Cap 41:

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Perdonen la hora, pero ando esperando el bus, acabo de salir a vacaciones y viajaré con mi mamá a visitar familiares, como me mareo fácil público el cap  antes de que deba irme y me maree.

(Notas de autora).

-Diálogos-.

-Pensamientos-.

*-Cartas-*.

POV NAVIER:

Desperté un par de horas después, aun no era de noche, así que fui a la habitación del duque Elgy, toqué la puerta y no tuve que esperar mucho para que me abrieran dentro de la habitación estaba McKenna, quien tenía un pequeño rasguño en la mejilla, al parecer la flecha si había alcanzado a rozarlo.

-Su majestad- me saludó el duque.

-Duque Elgy- dirigí mi mirada de nuevo a McKenna -me alegro que estés bien McKenna- él me miró fijamente -debes tener más cuidado Sovieshu tiene todos los puntos cubiertos-.

-Usted...-.

-Lo sospechaba desde hace mucho- hice una pequeña pausa -bien, Heinley me envió algo ¿verdad?- Él asintió sacando la pequeña carta.

*-Mi hermosa reina, tu habitación está casi lista, aunque creo que no la usarás mucho, agregué unas pequeñas decoraciones en el cuarto compartido, espero ansioso tu divorcio de ese imbécil. Extraño mucho tus besos, abrazos y tu presencia al dormir, tan pronto reciba a mi cuñado y lo dejé instalado, volaré a tus brazos. Te amo-*.

No pude evitar sonreír ante su carta, al sentir la mirada de McKenna y Elgy sobre mí, volví a mi faceta seria -gracias por traer la carta McKenna-.

-Es... Está bien- tartamudeó, escondí la carta en mi vestido y salí de la habitación cerrando la puerta, escuché a McKenna hablar -al parecer si era verdad-.

-¿De qué hablas?-.

-Su majestad el rey Heinley me dijo que la emperatriz lo amaba, no lo creí al principio, después de todo la emperatriz no dio signos de amar a su majestad, pero después de hoy he cambiado de opinión-.

-Quien diría que su plan resultaría tan bien-.

-¿Habla de conquistar a la emperatriz? Su majestad la obtendría de una manera u otra, desde que se enamoró de la emperatriz, no ha parado de maquinar planes para robársela al emperador Sovieshu-.

Silenciosamente me fui a mi habitación, pasé el resto del día leyendo de vez en cuando la carta de Heinley, no había notado cuanto lo extrañaba hasta que vi su letra, estaba repasando mentalmente el contenido, mientras intentaba dormir -también te extraño, Heinley- susurré a la oscuridad de la habitación, escuché un ruido en mi ventana, me levanté de un salto y la abrí, algo entró muy rápido.

-Uff, por un momento creí que los guardias se darían cuenta-.

-¿Heinley?-.

-Te extrañé tanto que una carta no fue suficiente- se me acercó -¿me extrañaste reina?-.

-No sabes cuanto- sentí una de sus manos en mi mejilla y otra en mi cintura.

-Te amo tanto reina- me pegó a él y me besó -no puedo contenerme contigo, lo siento- me susurró al oído, mordió el lóbulo de mi oreja y empezó a besar mi cuello.

-Heinley...- Jadeé, aunque lo deseaba, no quería arriesgarme, pero la línea entre la tentación y la cordura era casi invisible.

-Me vuelves loco, Navier- dio un pequeño mordisco en mi cuello, fue tan suave que estaba segura que no dejaría marca -déjate llevar, márcame por completo si es lo que deseas-.

Una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora