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Harvie abrió sus ojos tan solo un minuto después de haberse desmayado y se encontró todavía acostado en el suelo junto a algunos papeles que había tirado al golpear contra la mesa. Empezó a enderezarse algo desorientado y la conmoción llegó a él cuando alzó la vista hacia el hombre arrodillado a su lado.

Casi parecía un sueño o alguna clase de broma y no pudo contenerse de levantar una mano para tocarlo. Sintió su mejilla contra su piel, como el vello de su barba le pinchaba y supo que era real y de alguna forma estaba vivo. Timmy cerró los ojos al sentir su caricia y un suspiró escapó de sus labios, como si hubiera añorado por su tacto durante años. Casi cuarenta años para ser exactos.

—¿Estás bien? ¿Necesitas que llame a la señora? —. Negó, todavía perdido en algún rincón de su mente y cuando le ofreció las manos para ayudarlo a ponerse de pie, tocarlo le provocó escalofríos en todo el cuerpo y no pudo soltarlo—. Te golpeaste contra la mesa con bastante fuerza.

—No comprendo —susurró y miró sus manos y su rostro—. Vi tu ataúd, Timmy, fui a tu funeral.

—Viste un ataúd que no era mío, Harvie —. La confesión le produjo un nudo en el pecho y no pudo apartar la vista de él cuando lo vio tomar un paño de los estantes para humedecerlo y limpiarle la sangre del golpe en la frente—. Intentaron matarme, pero Dios no me abandonó porque, aunque intentaron e intentaron no lo consiguieron.

Lo detuvo de limpiarle la herida y apartó su mano, pero no lo soltó.

—¿Intentaron matarte? ¿Quién? Fue un robo.

Los ojos de Timmy se enfocaron en los suyos y la chispa regresó. Nunca se había ido, un calor extendiéndose por todo su vientre y restaurando la calma en su pecho. Los sentimientos que alguna vez había sentido al estar con él parecían seguir con vida sin importar los años o lo inestable que era su mente en esos momentos. De hecho, en los últimos cinco años nunca había estado tan estable, era como si su presencia lo trajera de regreso a la tierra.

Timmy no respondió inmediatamente, regresó a limpiarle el golpe en la frente y apartó el cabello para poder revisarlo. Que lo tocara parecía una tortura, porque su cuerpo entero ardía y le recorría la electricidad por todas las venas. Habían pasado tantos años y estaba tan convencido de que él había muerto, que no podía evitar mirarlo como si estuviera ante un fantasma.

—No parece un golpe que deba preocuparnos —señaló con una sonrisa, esa misma sonrisa que solía dedicarle cuando eran jóvenes y estaban enamoradas. Esa sonrisa que lo seducía y sonrojaba—. Supongo que te debo una explicación.

Asintió inmediatamente y cuando él arrastró la silla junto al escritorio y la señaló, supo que quería se sentara y honestamente rechazarlo habría sido ilógico. No sabía como conseguía mantenerse de pie. Tomó asiento y Timmy se sentó en un banco más pequeño junto a él.

Timmy lo miró en silencio durante unos minutos y no pudo evitar sonreír. Lo había buscado durante tanto tiempo y se había imaginado tantas veces como se vería, que tenerlo enfrente finalmente, después de casi cuarenta años, era como un sueño. Estaba hermoso, quizás un poco más delgada y ojeroso de lo que habría imaginado, pero tomando la cuenta que apestaba a alcohol, le sorprendía que se viera tan bien.

—Me cuesta creer que realmente estoy aquí —confesó y se rio algo nervioso—. Pasó mucho tiempo...

—Necesito respuestas, Timmy.

Decir su nombre era extraño después de tanto tiempo, nunca había imaginado que volvería a decirlo para dirigirse a él, tal vez para contarle a alguien sobre él lo haría, pues Timmy era un hermoso recuerdo de su juventud que a veces le gustaba compartir, pero estar hablando con él en esos momentos, verlo tan maduro, tan guapo y elegante. Parecía haberse puesto su mejor traje para esa visita e incluso había pasado por el barbero para arreglarse un poco, se había hecho el mismo corte de pelo que llevaba la última vez que Harvie y él se habían visto, con la esperanza de que eso hiciera el reencuentro más fácil.

Vidas cruzadas: El ciclo. #3 COMPLETA. +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora