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8 de septiembre 1890

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8 de septiembre 1890.
White Oak, Minnesota.

Gwendoline había terminado la manta de Katherina en esos días encerrada en la cárcel y la mañana antes de su ejecución y hizo los últimos puntos para darla por completada. Se quedó viendo su dibujo con una sonrisa y lágrimas en los ojos y extendió la manta sobre su cuerpo para apreciarla mejor. Esperaba que a su hermana le gustara y al menos la perdonara por tomar la decisión que había tomado.

Imaginaba que la idea de enfrentar su condona le daría paz, cuando después de todo, era su decisión, pero lejos de sentir paz estaba intranquila porque sabía que sus padres sufrían por lo que elegía. No solo sus padres, sino todos en la familia. E incluso Harvie, quien estaba debatiéndose entre irse a Grecia o cancelarlo todo y quedarse.

Ella se había logrado cambiar esa mañana, pues para su ejecución le habían permitido tomar un baño, vestirse con una prenda de su elección y peinarse. Incluso le habían permitido sostener su cruz mientras enfrentaba la condena.

Levantó la vista de su manta cuando escuchó que la puerta de la comisaría se abría y su corazón se aceleró al ver a Caden. Él se quitó el sombrero, deteniéndose cerca del escritorio de Kyle y los escuchó intercambiar un par de palabras antes de que Kyle abriera la celda y le dejara ingresar antes de marcharse dejándoles solos.

Caden mantuvo cierta distancia cuando entró con ella, dejándole su espacio y seguridad, pues ya previamente Gwendoline le había demostrado que rechazaba su contacto. No pudo ocultar sus nervios o su angustia, retorció su sombrero en las manos y exhaló un par de veces antes de poder hablar.

—Quería venir a verte, pero...Tu padre me mantuvo alejado hasta ahora, dijo que...Que era correcto poder despedirme —. Gwendoline no dijo nada y lo miró con lágrimas en los ojos—. Por favor, no hagas esto.

—Caden, quiero hacerlo.

Él negó inmediatamente.

—Me niego a creerlo, debe ser el miedo hablando o algo, porqué tu no eres así.

—Apenas me conoces —señaló.

Caden la miró como si sus palabras le ofendiesen, pero comprendió por qué las decía. Se acercó temeroso y cuando confirmó que ella no se encogía de temor ante su compañía, tomó asiento en el banco a su lado y la miró.

—Lo entiendo, no nos conocemos hace mucho, pero te he visto, Gwendoline, realmente te he visto con mucho detalle. Eres fuerte, inteligente, eres independiente y en mi opinión y sin deseo de ofenderte, vives metida en tus fantasías adentro de tu cabeza e idealizas demasiado la idea del amor. Tienes un corazón noble y una hermosa voz cuando cantas, me encanta escucharte cantar. No merecías lo que te sucedió, Gwen y desearía haber estado allí para salvarte o al menos haberme enterado para ser yo quien este en tu lugar ahora, pero...Pero no eres cobarde, Gwendoline, lo que sucedió te lastimó y lo comprendo y quiero ayudarte, pero rendirte de esta forma...Está no eres tú, sé que no lo eres.

Vidas cruzadas: El ciclo. #3 COMPLETA. +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora