Cap 64:

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Muchachos jsjsjs mi estado de ánimo estaba tan bueno en el anuncio anterior que puse como 20 "uwu", jajajajajaja

(Notas de autora).

-Diálogos-.

-Pensamientos-.

*-Cartas-*.

POV NAVIER:

La petición de Mullaney fue la misma... Quería que sacara a Christa del palacio, la primera vez que viví esto me extrañé un poco, si bien sabía que no se llevaban bien, jamás había pensado en que pediría algo así.

En esta ocasión algo me estaba motivando a cumplir el deseo de Mullaney, y eso eran mis ganas de no tener un escándalo de supuesta infidelidad.

Suspiré una vez me quedé sola en mi habitación después de discutir el tema con Rose y Mastas.

-¿Reina?- Escuché la voz llena de preocupación de Heinley -¿estás bien?-.

-Mullaney me pidió deshacerme de Christa-.

-¿Deshacerte?- Me miró sorprendido.

-No en ese sentido, quiere que me deshaga de ella, mandándola a Compshire-.

-Ah... Ya veo... Si ese es el deseo de reina, puedo enviarla allí-.

-No lo sé, los ciudadanos verían con algo de negatividad eso, muchos de ellos siguen viendo a Christa como la reina- la cara de Heinley se oscureció.

-¿Qué importa que la sigan viendo cómo reina? Ella ya fue depuesta de su cargo, tú eres y serás la única reina durante mi reinado-.

-Lo sé, pero lo último que quiero es que hayan problemas internos- sentí sus brazos rodearme.

-Reina no debe preocuparse, la enviaré a Compshire después de nuestra boda- sentí sus labios en mi cuello -esta vez no me importa si ofendo al duque, no me separaré de reina-.

Sonreí.

♡♕♡♕♡♕♡

Respiré hondo y repasé frente al espejo mi vestimenta, el vestido era tan ligero como los que usaba Rashta cuando recién llegó al palacio de oriente, pero era cómodo y perfecto para el viaje, en especial porque este evitaría que Heinley se enredara en caso de volver a tener un percance como el que pasó antes, me sonrojé.

Sacudí con suavidad la cabeza y salí de la habitación, al llegar la delegación estaba lista, y el carruaje estaba rodeado de los caballeros transnacionales.

Al entrar al carruaje una escena muy conocida se presentaba, mis damas estaban acomodando su equipaje, y Mastas no estaba.

Cuando Mastas apareció, todo ocurrió tal y como recordaba, sentí la calidez inundar mi pecho al escuchar las buenas noticias sobre mi hermano.

Después de un rato de recorrido, Heinley apareció, causando que mis damas de compañía se cambiaran de carruaje y de nuevo nos quedáramos los dos juntos, sentados uno frente al otro.

Cerré las ventanas -¿reina?-.

-Siéntate a mi lado, Heinley- solo con pronunciar esas palabras él se levantó con rapidez y cumplió mi petición.

-¿No quieres ver a Reina en esta ocasión?- Negué.

-Quiero descansar un poco, anoche no dormimos mucho- me recargué en su hombro, sentí sus brazos rodearme.

-Duerme entonces, reina, yo cuidaré que no te lastimes- su relajante y conocido aroma me envolvió.

Sentí paz completamente y al poco tiempo me dormí.

De repente la sensación de agitarme con violencia me obligó a abrir los ojos, encontrándome con Heinley que tenía una de sus manos apoyadas en una de las paredes del carruajes y la otra rodeándome con fuerza.

-¿Estás bien, reina?- Me preguntó con su rostro lleno de preocupación.

-Gracias a ti lo estoy- susurré -¿y tú?-.

-Si reina está bien, entonces yo lo estoy-.

-Su alteza Heinley, ¿se encuentra bien?- Se escuchó la voz de Sir. Yunim viniendo de afuera.

-Lo estoy- exclamó Heinley.

-Su alteza, debería venir a ver esto-.

Cuando Heinley iba a levantarse el carruaje se sacudió de nuevo, esta vez Heinley se golpeó contra el suelo evitando que yo me lastimara.

-¿Estás bien, Heinley?-.

-Reina no debe preocuparse, no me pasó nada grave, estoy bien- sonrió. y se acercó besando cortamente mis labios, después nos levantamos y él salió del carruaje, debido a la caída y a la sacudida anterior del carruaje, su ropa estaba arrugada.

La cara seria de Heinley desvió la atención del estado de su ropa.

-Una de las ruedas del carruaje se averió su majestad-.

-Reemplácenla- dijo con simpleza -asegúrense que el carruaje este en óptimas condiciones, no quiero otro de estos percances, menos si eso compromete el bienestar de la reina- dijo mirando a los caballeros con seriedad. Después de reemplazar la rueda, Heinley volvió a subir al carruaje, se sentó a mi lado y me abrazó, volviendo a la posición en la que estábamos antes de que el carruaje se averiara -puedes seguir descansando si lo deseas, reina-.

Negué -ya no tengo sueño-.

-Oh- estaba a punto de moverse, pero la posición me era cómoda.

-No te muevas- lo abracé de vuelta, aspirando su relajante aroma.

En algún momento del viaje, sentí como el cuerpo de Heinley se relajaba, aunque sus brazos me seguían rodeando firmemente, la suave y acompasada respiración de mi esposo, delató que estaba dormido, sonreí, levanté un poco la cabeza y besé su suave mejilla antes de acomodarme de nuevo y volver a dormir.

Los siguientes días de viaje fueron divertidos esta vez, en algunos ratos mis damas de compañía se nos unían y teníamos conversaciones amenas, sino estaban ellas, entonces el carruaje se llenaba de risas por las anécdotas que recordábamos en las que la mayoría eran protagonizadas por nuestros pichoncitos.

Estábamos tan enfrascados en nosotros, que no nos dimos cuenta cuando cruzamos las murallas de la capital del Imperio de Oriente, no fue hasta que los murmullos de la gente al verme sonreír y ser tan animada nos sacaron de nuestra burbuja. Había dejado las ventanas abiertas para poder ver el camino, pero al final Heinley había acaparado mi atención.

Al ver a tanta gente murmurar mientras me miraba fijamente, solo sonreí con algo de timidez, sintiendo algo de calor en mis mejillas, por lo que cerré un poco las cortinas avergonzada.

La risa de Heinley resonó en el carruaje -reina es muy linda-. Como la primera vez nos detuvimos primero en la mansión Trovi, tan pronto bajé del carruaje mi familia me rodeó. Mi padre no pudo soportarlo y estalló en lágrimas al verme, le sonreí tratando de contener el llanto. Abracé a mis padres, mientras Heinley se acercaba sonriendo -padre, padre- mi padre dejó de llorar desconcertado.

Los entendía, Sovieshu no había tenido, ni mostrado interés en ser tan cercano a mi familia, así que la actitud de Heinley les era totalmente extraña.

Una vez más no pude dejar de hablar en todo el resto del día, después de cenar fuimos a nuestra habitación para ducharnos, pero Heinley me miraba fijamente sonriendo.

-¿Por qué me miras así?-.

-Estoy feliz de verte tan cómoda y contenta. Después de ver a mamá y papá es como si te hubieras renovado, y que estés siempre en ese estado de ánimo, es lo que más me importa-.

Sonreí de nuevo, ya había perdido la cuenta de cuantas sonrisas me había sacado Heinley en el viaje, y mis padres durante la tarde. Si... Yo también quería que mi estado de ánimo fuera así más seguido.

Atte: Sana~i.


Una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora