Muchas cosas han sucedido en la vida de los Morgan, pero la aventura no termina. Su historia está por enfrentar el comienzo de un nuevo siglo y los cambios que vienen con él.
A los pies del siglo XX, la llegada de Marie está más presente que nunca...
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9 de septiembre 1896. White Oak, Minnesota.
Adrian revolvió los estantes del modular en el salón y maldijo por milésima vez, azotando la puertilla del mueble al cerrarla. Se acarició la rodilla, apoyándose en el mueble para no perder el equilibrio y camino a paso lento para asomar en la cocina.
—¿Dónde guardan el alcohol? —inquirió a Jazmín.
—Oh, no tenemos nada. Rian dejó de beber después de perder a su esposa y para no tentarle decidí tirar todo el que teníamos —. Se preocupó al ver la irritación de Adrian y le siguió hacia el salón—. ¿Para qué lo necesitas?
—Es lo único que calma el dolor, Jazmín.
—Puedo ir hasta White Oak en el carro.
—No, no en necesario—. Se sentó con cierta dificultad y maldijo—. ¿Pero puedes llamar a las oficinas de mi padre y pedirle a Rian que traiga? Solo una botella de whisky me bastará por hoy.
Asintió y se marchó hacia el teléfono no sin antes mirarle con angustia. Realmente parecía estar sufriendo a pesar de que intentara disimular. Tomó el tubo del teléfono y pidió le comunicaran con la compañía de Jonathan en lo que lanzaba algunas miradas hacia Adrian.
—Buenos días, Morgan's Company ¿en qué puedo ayudarle?
—¿Se encuentra Rian Garnier? —. La mujer la dejó esperando y momentos después Rian le habló—. ¿Crees que puedas escaparte rápidamente y traer una botella de whisky? Adrian está con mucho dolor en su rodilla y dice que solo eso le calma.
—Puedo, pero...No deberíamos dejarle beber si es para aliviar su dolor, generará una dependencia.
—Lo sé ¿pero ¿Qué otra cosa podemos hacer? Está sufriendo, Rian.
—Le llevaré por hoy, pero luego tendremos que hablar con Harvie y pedir una mejor alternativa.
Finalizaron la llamada y cuando Jazmín asomó al salón otra vez, le dolió verle en tanto malestar.
—Rian ya vendrá con el whisky ¿sí? Hay algo que pueda hacer para calmar tu dolor, mi amor. Dime... ¿Un té quizás? ¿O un masaje?
Adrian negó, apretando los dientes y se obligó a sonreír.
—Estoy bien, ángel, no te preocupes. Continua con tus cosas y ya se me pasará.
Pero Jazmín no quería dejarle, así que decidió seguir las indicaciones de Harvie y calentó algo de agua para mojar un trapo y envolverlo en su rodilla. Lo fue intercalando con algo frío para ayudar con la inflamación y el enrojecimiento en la zona y pareció ayudar, pues Adrian se relajó un poco.
—¿Mejor?
—Bastante, sí...Gracias —. La tomó de la mano antes de que se marchara y tiró suavemente de ella para que se inclinara y lo besara—. Te ves hermosa ¿sabes?
