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—Les dije que regresarías— sonrió Gyda.

—Papá, volviste— corrieron Bjorn y Eyra fuera de la casa. Lagertha salió al encuentro de su esposo, lo recibió con un delicado beso.

—¿Y, dónde están los tesoros que prometiste?

—El Jarl se quedó con todo. Pero lo encontré, y llenó el barco.

—Te creo.

—Debes creerme. Él es el sacerdote del templo que lo demuestra. Sacerdote, te presento a mi familia. Se llama Athelstan, aunque sea extranjero, habla nuestro dioma, ¿verdad?

—Un poco, sí.

—¿Qué te pasó en la cabeza?

—Cuando nos convertimos en monjes, nos rapan el cabello. Eso nos distingue.

—Si eres sacerdote, ¿qué dios te gusta más?

—Hay un solo Dios.

—¿Cómo es eso? — se aventuró Eyra ante la sorpresa de los padres.

—Vengan, pueden tocarlo— dijo Ragnar.

—¿Nos quedaremos con él? — dudó Bjorn.

—Hola— dijo Gyda y su hermana le dio una palmada en la calva.

—¿Por qué vistes así?

—Así se visten todos los monjes.

—Entonces hay muchos más de donde viniste— dijo Eyra.

—Había.

—Mira sus pies— dijo Bjorn mientras seguían explorando a este nuevo individuo.

***

—El Jarl me dio permiso de volver a Inglaterra y quiero marchar lo más pronto posible.

—¿Cuán pronto es eso?

—Mañana.

—Todos te deseamos éxito— dijo Lagertha al girarse a su esposo—. Le haremos un sacrificio a Odín.

—¿No vas a venir?

—¿Cómo?

—Quiero que me acompañes.

—Pero, ¿la granja, los niños?

—Bjorn es muy joven aún, pero puede atender la granja.

—¿Y quién estará a cargo? — dudó el niño.

—El sacerdote, lo dejaré con la llave.

—¡Padre! No puedes poner a un esclavo por encima de mí, tu hijo natural.

—No lo considero un esclavo— dijo Ragnar—. Es una persona responsable.

—Por favor, Ragnar Lothbrok, no lo hagas— dijo Athelstan.

—Eyra, ¿qué piensas?

—Puede quedarse— sonrió la rubia.

—¿Tú qué opinas, Gyda?

—A mí no me importa. Me gusta el sacerdote.

—Entonces, queda decidido.

—Si algo le pasa a misniños— dijo Lagerrtha—. Te sacaré los pulmones del cuerpo, Sacerdote.

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora