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26 de septiembre 1896

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26 de septiembre 1896.
White Oak, Minnesota.

Nolan despertó temprano en la mañana y se marchó para tomar un tren. Tenía un largo viaje. Primero debía tomar un tren hasta Rochester y desde allí uno hacia Omaha, dormiría en Omaha pues seguramente llegaría en la noche y a la mañana siguiente agarraría el primer tren hasta Cheyenne y, por lo tanto, llegaría a verla dentro de dos días.

Como era sábado, Olivia tenía la visita de Myles pendiente y quería ver que servirían en la cena cuando Henry lo trajera en la noche. Jonathan había decidido que no iría al trabajo para ayudarla y Geordie planeaba pasar su mañana sentado en el porche, esperando el correo. Estaba seguro de que la respuesta de Eloise a su última carta llegaría esa mañana. Debía llegar, después de todo, no vivían tan lejos como para que demorara más.

Al mismo tiempo, Floyd tenía planes de buscar ayuda y como no podía hablarle a Olivia o a Jonathan al respecto, solo se le ocurría una persona a quien los Morgan visitaban cuando necesitaban consejos; Harvie Aston.

Cuando despertó en la mañana, Adalynn todavía estaba durmiendo y lo tenía acorralado debajo de su pierna y su brazo. Dormir con ella podía no ser la experiencia más cómoda del mundo, principalmente porque le destapaba en las noches, pero valía la pena cuando al despertar era lo primero que veía en las mañanas.

Salió de la cama y la despertó antes de ir a encerrarse en el baño, cuando salió, al menos ella ya se había levantado y estaba en la ventana, echando un vistazo al clima con su cuerpo parcialmente inclinado hacia la barandilla.

—Aléjate de la ventana, por favor. Lo último que necesitamos es que caigas.

—Perdón, quería ver si lloverá hoy y parece que sí, por lo que tendré que quedarme encerrada. Supongo que leeré o veré si papá quiere jugar a las escondidas, siempre se alegra cuando se lo pido. ¿Tu quieres también?

Floyd se colocó el chaleco de espaldas a ella y apretó los ojos soltando tantas maldiciones internas como le fuera posible. Necesitaba espacio y Adalynn no parecía capaz de dárselo desde que la había consolado por lo de Pryor, en cierta forma sentía que ella se había acostumbrado a su compañía demasiado rápido mientras que él intentaba huirle al tiempo que la ansiaba.

—¿Te parece en la tarde? Tengo que salir y me gustaría hacerlo antes de que llueva.

—¿Puedo ir contigo? Prometo no molestar mientras atiendes tus asuntos de hombre—dijo con una enorme sonrisa y Floyd se rió cuando ella le dio unos suaves golpes en el abdomen.

—Esto es algo...personal. No que no quiera compartirlo contigo, simplemente no puedo ¿comprendes? —. Al menos cuando la vio asentir, no le pareció que se hubiera molestado—. Pero cuando vuelva podemos leer o hacer lo que quieras con el resto de la familia. 

Cuanta más gente hubiera más fácil sería para él evitarla sin ser demasiado obvio. Necesitaba regresar a las viejas costumbres donde no pasaban mucho tiempo juntos y apenas convivían cuando la ocasión lo ameritaba, pero debía tener cuidado de no ser muy obvio y lastimarla en el proceso.

Vidas cruzadas: El ciclo. #3 COMPLETA. +18. BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora