Muchas cosas han sucedido en la vida de los Morgan, pero la aventura no termina. Su historia está por enfrentar el comienzo de un nuevo siglo y los cambios que vienen con él.
A los pies del siglo XX, la llegada de Marie está más presente que nunca...
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14 de septiembre 1896. White Oak, Minnesota.
Jonathan tenía un día de trabajo en casa, no estaba de humor para hacer el viaje hasta la oficina y sus hijos parecían estar manejándolo bastante bien por su cuenta, así que él atendía todo desde la oficina en la casa y de haber alguna emergencia o duda siempre podían llamarle al teléfono.
Se encontraba preparando las hierbas que Olivia le daba para la ansiedad con la intención de encender su pipa, cuando llamaron a la puerta y vio a Ethan entrar. Gruñó, sin poder evitarlo y soltó el humo por la boca cuando se echó hacia atrás en la silla.
—¿Qué quieres? —. Ethan apoyó un rifle sobre el escritorio y Jonathan alzó una ceja—. ¿Y esto?
—Un regalo, señor Morgan, sé cuánto le gusta cazar y pensé que un rifle más actual podría mejorar su experiencia. Además, es mi forma de pedir una tregua entre usted y yo.
—¿Tregua?
Ethan asintió y acercó la silla hacia el escritorio para sentarse.
—Soy consciente de que dice no le agrado y se empeña en complicarme los días, pero somos familia, técnicamente está casado con mi nieta y yo me casaré con su hija y por lo tanto creo que debe haber cierta tegua entre nosotros —. Jonathan se llevó la pipa a los labios e Ethan añadió—. Además, vengo a pedirle permiso para casarme con su hija y no quiero que me mate.
Jonathan se rio y miró hacia el rifle con ciertas ideas cruzando su mente. Ethan adivinó y rápidamente negó.
—Obviamente se lo he dado sin balas.
—Astuto —rio.
—En fin...Sé que dije le pediría permiso por agosto, pero una cosa llevo a la otra y no tuve oportunidad para presentarme formalmente como quería. Amo a su hija, señor Morgan y dada la evidencia sé que no tiene motivo para dudar de ello o de que la cuidaré cada segundo de mi vida y me preocupare en hacerla feliz y cumplir con todas sus necesidades. Sé que no tiene opción salvo aceptar que debo casarme con ella, pero me gustaría usted y yo pudiéramos ser compañeros, incluso amigos, después de todo como ya dije, somos familia y seguramente estaremos viviendo juntos por muchos años más, no quisiera que el ambiente continúe siendo algo tenso entre nosotros.
—¿Ya tienes un anillo?
Ethan asintió y abrió su saco para buscar en el bolsillo interior por una pequeña caja de madera. Se la entregó y Jonathan la evaluó con la pipa entre los labios y una mirada crítica. Ethan tragó saliva con fuerza.
—Me agradas, Jones, a pesar de todo me agradas. Puedo ver que eres un buen hombre y te preocupas por mi hija, lo cual es todo lo que me importa. La respetas y la cuidas y sé que será feliz a tu lado pues mi esposa ya me ha contado su historia tantas veces que me la sé de memoria. Es un bonito anillo ¿lo compraste?
