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—Tío Bjorn, tía Gunhild— se anunció Aren con un bebé en brazos—

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—Tío Bjorn, tía Gunhild— se anunció Aren con un bebé en brazos—. Venimos desesperados buscando asilo.

—¿Qué les ha pasado? — inquirió Gunhild al tomar la niña que Gyda cargaba.

—Fuimos atacados— dijo Aren.

—¿Y mi hermana? ¿Y Halfdan? ¿Están vivos? — inquirió Bjorn.

—No lo sabemos— dijo Thorun—. Fuimos atacados, eran tantas las embarcaciones enemigas que la reina nos ordenó tomar a los bebés y salir de ahí.

—¿Todos son de Eyra? — se sorprendió.

—¡Oye! No me quites el crédito— se burló Thorun—. Ella es mi hija, Angrboda.

—Es muy hermosa— sonrió Gunhild—. ¿Quién es esta pequeña?

—Es Dhalia, mi madre estaba embarazada de ella cuando nos fuimos— dijo Aren con cierto pesar—. Y a Sigurd lo tuvo el verano pasado.

—¿Pero cómo llegaron hasta aquí? — Bjorn seguía incrédulo, los dioses no anunciaron la tragedia que asedió a su hermana.

—Elin y Gisli nos ayudaron, pero se quedaron a pelear cuando atacaron el barco— dijo Einar, lamentaba no haber ayudado a su mejor amigo.

—Deben descansar, mandaré exploradores para saber la situación— dijo Bjorn al levantarse del trono y conducirlos a las habitaciones.

***

Varias semanas después

—Rey Bjorn, reina Gunhild— saludó Viggo al llevar del brazo a su herida mujer.

—El Azote de los Dioses sigue vivo— se maravilló Gunhild al ponerse de pie, luego vio a una de las esclavas—. Que sea atendida.

—Estoy bien— trató de sonar convincente mientras se dejaba guiar.

—Son los segundos en llegar— dijo Bjorn luego de ofrecer asiento al recién llegado—. ¿Hay noticias de mi hermana?

—No, mi señor, nos separamos en el campo de batalla.

—¿Cómo los emboscaron?

—Un día solo llegaron.

—Creíamos que el rey Halfdan había muerto a causa de sus heridas— dijo Gunhild.

—No tenemos certeza de nada— dijo Viggo—. Supimos que lo capturaron, pero no hay rastro de la reina, nadie la ha visto.

—¿Dices que mi hermana desapareció?

—No, fue herida en batalla, Sigvold fue en su auxilio.

—Ambos sabemos que está enamorado de ella— dijo Bjorn—. No la abandonaría a su suerte.

—Necesito hablar con Gisli para planear una estrategia y volver para rescatarla.

—Ellos no llegaron, solo los príncipes.

—El rey Olaf tomó el reino, apenas y llegamos con vida— se lamentó.

—¿Crees que los haya esclavisado?

—Es lo más probable.

—Estamos obligados a ir en su ayuda— dijo Gunhild—. Ellos nos ofrecieron su ejército para devolverte Kattegat y, más importante aún, es tu hermana.

—Ve con tu esposa, descansen— dijo Bjorn.

—Le diré a Thorun que han llegado— dijo Gunhild al levantarse del trono y salir por otra puerta.

***

—¿Qué pasa, tío?

—Me perturba que han pasado semanas y ni noticias de los mensajeros.

—¿Crees que mi madre haya muerto?

—No, es muy valiente en batalla, creo que lo has visto.

—Lo sé.

—No me esperaba que ella sufriera eso, no se lo desee a nadie, luego de haber pasado por ello.

—Jamás bajaron la guardia— dijo Einar—. Entrenaron a los príncipes día y noche por si algún día salían a la batalla, a defender cualquiera de sus tierras o a conquistar nuevas.

—¿Qué vas a hacer, tío Bjorn? — se acercó Gyda cargando al más joven de sus hermanos.

—En primera y más importante— se anunció Sigvold—. Darme un buen cuerno de hidromiel.

—¿Dónde está la reina? — espetó Kaira al ponerse de pie.

—No lo sé, creí que venía con ustedes.

—Pues no es así— dijo en tono severo.

—La fui a buscar a la mazmorra y no la encontré por ningún lado.

—¿Y cómo fue que llegaste? — cuestionó Viggo.

—Robé un poco de oro para pagarme un pasaje, me acercaron lo más que pudieron y marcharon de aquí— dijo Sigvold como si fuera lo más obvio—. Es un lugar de comercio, llegan embarcaciones todos los días.

—¿Tuviste el tiempo de buscar tus ahorros de toda la vida pero no de buscar bien a mi hermana? — exclamó Bjorn—. ¿Dónde quedó tu lealtad?

—Logré ver a Halfdan, sé que está bien, en teoría, me dijo que mi prioridad era la reina, por eso tardé tanto en llegar, porque me dediqué a buscarla.

—Halfdan salvó mi vida y me entregó un ejército para recuperar Kattegat— dijo Bjorn—. ¿Qué rey no reconocería tal obligación?

—Me alegra no ser rey— dijo Ubbe también encontrado en la reunión.

—Yo no digo nada— habló Hvitserk.

—Debes tener una opinión— dijo Bjorn—. Te recuerdo que también es tu hermana.

—¿Por qué?

—Porque me ayudaría a planear mejor mi estrategia.

—Nos ayudaría si supiéramos dónde está Ivar. ¿A quién le importa Halfdan, Olaf o cualquiera de ellos?

—Siguen siendo tu familia, ¿acaso lo olvidas? — se molestó Viggo.

—Solo importa Ivar.

—Ese maldito lisiado— espetó Kaira—. Ojaló esté muerto— escupió al suelo—. Y tú, espero digas la verdad porque, si los dioses me informan que fuiste un cobarde, te arrepentirás.

—No lo sé, Bjorn— dijo Ubbe antes de irse.

—Veo que tendré que decidirlo solo— dijo Bjorn.

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora