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15 de mayo 1896

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15 de mayo 1896.
Minneapolis, Minnesota.

Nolan sabía que cometía un grave error al buscar a Célia Roger cuando estaba a solo meses de su boda con Carlie Tolbert, pero no podía evitarlo. Algo había cambiado en su interior al reencontrarse con Célia, más aún al ir a cenar con ella y descubrir que las charlas eran mucho más fáciles con ella y que no se sentía tan nervioso e inseguro con sí mismo. Lo disfrutaba.

Acomodó las flores que se había traído de la casa y permaneció de pie frente a la puerta sin valor alguno para llamar. ¿Por qué mierda había traído flores? Eran tontas ideas que su madre le había dado cuando había comenzado a salir con Carlie, pero nunca lo había hecho, nunca había sentido la fuerte necesidad de impresionar a alguien como ahora.

Se echó un vistazo en el cristal de la puerta cubierto por una cortina del otro lado y acomodó su sombrero y el cuello de su camisa. Se aseguró de tener buen aliento y aroma a perfume y dio un par de vueltas por la acera antes de volver al porche y golpear la madera con sus nudillos.

Célia asomó del otro lado del cristal cuando corrió la cortina y la vio sonreí antes de abrir la puerta. Oh, tenía una hermosa sonrisa y contagiosa también.

—Que alegría volver a verle, señor Morgan.

—Lo mismo digo y permítame decirle que se ve muy hermosa —. Ella se sonrojó y sonrió llevando una mano a su corazón antes de hacerse a un lado para permitirle entrar en la casa—. Le he traído estas flores del jardín, las recogí yo mismo.

Los ojos de Célia se iluminaron al ver las hermosas rosas que formaban un ramo en su mano atado con un lazo de seda blanco y quiso abrazarlo y besarle ambas mejillas, pero se contuvo.

—Son hermosas, muchas gracias. Las pondré en agua antes de que se estropeen.

Nolan cerró la puerta y esperó en el pasillo mientras ella se marchaba a dejar las flores en un jarrón con agua en la cocina. Cuando regresó, sonrió y se apresuró en tomar la chaqueta que Nolan se había olvidado quitarse.

—¿Los niños? —curioseó, esperando poder volver a verlos.

Los había conocido semanas atrás al cenar en un restaurante todos juntos y se había encariñado rápidamente con ellos. Eran buenos niños y alimentaban el sueño que Nolan tenía de ser padre.

—Se le lanzaran encima en cualquier momento, no han dejado de preguntar por usted desde que les comenté que vendría a cenar.

Sonrió conmovido y la siguió hacia el comedor donde la mesa estaba servida para todos. Célia se había esmerado colocando un buen mantel y platos de porcelana e incluso trajo las flores que él le regaló y las usó para decorar el centro de la mesa.

—¡Señor Morgan!

Se giró hacia la voz que le llegó desde el corredor y una enorme sonrisa pintó su rostro cuando se agachó para alzar al mayor de los niños. Carol era un varón de tan solo cinco años y tenía un marcado acento francés y no hablaba mucho inglés.

Vidas cruzadas: El ciclo. #3 COMPLETA. +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora