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—Quiero pedirles una disculpa— dijo Halfdan al entrar de la mano de su esposa—

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—Quiero pedirles una disculpa— dijo Halfdan al entrar de la mano de su esposa—. No era un comportamiento adecuado.

—El rey quiere comunicarles algo— dijo Eyra. Todos sus amigos cruzaron miradas entre ellos.

—La reina está esperando un hijo— sonrió Halfdan emocionado, todos sus amigos exclamaron emocionados ante la noticia.

—¿Por qué no te habías dado cuenta antes? — se burló Sigvold y el rey volteó a ver a su esposa y esta sonrió.

—¿Ustedes ya lo sabían?

—Estabas tan encimismado para darte cuenta— dijo Kaira.

—Debemos agradecer a los dioses.

—Ya estamos trabajando en ello— dijo Gisli.

—Vamos, hay que comer— sonrió Elin. Todos se sentaron a la mesa a hablar de las hazañas, de cómo los más jóvenes se divirtieron y lo que les agradaba estar ahí. Gisli acercó los platos que su esposa iba sirviendo, Halfdan a la cabeza, con Eyra a su derecha y Aren a su izquierda. La reina estiró la mano para tomar un trozo de carne y el rey atrajo el plato hacia sí, así que no lo intentó, ella siguió comiendo del propio.

—¿Y cómo te sientes, madre?

—Mejor, muchas gracias— sonrió.

—Las cicatrices son recordatorio de lo vivido en batalla— dijo Sigvold—. Muchos nos enorgullecemos de ellas, otras que no saben lo que significa.

—Cierra la boca— le lanzó un trozo de pan.

—Es la verdad, amor— dijo Viggo abrazándola.

—Debemos aprovechar este tiempo para descansar— dijo Halfdan—. Reponernos de la batalla para ir a transmitir la noticia de la muerte de mi hermano.

—¿No podríamos quedarnos aquí? — inquirió Gyda.

—Volveremos— sonrió Eyra.

—Deberías descansar— volteó Halfdan.

—¿Vienes?

—Sí— dijo luego de soltar un pesado suspiro.

—¿Quieres que nos separemos? — inquirió luego de acostarse en la cama.

—¿Por qué piensas eso?

—Hace días que no me hablas y, cuando lo hiciste, me gritaste. A mí jamás me habías tratado de ese modo, tus ojos casi se salían de tu rostro, no extasiado como en batalla, parecía cólera— se sentó mientras lo miraba.

—¿Y qué esperabas? — la jaló de ambos brazos para que se acercara.

—Nada, realmente nunca espero nada y lo sabes.

—Tú jamás has esperado nada— dijo Halfdan aferrándose a ella—. Me fui al Mediterráneo y no sabías si regresaría.

—Confiaba en que volverías— trató de alzar su brazo aún herido, soltó un quejido por lo bajo.

—No así, no confiaste en mí para crear un plan juntos, decidiste por tu cuenta.

—Sigo siendo persona, mujer, madre, no solo tu esposa.

—Tienen visita— entró Sigvold. Halfdan la soltó y ella vio que dejó marcas, se levantó de la cama y caminaron juntos, con las manos entrelazadas hasta sentarse en los tronos.

—Bjorn— sonrió Eyra al pararse, Magnus se atravesó así que volteó a verlo—. Muévete.

—¿Fue él quien te hizo esto? — la abrazó con delicadeza al ver la herida en su brazo y rostro.

—Tu nueva esposa— murmuó antes de alejarse—. Bienvenidos.

—Bjorn Ironside— se levantó a saludar a su mejor amigo—. Que feliz estoy de verte.

—Ella es Gunhild— dijo Bjorn.

—Ya nos conocimos— dijo su hermana descubriendo su frente.

—Veo que ahora son reyes.

—El destino, después de todo, nos volvió a unir— dijo Halfdan—. ¿Quién sabía lo que los dioses nos tenían reservado?

—No me interesa nada de eso— se acercó Magnus—. Solo me importa que encontré a mi hermano Bjorn, que soy un vikingo, ¡y que deberíamos atacar Kattegat, juntos!

—Mira, hijo del fracticidio— murmuró Eyra con detenimiento—. Vete de aquí, no estás invitado a esta audiencia, no te lo dice la reina, sino tu hermana.

—No te atrevas...— intentó acercarse.

—Atrás— espetó Kaira plantándose en medio, el joven retrocedió, todos temían ante esa mujer.

—Sal de aquí, Magnus— dijo Halfdan—. No perturbes a la reina.

—¿Qué dices?

—Debemos recuperar Kattegat para tu hermano, ¿no?

—Ahora que ha tomado nueva esposa, debe poder ofrecerle algo, ¿no lo crees?

—Tienes razón.

—Pero alegra esa cara, es tu mejor amigo quien está aquí— le sonrió Eyra—. Puedo conversar con Gunhild para que hables con él en privado.

—¿Y de qué voy a hablar con él?

—No lo sé— se carcajeó—, seguro cosas de hombres.

—Me alegra saber que mi hermana es tan feliz a tu lado— se levantó Bjorn de su asiento.

—Mi querida Gunhild— se levantó con sumo cuidado, Elin la ayudó, ya que el rey no se movió—, me gustaría que vinieras conmigo y mis doncellas para mostrarte unos cuantos vestidos. Mi esposo, Halfdan, y mi hermano deben ponerse al día, pues son los mejores amigos.

—Ve— le sonrió Bjorn.

—Nos vemos después— Eyra besó la mano de su esposo antes de conducir a Gunhild fuera del salón.

—¿Qué pasa entre mi hermana y tú?

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora