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Todos estaban reunidos en el salón

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Todos estaban reunidos en el salón. Halfdan parecía ausente, no escuchaba los planes de Sigvold, o la estrategia que planeaban Viggo y Kaira para proteger a los más jóvenes aún en la batalla. Eyra no quiso emitir juicio a su esposo, entendía que se encontraba en una encrucijada interna porque amaba con desmesura a su hermano, el rey Harald. El rey Alfred daba su discurso, los elogiaba tanto como a su hermano y se veían las cosas tensas en el salón, pero nada pasó, lo cual la extrañó, porque su familia ya esperaba ese ataque.

—Quiero que conozcan a alguien especial— dijo Bjorn al entrar con el joven rubio—. Él es Magnus.

—Reconozco ese nombre— dijo Ubbe—. Nos dijeron que Ragnar tuvo un hijo en Wessex.

—Pues este es— sonrió Eyra desde su sitio.

—Nuestro medio hermano— dijo Bjorn.

—¿Es enserio, madre?

—Así parece, Aren— dijo Eyra dedicándole cierta mirada—. El hijo de Ragnar y la reina Kwenthrith.

—¿Por eso tu afán en ver su tumba? — inquirió Elin.

—Parecido— dijo Eyra encogida de hombros.

—Hola, Magnus— dijo su madre.

—Tú debes ser Lagertha, qué gran privilegio es conocerte. Y tú debes ser Ubbe. Todos estos años en que tuve que ocultar mi identidad, he escuchado historias sobre Ubbe, Ironside y la reina Lagertha.

—El mundo ya se olvidó del Azote de los dioses— se burló Viggo.

—No, para allá iba— se acercó Magnus—. La destreza con que usas las hachas y jamás has sido herida en batalla.

—Gracias— dijo Kaira sin dejar de verlo.

—Por fin tengo a mi familia— dijo Magnus—. Al fin pertenezco a algún lado.

—Magnus cree que Alfred y su familia lo traicionaron— dijo Bjorn.

—Y nos traicionaron— dijo Eyra—. Que no iban a entregarnos las tierras al este de Anglia y no lo harán tampoco.

—¿Conociste a Ragnar? — preguntó Lagertha.

—Sí, cuando estuvo encerrado aquí. Nos abrzamos y lloramos y me dijo que me amaba, que me amaba tanto como a sus otros hijos.

—Ese no es tu padre— dijo Halfdan en su oído.

—¿Ves? — se emocionó a punto de reírse.

—Le dijo a mi madre que nunca tuvo sexo con la reina Kwenthrith— dijo Ubbe.

—Bueno, lo hizo, ¿no?

—¿Qué quieres de nosotros, Magnus? — inquirió Ubbe.

—Finehair viene hacia acá con una gran armada, deben unírsele y destruir Wessex.

—Destruir reinos, ¿no? — se burló Halfdan en voz alta.

—¡He esperado toda mi vida! Este es el significado de mi vida.

—Ragnar también me dijo que nunca tuvo sexo con la reina Kwenthrith— dijo Lagertha—. Que él estaba herido, ella orinó en su herida, eso es todo.

—Hasta Egbert me lo dijo— intervino Eyra.

—¡Claro que lo dijeron! Mintieron.

—¿Todos? No me imagino a todos poniéndose de acuerdo para manipular la mente de un niño— lo desacreditó Eyra.

—Tomemos enserio a Magnus— dijo Bjorn—. Creo que es verdad.

—Creo que miente...

—Ubbe— lo reprendió su esposa.

—No— espetó Ubbe—. No creo que sea hijo de mi padre.

—Por primera vez estoy de acuerdo con él— dijo Eyra.

—No creo que debamos traicionar a Alfred por lo que dice— dijo Ubbe.

—Seguro porque ahora te consideras cristiano— dijo Bjorn—. Así que eres menos hermano para mí que Magnus.

—Debemos dejar de discutir— dijo Torvi.

—No quiero discutir— dijo Lagertha.

—Pero no me crees, lo puedo ver.

—Lo siento, pero no creo tu historia— dijo Ubbe.

—Nosotros tampoco— dijo Elin.

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora