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—Llegaron— se apresuró Brenda

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—Llegaron— se apresuró Brenda.

—Amiga mía— Eyra la abrazó y le acarició el vientre.

—Iré con Bjorn y Porunn— dijo Inga luego de saludar a su amiga.

—Mantenme informada— dijo Eyra—. Quiero hablar contigo.

—Vamos— dijo Elin dándole la mano para devolverla a la cabaña.

—¿Qué pasa? ¿Dónde está Torstein?

—Ya disfruta del banquete con los dioses— dijo Kaira sentándose frente a ella y tomándola de la mano.

—Creo que, de cierta manera, ya lo sabía— dijo Brenda soltándose del agarre.

—¿Quieres hablar de ello? — dudó Inga al entrar.

—¿Cómo está Porunn? — dudó la mujer preñada.

—No quería ver a nadie— dijo Inga.

—Vino a mí una mujer hermosa a darme la noticia— dijo Brenda encogiéndose de hombros.

—Vino la diosa, debías saberlo en el momento justo— dijo Kaira tocándole el vientre.

—¿Le hicieron un funeral?

—Como es debido— dijo Elin.

—Entonces no hay nada de qué preocuparse.

—Debes descansar.

—Yo iré un rato con Helga, quiero ver a la niña— dijo Kaira.

—Vamos— se levantaron Eyra y Elin para seguirla.

—¿Estás segura de que su nombre era Harbard?

—Sí, dijo eso.

—Pero qué importa— entró Kaira.

—Él alejó a Aslaug de los niños y Siggy murió por culpa de él— dijo Helga alternando la mirada entre su esposo y su amiga.

—No, no fue culpa de ella— dijo Floki.

—Fue negligencia de la madre— espetó Kaira.

—¿Cuál es el afán de parir tantos hijos si los va a descuidar a la mínima? — espetó Eyra al tomar asiento.

—Es culpa de ella, culpa tuya, de todas.

—¿A qué te refieres? Me asustas.

—Harbard no es humano— dijo Elin.

—Harbard es un dios— dijo Floki encarando a su mujer—. Vino de visita y una visita así, siempre debe ser celebrada.

—¿Aunque lleve a la muerte?

—Si lleva a la muerte, también lleva a la vida.

—Así es con los dioses— dijo Kaira—. Debes hablar con él.

—No me corresponde— dijo Helga.

—Cierto, tienes razón— dijo Floki—. Debo hacerlo yo.

***

Todos estaban en el gran salón, su hermano la invitó a sentarse con él y Aslaug, pero ella sabía la verdad, así que pasó de ellos. Se sentó con sus amigas, veía a los hijos de Ragnar correr por todo el lugar. Su padre se sentó en el trono y mandaron callar a la asamblea. Les informaba el viaje, el siguiente saqueo, la ciudad de París, la mítica ciudad de la que le había hablado el monje. Incitó a todos a que debían dar el siguiente paso en esta gran travesía de conquistas y saqueos.

—Espero estar mejor para París— dijo Brenda.

—No, te quedarás aquí— dijo Kaira—. Tu bebé aún te necesitará.

—Será para la próxima— dijo Elin.

—¿Qué sabes de Harbard y su visita? — espetó Eyra.

—No me preguntes eso— dijo Brenda.

—Ya me dijo Helga, pero quiero oírlo de ti.

—¡No, Eyra! — exclamó Kaira—. Tu odio por Aslaug, resérvatelo para ti.

***

—Ya eres un hombre, Bjorn, actúa como uno— dijo Lagertha antes de irse cabalgando.

—Entonces no la convenciste.

—Cállate.

—¿Irá a París con nosotros?

—Se muere por ir a París.

—Pero debe vengar su honor y recuperar sus tierras.

—Debimos acompañarla.

—Debo ayudar a mi amiga ahora que no tiene a Torstein.

—¿Cómo lo lleva?

—Freya vino a verla, así que ya lo sabía cuando volvimos.

—Sigue sin ser igual, le faltará ayuda.

—Helga ya dijo que nos ayudará.

—No dudes en gritar si las cosas se ponen feas.

***

—¡Ah! — no paraba de quejarse y gritar. Entre Helga y Kaira habían ambientado el lugar, incluso Aslaug se había ofrecido a ayudar.

—Lo estás haciendo bien— susurraba Helga.

—Me duele mucho— sollozaba por el dolor.

—Tienes que esforzarte más— habló Kaira.

—Por favor, necesito que pare— gritaba entre un quejido y otro.

—¿Qué necesitan? — dudó Eyra al entrar junto a Inga.

—El bebé no viene bien— dijo Elin.

—¿Pueden sacarlo?

—La vida de la madre también peligraría— dijo Helga.

—¿Qué tanto murmuran? — gritó Brenda.

—Lo estás haciendo bien, amiga, quiero que comiences a moverte— le sonrió mientras secaba sus lágrimas.

—Pero... pero... duele— chilló de nuevo.

—Tienes que poner de tu parte, la criatura aún necesita de tu ayuda— dijo Helga.

Brenda asentía frenéticamente, tratando de convencerse a sí misma sobre la labor que debía hacer. Se tiró de nuevo al suelo y comenzó a gatear, mientras se quejaba por el dolor incesante en su ser. Kaira comenzó a andar detrás de ella sin que la viera, entre quejidos, por fin Kaira actuó y jaló al bebé que se asomaba, un bebé muerto. Pero la hemorragia comenzó y la nueva madre se desplomó en el suelo, en medio de espasmos, suplicaba piedad a Helga con la mirada, quien comenzó a derramar lágrimas y volteó a ver a Eyra. Esta se arrodilló a lado de su amiga y acunó su cabeza con los brazos, tratando de transmitirle paz con los ojos. Elin presionó el vientre de donde había salido el bebé con el cual finiquitó la vida y el dolor de Brenda.

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora