Muchas cosas han sucedido en la vida de los Morgan, pero la aventura no termina. Su historia está por enfrentar el comienzo de un nuevo siglo y los cambios que vienen con él.
A los pies del siglo XX, la llegada de Marie está más presente que nunca...
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—Ve a tu cuarto, Ada.
Estuvo a segundos de obedecerle y marcharse a pesar de que había mucho que quería preguntarle, pero se detuvo, abrazándose a sí misma un tanto insegura y lo miró desde el otro lado de la habitación. No se animaba a acercarse.
—¿Estás enojado conmigo?
Floyd suspiró, se acarició los ojos y le dio una última calada al cigarro antes de lanzarlo por la ventana y entrar en el dormitorio con la botella de whisky en su mano, la dejó sobre la cómoda y no pudo mirarla a ella. No era capaz.
Sabía que Adalynn se culparía a sí misma, era lo que siempre hacía y por eso temía tanto decir o hacer las cosas incorrectas y terminar lastimándola.
—No.
—Oh... —. Frotó sus pies desnudos entre sí, sin dejar de abrazarse y miró hacia el suelo—. ¿Ibas a besarme?
Floyd tragó saliva con fuerza y no respondió.
—Ve a tu cuarto, Ada.
Ella bajó las manos, como si se rindiera y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando retrocedió hacia la puerta y se dispuso a marcharse. Floyd maldijo y cuando apoyó la mano contra la puerta para volver a cerrarla, Adalynn sollozó y se giró al sentir su mano en el hombro y lo abrazó.
—¿Hice algo ¿no es verdad? Te moleste y me odias o algo.
—No digas eso, pequeña, por supuesto que te quiero. Dios, no llores, me destroza que llores. Perdóname, ¿sí? No debí pedirte que te marcharas, por supuesto que puedes estar en mi cuarto si eso quieres.
—Pero tu no me quieres aquí —se lamentó y limpió sus lágrimas con las mangas de su vestido—. ¿Es por lo del ático? ¿Hice algo mal?
—No, Ada, yo cometí un error, no tú.
—¿Ibas a besarme? —. Floyd asintió sin poder mirarla a los ojos—. Los hermanos no se besan.
—No soy tu hermano, Adalynn, soy adoptado.
—Ya...Lo sé. ¿Me odias por qué no te besé?
—No, no, por supuesto que no y no quiero que jamás pienses eso ¿entendiste? —. Asintió cuando él le sujetó el rostro con ambas manos y lo miró a los ojos—. Jamás podría odiarte, Ada. Jamás ¿escuchaste? Te quiero mucho y olvidaremos lo que sucedió en el ático y todo estará bien.
Volvió a asentir y lo abrazó con fuerza para que no se alejara. No quería que se alejara o la odiara, no quería perderlo, él la traía de regreso a la tierra cuando los monstruos que la atormentaban en su mente le hacían daño, él la hacía feliz en los días más tristes y a su lado se sentía segura.
—Estoy confundida —susurró y Floyd le peinó el largo cabello sin alejarla de su pecho—. Quería que me besaras mucho más que cuando Johnny me dio mi primer beso.
