Cap 23:

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(Notas de autora).

-Diálogos-.

-Pensamientos-.

*-Cartas-*.

POV NAVIER:

-Yo... Su alteza... Quería ver a Reina-.

-¿Reina? ¿Por qué tan de repente?-.

-Estaba llorando mucho cuando se fue. Estoy preocupada por él- Heinley sonrió torpemente.

-No hay nada que pueda hacer. Reina fue a cazar-.

-¿Cazar?-.

-No sé exactamente porque se fue de caza, pero salió solo a volar por la capital-.

-¿Vino llorando?-.

-Algo... Pero estaba bastante bien- esta fue una de las pocas veces en las que McKenna y Heinley no concordaron totalmente con su mentira. Uno, Heinley no estaba bien, dos, sólo mi águila traviesa mencionó que Reina se fue de caza, cuando había dicho que Reina no consumía ninguna comida cruda.

-Ya veo, es un alivio- me acomodé la falda del vestido -te veré de nuevo- miré en dirección a la puerta, él se apresuró a abrirla y me siguió aun después de que salí. Lo miré con "curiosidad".

-¿En qué dirección vas?- Me preguntó -entonces, ¿cómo estuvo el regalo?- Señalé una dirección y él se puso a mi lado, miré hacia atrás y McKenna agachó la cabeza cuando nuestras miradas se cruzaron, giré mi cabeza al frente -¿reina? ¿No te gustó el regalo?- Había adorado el regalo, lo que más me gustaba eran los postres y aún más si los hacía Heinley.

-Oh, me gustó. Gracias, príncipe Heinley-.

-¿No fue demasiado?- Lo miré sorprendida, no recordaba que conforme lo que yo le dijera a Reina cambiaba lo que él diría, él me dio una leve sonrisa -estaba un poco preocupado. Por supuesto, soy su amigo, pero no nos conocemos desde hace mucho tiempo. Pensé que te sentirías abrumada-.

-Ya veo-.

-Espero que no te sientas presionada. El Reino Occidental es el país de las joyas y muchas de las minas son propiedad de la familia imperial- asentí, él sonrió y puso una mano sobre su pecho -gracias a Dios. Estaba preocupado-.

-Puedo ver porqué te toman por mujeriego- dije, riéndome internamente, al ver su expresión de sorpresa.

-¿Qué?-.

-Es porque eres amigable y cariñoso-.

-... No soy mujeriego, su majestad-.

-Por supuesto que lo creo-le dije con sinceridad, Heinley podría ser todo menos un mujeriego.

-No deberías creer completamente en esta cara- él sonrió con torpeza y murmuró sobriamente -es por mi amigo. Es un verdadero ligón-.

-¿El duque Elgy?-.

-¿Has oído hablar de él?- Todos han oído de él.

-El duque Elgy llegó recientemente al palacio del sur. ¿Dijo que le gustaba estar aquí?- Supongo que le gustará, después de todo se quedó casi un año según recuerdo, la expresión de Heinley cambió sutilmente, dejé de caminar al igual que él.

-De hecho, su majestad, tengo que pedirle un favor-.

-¿Qué?-.

-He estado preocupado por cómo decirlo. Ahora que lo mencionó, creo que es mejor que le pida un favor- lo miré interrogante, esperando la petición que recordaba -manténgase alejada del duque Elgy- dijo seriamente, su rostro estaba rígido, vi el brillo de preocupación y celos en su mirada -¿puedes hacer eso?-.

-¿Pero por qué?-.

-Cualquier mujer que se enrede con el duque Elgy está condenada a la infelicidad- lo sabía, toda mujer que se vio envuelta con el duque terminó muy mal -a veces es como una muñeca maldita viva o una verdadera historia de fantasmas. Si le llamas la atención...- Le sonreí intentando tranquilizarlo, no me enredaría más de lo necesario, él se agachó haciendo que sus ojos quedarán frente a los míos, quería besarlo -te lo digo, por favor. Nunca, nunca te veas hermosa delante de él-.

♡♕♡♕♡♕♡

-Disfrute de sus vacaciones, su majestad- me deseó la condesa Eliza.

-No te preocupes, condesa Eliza. Yo me haré cargo de ella- se rio la condesa Jubel.

Sonreí, mientras las veía interactuar, extrañaría a la condesa Eliza cuando me fuera al occidente con Heinley.

-Vámonos-.

Como recordaba Sovieshu no me acompañó, estaba agradecida con esto, no quería pasar sola más tiempo del necesario con Sovieshu.

Durante el viaje tuve la conversación que sabía iba a suceder con la condesa Jubel.

El divorcio...

En el pasado la simple idea de divorciarme me alarmaba, pero ahora era lo que más esperaba, sentía pena por la triste vida que le esperaba a Sovieshu, aun si él había cambiado y me había lastimado como no tenía idea, el recuerdo de nuestra bonita infancia y adolescencia, me hacía sentir mal por él.

Cuando llegamos a la villa, descansé un poco del largo viaje, desempaqué con la condesa Jubel mis cosas. Al momento en él llegó la noche me fui a dormir, siendo despertada por la luz del sol que se colaba por las delgadas y traslúcidas cortinas de la habitación, hoy era mi cumpleaños, después de tanto tiempo era el primero que pasaría sin Heinley y mis hijos, esto me hacía sentir vacía y solitaria.

Me estiré, levanté y fui al baño, me lavé los dientes y me di una ducha rápida. Fui regañada por la condesa Jubel al no haberla llamado para que me ayudara a vestir y peinar. Tenía el cabello recogido en una pequeña cola baja y tenía puesto un vestido cómodo, fui al salón a esperar que la condesa llevara el desayuno, mientras esperaba continué leyendo el libro que leí durante el viaje.

Escuché los pesados pasos de Sovieshu al entrar al salón, rogaba internamente que como en el pasado tuviera fiebre y pudiera librarme de sus intentos de consumar de nuevo nuestro matrimonio. Levanté la vista.

-¿Has venido a descansar y estás leyendo?-.

-Su majestad- cerré el libro y me puse de pie. Se veía agotado -¿acabas de llegar?-.

-Si- señaló la ventana, a través de ella se podían ver varios sirvientes descargando el carruaje -estoy agotado- dijo mientras se desplomaba en el sofá y echaba hacia atrás su cabeza. Me acerqué y toqué su frente.

-Gracias a Dios, tiene algo de fiebre- aguanté el suspiro de alivio -su majestad- no recibí respuesta, me preparé mentalmente para las dos palabras que diría -¿mi señor?- Él abrió grandemente los ojos, se enderezó y me miró fijamente -tienes un poco de fiebre. Deberías dormir- me levanté decidida a dejarlo solo, pero él me detuvo. Salió de la habitación y poco después regresó -¿un regalo?-.

-Lo supiste de inmediato- él sonrió levemente y sostuvo la caja musical de plata frente a mí. Abrí la caja y de forma inmediata se escuchó una tintineante música, mientras que un conjunto de joyas se mostraba dentro de la caja.

-Gracias- al parecer Sovieshu había olvidado que no me gustaba recibir este tipo de regalos, que prefería las cosas simples, pero que contuvieran sentimientos e intenciones sinceras. Él levantó el collar.

-Si me permites- tomé nerviosa la caja con una mano mientras con la otra levanté mi cabello y me giré.

-Por favor que no haga lo que recuerdo- rogué cerrando los ojos con fuerza, mi corazón y mundo se detuvieron al sentir los labios de Sovieshu en mi cuello.

Editado: 31/12/2022.

Atte: Sana~i.


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