crecía en sus entrañas ante los ojos frívolos del rey.

-Su alteza- dijo en voz baja inclinándose.

-Señorita Rose-.

-Si, su alteza-.

-De ahora en adelante le darás anticonceptivos a la reina-.

El corazón de Rose se detuvo, y mil ideas le recorrieron la cabeza ¿acaso era cierto que un matrimonio por amor nunca funcionaría? Si el rey amaba tanto a la reina ¿por qué no desea tener un hijo con ella?

-Su alteza...-.

-No deseo tener un hijo hasta que la boda se haya hecho, así nadie dudará del padre de la criatura-.

Rose sintió que sus esperanzas en los matrimonios por amor volvían. Aunque las palabras del rey habían sido duras y algo crudas, se entendía su deseo de que nadie inventara rumores falsos o hablaran mal de la reina. Aparte, de cierta forma lo comprendía, el divorcio aún era reciente.

-Su alteza, la reina... ¿Sabe de esto?-.

-Hablaré con ella de esto por supuesto, pero deseo que empieces a darle anticonceptivos lo más pronto posible-.

-Si su alteza-.

-Buena noche- se despidió el hombre que al voltearse solo pudo ver la punta de un mechón rubio. Heinley corrió de regreso a la habitación compartida, notó por su silueta a su esposa que estaba acostada dándole la espalda, mientras vestía su bata -reina, yo...-.

-No planeabas discutirlo conmigo ¿verdad Heinley?- La voz de la reina resonó en la oscura y silenciosa habitación, que hace un par de horas estaba conteniendo los ruidos de la pasional pareja.

-Claro que iba a hacerlo, pero... No lo sé, simplemente sentí el impulso de ir primero a ordenarle a la señorita Rose-.

-¿En verdad es porqué me divorcié hace poco? o es porque no quieres que Kai y Lari te roben parte de mi atención-.

-De cierta forma... Ambas- suspiró, se subió a la cama y abrazó a la reina que continuaba dándole la espalda -sabes que es inconveniente que estes embarazada antes de nuestra boda, y viendo lo poco sabemos controlar nuestros impulsos en ciertos temas- el rey sintió a su esposa moverse -pensé que era la mejor solución-.

-Debiste...-.

-Hablar contigo primero lo sé, sabes estoy molesto- a pesar de la oscuridad logró notar como su esposa fruncía el ceño confundida -mentalmente tengo 27, pero sigo actuando como si tuviera 20, sigo cometiendo errores idiotas una y otra vez, no quiero decepcionarte más- su esposa se giró.

-Por esta ocasión lo dejaré pasar, iba a mencionarte el tema mañana, pero te adelantaste- ella suspiró -no podemos continuar así siempre Heinley-.

-Lo sé reina, de ahora en adelante intentaré no seguir haciendo idioteces-.

Los labios de Navier buscaron los de Heinley, el dulce beso de la pareja por esta vez no pasó a más, de cierta forma solo fue una manera para consolar al hombre. Se mantuvieron abrazados por un tiempo, ambos intentando dormir de nuevo, pero fue imposible.

El hombre tenía un nudo en la garganta, aunque su esposa lo había perdonado de nuevo, se sentía mal, ni cuando tenía veinte había cometido errores tan estúpidos, a pesar de haber dicho que lo intentaría, le dolía pensar en cometer más errores y ver que ella lo siguiera perdonando. Esa vida no es la que él deseaba para la mujer que amaba, quería darle todo lo que pudiera y más, darle la seguridad emocional que sabía, todo ser humano necesitaba, hacerla sentir bien por haber elegido estar con él nuevamente, pero seguía equivocándose una y otra vez.

Claro era de humanos equivocarse, de los errores se aprendía, pero algunos de este tipo de errores ya los había cometido en el pasado, había aprendido de ellos, pero el rey seguía cuestionándose y culpándose. El nudo en su garganta creció.

Al parecer lo que le sucedía se dejó ver en aquella oscuridad y silencio que los rodeaba, pues Navier empezó a preocuparse por Heinley, intentó llamarlo, pero él se apartó de ella, se levantó y silenciosamente abandonó el cuarto compartido. Segundos después, ella logró escuchar pequeños y casi inaudibles sollozos.

Navier se levantó y lo siguió, entró en la habitación viendo el estado lamentable de su esposo, se acercó a él, que estaba sentado en la cama con la cabeza entre las manos, al ver su silueta frente a él levantó la cabeza, ella se sentó a horcadas suyas y empezó a besar con delicadeza cada parte del rostro de su amado, con el pasar de los minutos la intensidad aumentaba y el resto de esa noche, fue una tortura para los oídos de los pobres guardias que pasaban haciendo sus rondas, puesto que la reina sabía muy bien varios métodos de mejorar el ánimo de su esposo, unos menos apasionados que otros, pero ni siquiera ella podía evitar admitir que amaba estar sobre él.

Editado: 6/03/2023.

Atte: Sana~i.




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