Cap 55:

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Acá doña pendeja pidiendo perdón pq ayer no subió cap, hhshshshs, es que me enfermé :c

(Notas de autora).

-Diálogos-.

-Pensamientos-.

*-Cartas-*.

POV NAVIER:

Después de sentir que todo se movía y perder el conocimiento, desperté, encontrándome con la oscuridad de la noche, al parecer dormí más de lo que pensé, una vez mi vista se ajustó a la poca iluminación pude ver a Heinley, él estaba durmiendo en una incómoda silla junto a mi cama y no soltaba una de mis manos.

-Heinley- lo llamé con suavidad un par de veces hasta que vi que sus párpados se arrugaban levemente antes de abrirse y dejar ver sus encantadores ojos púrpuras, de nuevo la infantil carita de mi pequeño hijo llegó a mi memoria.

-Reina- su voz sonaba aliviada, seguidamente besó la mano que se negó a soltar -estaba tan preocupado- se acercó y me abrazó -perdón reina, no volveré a ser estúpido, ni tampoco voy a volver a ponerme celoso de nuestro pajarito-.

-¿Eh?-.

-Bueno recuerdo solo pequeños trozos, y hay uno donde un pajarito me dice: "papá, Lari se atoró"- me reí al escuchar su imitación de Kai -¿me perdonas? Yo estaba asustado, mi esposa que dice que me ama, dijo el nombre de otro hombre al verme-.

-Debes aprender a manejar tus celos o me iré-.

-¿Qué?-.

-Lo que escuchaste- abrió y cerró la boca un par de veces, sin saber que decir -¿cuánto tiempo llevas ahí?-.

-Apenas me informaron que te desmayaste corrí hasta aquí para verte- me moví del centro de la cama dejando el espacio suficiente para él.

-Ven- él un tanto dudoso se acostó a mi lado -descansa, hablaremos más tarde-.

Sentí sus brazos rodearme y después de varios días pude por fin dormir tranquilamente, el aroma de Heinley inundaba mis sentidos y me calmaba.

♡♕♡♕♡♕♡

Habían pasado varios días desde ese incidente, después de despertar, Heinley y yo arreglamos el asunto como los adultos, y en algún momento, futuros padres que somos.

Una vez lo solucionamos, mi estado de salud mejoró, más aun con los cuidados excesivos de Heinley, Rose y Mastas también estaban muy alerta de mi estado, por otro lado, Rose ya había mencionado el hecho de que Heinley se encargaría él mismo de la boda, iría más tarde a verlo para ver con él los detalles.

Después de desayunar y hablar dos horas con Rose, salí para ir a ver a Heinley, esperando en esta ocasión no encontrarme con Christa en la entrada.

-Su alteza, tiempo sin verte. ¿Cómo has estado?- Christa me miró, luego miró a Rose y sonrió. No contesté, tocó la puerta de la oficina de mi esposo, cuando entramos, Heinley se levantó, ignoró la presencia de Christa y se dirigió a mí.

-Reina, ¿estás bien?-.

-Lo estoy, no debes preocuparte- le sonreí.

Él sonrió brillantemente, me besó en la mejilla y se dio cuenta de la presencia de su cuñada -ah, cuñada, estás aquí- observé como Christa sonreía forzadamente.

-Su alteza, he oído que usted piensa organizar su propia boda. ¿Es cierto?- La dulce y brillante mirada de Heinley se apagó.

-Sí- la miró severamente.

-Has venido por el mismo asunto que yo- Christa se puso nerviosa.

-Su alteza, si no le importa. Me gustaría que me dejara los preparativos de la boda- dijo cautelosamente.

-¿A ti?-.

-Es raro que organices tu propia boda. Soy tu cuñada y la anterior reina, así que soy la persona ideal para organizar la boda en nombre de ambos. Eso sería lo mejor-.

Antes de que Heinley pudiera contestarle, hablé -es un matrimonio que comenzó de forma diferente, así que es mejor hacer las cosas de forma diferente. Haz lo que decidiste hacer en un principio Heinley- Christa me miró sorprendida.

-Bueno...- Bajó la mirada -vine aquí porque pensé que era lo correcto al ser su cuñada y la anterior reina. Por lo que veo no supe leer la situación. Lo siento- se disculpó, luego salió en silencio.

-Reina...- Miré a Heinley quien tenía el ceño fruncido -me dijiste que me mantuviera al margen, pero... ¿No crees qué lo mejor sería que le dijera a mi cuñada que se abstenga de acercarse a mi oficina?-.

-Si es lo que deseas hacer- recordé a lo que venía -oh, venía a verte por la boda-.

-¿Quieres organizarla esta vez?- Heinley desapareció de mi vista un segundo y luego se acercó a mí.

-No es eso, es solo...- Heinley se acercó a besarme la mejilla de nuevo -quería ver que es lo que has planeado y...- Sentí que sus besos bajaban a mi cuello -ayudarte si es posible-.

-Mmm... Por supuesto puedes ayudarme con tus medidas para el vestido de novia, aunque las sé de memoria, me gustaría recordarlas...- Susurró en mi oído.

-Rosé me espera afuera- jadeé.

-Ella puede esperar más- sentí sus brazos cargarme, cuando menos los imaginé mi vestido estaba tirado en algún lugar del piso mientras Heinley me presionaba contra su escritorio.

POV OMNISCIENTE:

Mientras el amor fluía en la oficina del joven monarca, un par de personas sonrojadas y apenadas estaban tratando de ignorar lo que ocurría.

-Esto debe ser culpa de su alteza Heinley... Que desvergonzado- pensó sonrojado, tenso y algo enojado el joven asistente peliazul -¿por qué no pudo esperar hasta la noche para seducir a la reina?- McKenna apretó la carpeta que venía a traerle al monarca, contra su pecho.

-A su alteza el rey debe de gustarle mucho la reina, esta es la segunda vez que ocurre- pensó Rose avergonzada -¿debería irme?- Se preguntó -no, no puedo, en cualquier momento puede salir su alteza y como su dama de compañía debo cuidar de ella-.

El chirrido de, al parecer, un escritorio atravesó la puerta, ocasionando que los rostros de ambos jóvenes se pusieran aún más rojos si acaso eso era posible, ninguno de los dos podía verse de lo avergonzados que estaban. Tuvieron que soportar la situación alrededor de tres horas en las que terminaron ambos sentados en el piso mirando al techo o cualquier lugar donde no estuviera el otro.

El sonido de la puerta abrirse los hizo levantarse enseguida, el cabello antes finamente recogido de la reina caía ahora como una cascada dorada por sus hombros, sus labios estaban rojos e hinchados y, grandes marcas entre rojizas y un poco moradas se vislumbraban en su blanco cuello.

La mujer al ver a ambos jóvenes ahí miró al piso sonrojada, y sin decir una palabra se alejó caminando lo más rápido que sus entumecidas piernas se lo permitían. Rose la siguió con la cabeza gacha, sabía que la reina estaba avergonzada al igual que ella, así que guardó silencio y después de llegar a la habitación, arregló su cabello asegurándose de dejar suelto la cantidad suficiente para cubrir su cuello, luego actuó como si el incidente no hubiera ocurrido.

Por otro lado, McKenna entró a la oficina cerrando rápida y silenciosamente la puerta, luego se giró a encarar al rey, pero la espalda roja y magullada de Heinley lo hizo quedarse mudo. Luego de que Heinley volvió a ponerse su camisa se giró.

Su primo no pudo pronunciar nada más que la propuesta de llamar al médico imperial para que revisara la espalda del rey, quien en un carraspeo y seria mirada se negó.

Ambos continuaron trabajando silenciosamente en la desordenada oficina.

Editado: 4/02/2023.

Atte: Sana~i.

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