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Lloró solo un momento cuando se pudo levantar, le dolía perderla, luego rezó a Freya para que la ayudara a llegar al Valhalla

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Lloró solo un momento cuando se pudo levantar, le dolía perderla, luego rezó a Freya para que la ayudara a llegar al Valhalla. Besó su frente antes que su madre la preparara para subirla a la hoguera con el resto de muertos que no sobrevivieron a la peste. Una mujer rubia, joven, de ojos azules y bastante hermosa, le acarició la cabeza para llamar su atención, la niña volteó a verla y apreció un deje de tristeza en la mirada de aquella joven. Asintió con la cabeza antes de verla marchar. Su madre no se alejó de la hoguera hasta que las llamas se extinguieron, así que se quedó parada a su lado, demostrándole lealtad a la mujer más importante en su vida. Ahora un vacío inundó su ser.

Los sobrevivientes corrieron al puerto a recibir a su gente. Lagertha fue seguida por sus hijos para recibir a su familia, Eyra se sorprendió de ver a su tío Rollo con cadenas y a Floki herido, Helga lloraba temiendo que fuese a morir. Sus padres se abrazaron, reconfortándose por la pérdida, Bjorn no dejaba de acribillar a su padre con la mirada y Era le pedía explicaciones con la suya, no entendía qué había pasado. En la cena, escuchaban las hazañas de la batalla mientras su padre comía, Lagertha estaba molesta con su esposo.

—No peleen, por favor— pidió Bjorn.

—Estoy cansado y asqueado por la sangre, esa es la verdad— dijo Ragnar.

—¿Quién es Aslaug? — inquirió Lagertha. Su padre aventó el cuenco de comida.

—Basta.

—¿Quién es Aslaug?

—Es una princesa de Gotland. Nos conocimos ahí.

—¿Solo la conociste?

—Lagertha— llamó Siggy.

—¿Qué te ha dicho el niño?

—Bjorn— llamó a su hermano.

—¿Qué le dijiste, niño?

—No importa lo que dijo Bjorn. ¿Qué dices tú?

—Yo digo... No deberíamos ventilar nuestros trapos sucios frente a otros.

—Ya estarás contento— pellizcó a su hermano una vez que se fueron sus padres—. ¿Por qué no me habías dicho?

—Tú habrías hecho lo mismo.

—Me hubieras dejado a mí la charla con Lagertha— espetó Eyra—. Se supone que hacemos las cosas juntos.

—Pues no, tú no estabas ahí.

—Porque no me llevaron.

—Procuraré no dejarte atrás.

—Ya basta— se quejó Athelstan al separar a los hermanos, quienes se jaloneaban por no querer golpearse. Se quedaron un momento en silencio antes de abrazarse.

***

—Gente, como su Magistrado, se me pidió decidir el destino de este hombre. Quien eligió pelear con nuestros enemigos, pelear contra su hermano. Mató a muchos de nuestros hijos, hermanos, padres. ¿Qué esperanza hay para él? Este hombre merece morir, todos lo sabemos, pero he decidido salvarlo. He escuchado el consejo de los dioses; si lo quisieran muerto, habría muerto en batalla. Pero lo salvaron, dio un paso fuerte y se entregó a la misericordia de su hermano. Se comportó de una forma inesperada e interesante, por lo tanto, concluyo que los dioses han tomado su propia decisión, que no puedo contradecir. Por tanto, ordeno que se libere a este hombre.

El fin de la Era DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora