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—¿Por qué decidiste venir conmigo?

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—¿Por qué decidiste venir conmigo?

—¿Por qué decidiste ir a lo salvaje? Tenías algo que probar. Yo también.

—¿Y qué quieres lograr?

—Mi hermano ama la fama más que yo— dijo Halfdan—. Yo solo quiero vivir, pero quiero vivir con la mayor intensidad. Quiero sentir cada momento de mi vida, mientras dure. Quiero algo más que solo estar vivo, ¿me entiendes?

—Claro.

—No me malinterpretes, Eyra me hace feliz, no me exige nada y, sin embargo, me dio cuatro hijos.

—Deseas retornar en algún momento.

—Por supuesto, quiero volver a verla.

—Seguro se para cada día delante del mar, para esperar nuestro regreso— sonrió de solo imaginar a su hermana así de enamorada.

***

—Ya volverán— dijo Einar.

—Nunca la había visto así— dijo Torvi.

—Pasó tantos años peleando a su lado, que seguro la despedida es dura— dijo Sigvold.

—Alguien debería hablar con ella— dijo Torvi.

—Eyra, llevas mucho aquí en la playa— dijo Elin—, debemos volver, tus hijos te buscan.

—Sé que están bien— dijo Eyra tomando la mano de su amiga—. Solo que pasan más largos los días sin él.

—Te ama, así que volverá a ti— le sonrió mientras la conducía de regreso.

***

—Bjorn, despierta.

—Los pilares de Hércules.

—¿Qué? — inquirió el susodicho.

—Las montañas, conocidas por los antiguos como Los Pilares de Hércules. Pero, para nuestro propósito, ellas marcan la entrada al mar Mediterráneo.

—Que afortunado fui al encontrarme contigo, Sindric— dijo Bjorn.

—¿En qué piensas?

—Qué afortunados somos de que los dioses nos den esta oportunidad— dijo el hijo de Ragnar—. Al frente nos esperan ciudades, mundos, personas y lugares. Mi padre habría apreciado esta oportunidad.

—Te rogaría precaución con estas tierras y estas personas. Ellos no saben de ustedes y ustedes no saben cuán fuertes son en este nuevo mundo.

—Quiero ir a Roma. Está en el centro del mapa, es el centro del nuevo mundo.

—Ya no más, Bjorn Ironside, desde que se trazó el mapa, el mundo entero ha cambiado. El Imperio Romano ya no existe, su poder, en su mayor parte, tampoco. Lo que queda es una triste sombra de su gloria pasada.

—Si no es Roma, ¿entonces qué?

—Hay una isla, no tan lejos, es un lugar interesante.

—¿Y cómo llaman a esa isla interesante? — intervino Halfdan.

—Sicilia.

***

—¿Y ahora?

—Nuevos barcos, madre, no son ni mi hermano ni Harald.

—Seas más que bienvenido a casa, Ubbe— dijo Lagertha—. Hemos oído hablar de los éxitos del Gran Ejército, al vengar la muerte de Ragnar, superando tanto a Aelle como a Egbert. Agradezco a mi hijos y, también a ti, a todos los hijos de Ragnar por estos eventos inmortales.

—Debe haber oído hablar de la muerte de Sigurd a manos de Ivar.

—Defendiendo a mi hija...

—Y su desafío a Bjorn de que él era el líder del Gran Ejército— dijo Ubbe—. Quiero decirles, Eyra no me dejará mentir, que Bjorn Ironside se comportó con gran honor y valentía. Lo amo y admiro como a un hermano.

—Gracias por tus palabras sobre Bjorn— dijo Torvi—. Es un buen hombre, eso lo sé.

—Mi hermano es de los mejores hombres que han caminado por Midgard— dijo Eyra.

—Con Ivar es diferente— dijo Ubbe—. Nos destrozó.

—Eres su hermano, ¿no pudiste con él? — inquirió la princesa.

—Por lo que a mí respecta, estoy en guerra con Ivar.

—Estamos— reiteró Eyra luego de beber—. Mis hijos pudieron quedar huérfanos de no ser por Sigurd.

—Mi hermano Hvitserk se inclinó por Ivar.

—Entonces también es nuestro enemigo— dijo Eyra y Ubbe alzó la copa. No los hacía los aliados acérrimos, solo no pelearían entre ellos hasta saldar la deuda que tenían con el lisiado.

—Hagamos un pacto— dijo Lagertha—. Yo te apoyo contra Ivar y Hvitserk, si consientes apoyarme contra el rey Harald.

—¿Y Halfdan lo sabe? — se giró a la princesa.

—No, nos dejó a mí, a los niños y al séquito de Halfdan— dijo Eyra—. Solo se llevó a Erick, aún se quiere catapultar a ser rey de Noruega.

—¿Pasaría por encima de ti? ¿La esposa de su hermano?

—Ambos sabemos que sí.

—Eso me convertiría en el aliado del asesino de mi madre— dijo Ubbe a Lagertha.

—Lo sé— dijo la reina—. Tus opciones son difíciles, pero por el bien de la gente de Kattegat, ¿podemos ser aliados?

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora