Cap 22:

1.9K 173 16
                                    

(Notas de autora).

-Diálogos-.

-Pensamientos-.

*-Cartas-*.

POV NAVIER:

Los regalos por mi cumpleaños empezaron a llegar cinco días antes, como imaginaba, entre ellos estaba la poción de amor.

A dos días de mi cumpleaños, mientras empacaba para los dos días y elegía los libros que llevaría, escuché las alas de Reina, intentando entrar. Me apresuré hacía la ventana y la abrí por completo.

Me alarmé al ver a mi linda águila sosteniendo con dificultad la caja con mi regalo de cumpleaños -¡Reina!- Extendí mis manos y tomé la caja, él entró volando, y cayó sobre mi cama jadeando del cansancio -¿trajiste esto tú solo?- Él levantó la cabeza, asintió imponente y luego volvió a caer -el príncipe Heinley ha ido demasiado lejos. Debió haber venido en persona o pedirle a alguien que la trajera aquí- dije "molesta" -aunque si la trajo personalmente- él sacudió la cabeza -¿por qué sacudes la cabeza? ¿El príncipe Heinley no te obligó a hacer esto?- No hizo ningún gesto o movimiento -¿no te gusta que diga cosas malas sobre el príncipe Heinley?- Él asintió -está bien... Seré amable- Heinley no tenía energía para levantarse y se acomodó con un aleteo, sonreí internamente con malicia y le di una palmadita en el trasero, él se sobresaltó tanto que se sacudió, pero luego se quedó sin fuerzas de nuevo. Me senté a su lado y puse la caja en mi regazo, la abrí -ah- exclamé con emoción oculta, abrí la carta que había en la tapa.

*-Creo que soy bueno cocinando. Espero que alguien me haga un cumplido-*.

Reina se levantó y se sentó en silencio junto a mí, me lanzó una mirada. Puse mi mano sobre el hombro de Reina, sumergí un dedo de mi otra mano en el glaseado y lo coloqué entre mis labios, el sabor conocido se extendió deleitando mis papilas gustativas -¿hizo la crema solo?- Pregunté aunque sabía la respuesta, él me miró expectante -está deliciosa- me reí, Reina sacudió su cola y frotó su cabeza contra mi brazo -debe haber sido pesado. Gracias por traerme esto, Reina-.

-¡Gu!-.

-Le agradeceré al príncipe Heinley por separado-.

-¡Gu!-.

-Tu dueño es una persona muy agradable- Reina se sonrojó -jaja, ¿por qué estás tan avergonzado?- Puse el pastel a un lado, quería comerlo, pero primero debía agradecerle a Reina como se debe, lo puse en mi regazo y besé su pequeña frente. él se quedó hecho piedra, se veía tan gracioso y adorable que le di un montón de besos más. Luego llevé el pastel a la mesa, corté un trozo y lo coloqué en un plato, de nuevo el pastel tenía joyas por dentro -ah...- Jadeé, no quería tener que hacer llorar a Heinley, pero si no se lo decía lo seguiría haciendo, saqué una encontrándome con que era un diamante azul, esto me recordaba a cuando me dio el ramo de joyas con unas cuantas flores. Sentí a Reina llamar mi atención, me miraba seriamente -es un poco demasiado- puse la joya en la mesa y volví a ver a Reina, lo abracé de inmediato -¿por qué lloras, Reina?-.

De sus lindos ojos púrpuras brotaban bastantes lágrimas, ante esto mi corazón se encogía cada vez más.

♡♕♡♕♡♕♡

Heinley se había ido hace un par de minutos, decidí ir al palacio del sur, para verlo, quería asegurarme que ya estuviera mejor, cuando llegué vi expresiones de sorpresa y McKenna se me acercó, sonreí levemente.

-Tengo un mensaje para el príncipe Heinley. ¿Está dentro?-.

-Me alegro que hayas venido. Estaba preocupado porque vino aquí llorando-.

-... ¿El príncipe vino llorando?-.

-¿Perdón? Oh, no, no el príncipe, el pájaro. El pájaro, el pájaro del príncipe vino llorando- arregló nervioso McKenna -el príncipe nunca llora- Heinley lloraba, pocas veces pero lo hacía y esta era una de esas veces. McKenna llamó apresuradamente a la puerta -¡príncipe, su majestad la emperatriz está aquí!- Pasaron tres segundos y se escuchó un fuerte estruendo dentro de la habitación, McKenna ni se inmutó. Un par de minutos después recibimos el permiso de Heinley para entrar.

-Gracias- entré lentamente, el aroma de Heinley estaba débilmente esparcido por la habitación, causándome una sensación de comodidad inmediata.

-Lo siento. Tenía algo más que hacer...- La ropa de Heinley estaba desacomodada, intenté mirarlo lo menos posible, hace mucho no estaba con Heinley y para mi mala fortuna, nuestra vida marital era muy activa antes de venir aquí.

-No debí haber venido. Este es un mal momento-.

-¿Recibiste el pastel?- Me fijé en sus ojos púrpuras, estaban algo rojizos por haber llorado -oh, no. ¿No lo recibiste?-.

-Lo recibí. Solo quería venir aquí para saludar y agradecer-.

-Gracias a Dios. Me preocupaba que Reina no lo entregara correctamente-.

-Si, parecía un poco pesado para que lo cargara-.

-Quería llevarlo personalmente pero Reina insistió en hacerse cargo- si claro -es inesperadamente fuerte, así que no te preocupes- él me dio una sonrisa lánguida y mi corazón se apretó, en verdad no soportaba verlo así -¿te gustaría una taza de té? Oh, ¿estaba delicioso el pastel?- Delicioso como siempre.

-Estaba delicioso. ¿Lo hiciste tú mismo?-.

-Es un pasatiempo, incluso tengo mi propia cocina en el Reino Occidental. ¿Eres buena cocinando?- Soy pésima cocinando, pero he mejorado un poco, algunas veces pasé el rato viendo a Heinley cocinar, Kai también amaba verlo preparando algún postre para nosotros.

-Nunca lo he hecho antes... Así que no creo que lo sea-.

-He oído que los que saben cocinar y los que no saben están hechos el uno para el otro. Supongo que eso significa que reina y yo estamos hechos para serlo- me controlé mucho para no sonrojarme, oculté mis emociones con un ceño fruncido, él se puso rojo y se rascó la nariz -supongo que los dichos no atraviesan países- en todo mi tiempo en el Imperio Occidental nunca escuché decir a nadie algo parecido.

-Supongo que no-.

-¿Hay algo más que necesites?-.

-A ti... Y a nuestros hijos-.

Editado: 31/12/2022.

Atte: Sana~i.

Una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora