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25 de octubre 1890

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25 de octubre 1890.
Minneapolis, Minnesota.

—Llevaré a tu madre a una casa que renté en la Avenida Minnehaha, cerca de las cascadas —informó Jonathan deteniéndose en el dormitorio de Gwendoline—. ¿Estarás bien sin nosotros por el día?

—Por supuesto, papá, disfruten su aniversario, Caden estará conmigo y también Eli y Owen, así que no voy a estar sola.

Asintió, no muy convencido y se acercó para darle un beso de despedida.

—Le dejé la dirección a Caden para que se unan a nosotros el lunes, nos quedaremos en esta casa hasta que pase el juicio.

Eso alegraría a Olivia y Gwendoline lo sabía, les daría propósito y tareas para ocuparse, algo que en momentos de estrés Olivia siempre agradecía. Al no tener empleados podría distraerse lavando la ropa, cosiendo, limpiando y cocinando. Eso haría que el tiempo pasara más rápido para ella que estando sentada en un hotel.

Jonathan abandonó el dormitorio de Gwendoline y se fue hacia el de Olivia, donde ella ya había terminado de empacar todo para llevarlo hacia la casa que Jonathan había alquilado. No sabía cómo era el lugar o dónde quedaba, solo sabía que se hospedarían allí en lugar del hotel y confiaba en el criterio de Jonathan para elegir un buen ambiente.

Cargaron todo al carro y Olivia se despidió de sus hijos por ese fin de semana acordando volver a verse el lunes por la mañana cuando fueran a la nueva casa. El trayecto les tomó unos quince minutos recorriendo gran parte de la ciudad hacia sus límites, donde empezaban a verse menos casas y edificios y mucho más campo verde.

El carro se detuvo al final de una calle donde había algunas casas distanciadas entre sí, con unos bellos jardines al frente y espacio para colgar la ropa al fondo. Olivia miró hacia Jonathan como si pretendiera confirmar que ese era el destino y cuando bajó del carro con él siguiéndola, se encontró con un hogar mucho más grande de lo que había esperado. Era de dos plantas con un ático y lo que parecían ser más de un dormitorio.

Había imaginado una casa pequeña, con un solo dormitorio para pasar la noche y la cocina donde le prepararía la cena, pero tendría que haber imaginado que Jonathan iría por algo más cómodo para ambos. Sonrió y tomó su mano cuando él se acercó a ella.

El carro que los había traído se marchó doblando en U al final de la calle.

—Por favor dime que no la compraste.

Jonathan se rio y le entregó la llave.

—Solo la rente por algunos días, al menos aquí estaremos más cómodos que en el hotel y podrás cocinar —. La siguió hacia el porche y agregó—. Sé lo mucho que te gusta cocinar.

Ella le sonrió antes de abrir la puerta y entró primera a un pequeño vestidor, donde había un mueble para los zapatos contra la pared y unas perchas para colgar los abrigos encima. Recorrió el pasillo asomando hacia el salón y el salón de estar. Bajó el escalón al final del pasillo y miró hacia el comedor y hacia el otro pasillo que se extendía a la derecha donde estaba la escalera hacia el segundo piso y la puerta al final del camino que daba a la cocina.

Vidas cruzadas: El ciclo. #3 COMPLETA. +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora