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2 de abril 1897

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2 de abril 1897.
White Oak, Minnesota.

Jonathan trancó la puerta de su oficina para asegurarse de que Olivia no entraría y se sentó en el sofá frente a la mesilla de té para envolver sus regalos.

Nunca le habían gustado los cumpleaños o siquiera celebrarlos, ni el suyo ni el de nadie, solía limitarse a decir felicidades y continuar con su día con normalidad, pero cuando había conocido a Olivia ella había forjado la tradición de celebrar los cumpleaños, especialmente el de él cada veinticinco de octubre y con los años, Jonathan había empezado a desarrollar la misma costumbre con ella. Al comienzo solo la felicitaba y le daba algún pequeño regalo, luego había empezado a despertarla con el desayuno y eventualmente había empezado a organizar comidas con la familia, ese año sería la primera vez que hacía una fiesta para celebrar que Olivia cumplía sesenta y cuatro años.

No le gustaban mucho las fiestas, menos aun tener que organizarlas, pero llevaba algunas semanas haciendo el esfuerzo y ahora tenía varios regalos que le había comprado y hecho él mismo.

Por un lado, le había comprado un maletín para que ella llevar sus libros para cada clase en la Universidad y no usara el de él, no le molestaba que lo hiciera porque igual él nunca lo usaba, pero quería que Olivia tuviera algo propio, con un estilo más femenino a su típico maletín de hombre y donde podría guardar sus cosas sin tener que preocuparse si Jonathan necesitaría usarlo al día siguiente y tendría que conseguirse otro bolso.

También, como ahora era profesora y eso implicaba corregir trabajos, hacer firmas y escribir cartas, le había comprado un bolígrafo con un grabado en oro que ponía su nombre y venía en su propio estuche.

Y Olivia era una mujer elegante, que le gustaba verse hermosa todo el tiempo, con extravagancia incluso aunque solo fuera a estar en la casa, le gustaban los vestidos de alta costura, las joyas y el maquillaje, así que había comprado algunas cuantas cosas para eso. Le había conseguido un pequeño baúl de maquillaje el cual pensaba regalarle en la intimidad del dormitorio pues el maquillaje que las mujeres usaban era tan natural que ni siquiera se debía apreciar usaban maquillaje y, por lo tanto, no podía saberse que lo tenían.

El baúl venía con algunas brochas que Olivia necesitaba, pues estas eran nuevos diseños que habían llegado al mercado y ella seguía usando los viejos diseños que se vendían en los sesenta. Traía un polvo para la piel, un labial de crema rojo que también podía ser aplicado en las mejillas y un delgado pincel con una caja pequeña con una crema negra que podía usar para pintar sus cejas y pestañas. También le había comprado algunas cremas, tenía unas de almendras, unos exfoliantes de azúcar y había encontrado una loción depiladora que era nueva en el mercado y removía el vello del rostro, considerando que Olivia podía pasar horas frente al espejo con su pinza depilándose las cejas y retirando los vellos que le crecían sobre el labio superior y en el mentón, pensaba que esa loción (de funcionar) podía ahorrarle bastante tiempo.

Vidas cruzadas: El ciclo. #3 COMPLETA. +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora